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ELENA ZARRALUQUI

Por María José BARRERO Fotografía: Iciar J. CARRASCO Estilismo: Carla AGUILAR

A MUCHAS PAREJAS, ESTAR TANTO TIEMPO JUNTOS NO LES HA AYUDADO A SUPERAR UNA CRISIS.

Mientras los intensos meses de confinamiento y el teletrabajo se dejan sentir en los juzgados, y cuando se cumplen 40 años de la Ley del Divorcio, hablamos con una de las más prestigiosas abogadas de familia sobre cómo separarse civilizadamente y los secretos de un buen acuerdo de divorcio.

Entre los Zarraluqui, el divorcio ha sido siempre una cosa de familia, aunque Elena Zarraluqui (Madrid, 1967) presume de matrimonio feliz. Fue su abuelo, Luis, quien inició la saga al abrir un despacho de abogados en Madrid en 1926, pocos años antes de que se aprobara la primera ley del divorcio, la de la República, en 1932. El suyo era un despacho generalista, como todos en aquella época, del que su hijo se hizo cargo después. El segundo Luis Zarraluqui se ocupó de “muchas nulidades eclesiásticas y separaciones –explica su hija Elena–, pero peleó mucho para que se aprobara la Ley del Divorcio”. La de 1981, que en estas cuatro décadas ha separado a 2,2 millones de parejas en nuestro país.

Con esos antecedentes, estaba más o menos escrito que Elena seguiría la tradición familiar, igual que su hermano mayor, el tercer Luis Zarraluqui. Aunque ella no lo tenía tan claro: “No tenía vocación, quería estudiar Psicología. Mi padre, que es muy inteligente y sabio, me animó a estudiar Derecho”. “Pegada a él como una lapa” se especializó en derecho de familia e inició una carrera que la ha llevado hasta lo más alto. Dicen, aunque ella lo desmiente entre risas, que no se divorcia con ella quien quiere, sino quien puede.

En los sofás de su despacho se han sentado nombres ilustres y grandes fortunas en busca de asesoramiento legal. No da nombres, por supuesto, pero los de Patricia Llosa, Marcos Fernández Fermoselle, algunos de los hijos de Miguel Boyer o Peter Innes, exmarido de María José Carrascosa, condenada a 14 años de cárcel en EE. UU., aparecen en cualquier búsqueda en internet.

Los duros meses de confinamiento, las restricciones de movilidad y el teletrabajo han aumentado las horas de convivencia familiar y se ha dejado sentir también en los juzgados. Aunque la cifra anual de divorcios cae desde hace seis años, en el primer trimestre de este año crecieron un 5,7% respecto al mismo periodo de 2020, según datos del Consejo General del Poder Judicial.

¿Qué es lo que más le interesa del derecho de familia?

Te acerca a la vida de las personas, desde que nacen hasta que mueren, con lo bueno y lo malo, porque llegan a ti en su momento más difícil. Hay que ponerse en su piel. Lo que me gusta es poder ayudarles en esos momentos tan complicados.

¿Es imprescindible, además de ser abogada, tener algo de psicóloga?

Más que psicología, hay que tener humanidad y empatía. Para mí no hay mayor satisfacción que alguien salga del despacho diciendo: “Me voy mucho más tranquilo después de hablar contigo”. No soy una abogada comercial, digo las cosas como las veo. Para mí hay algo fundamental, que he aprendido de mi padre: para defender a alguien, no vale todo.

Aseguran que con usted no se divorcia quien quiere sino quien puede.

No es verdad [risas]. Peleo por mis clientes, pero creo que hay que intentar llegar a un acuerdo, aunque eso signifique renunciar a muchas cosas. Ahora bien, si no hay acuerdo, defiendo sus intereses lo mejor que puedo, y tengo un equipo buenísimo, con gente estupenda. Pero no tienen que tener una fortuna para que los defienda. Tras 28 años de ejercicio, ¿ha aprendido a distinguir a los clientes según entran en su despacho?

No es tan fácil. Aprendes a captarlos mejor y más rápido en la primera entrevista, pero la gente viene muy nerviosa el primer día. Es dificilísimo tomar la decisión de separarte. Intento que estén tranquilos, que me cuenten su vida... Hay veces que te llevas una impresión y te equivocas, como todo en la vida, porque al final estás muy, muy... ¿Implicada en su vida?

Sí. Y eso que no doy el teléfono móvil a nadie… ¡No quiero que el trabajo me cueste un divorcio! [Risas] Hay que saber cortar. He aprendido a hacerlo, aunque a veces sigues dándole vueltas a un asunto y te despiertas en mitad de la noche.

¿Qué buscan los que acuden a usted?

Hay quien viene porque cree que soy muy dura.

Tiene esa fama…

Sí, pero no creo que sea merecida. Realmente creo en los acuerdos, creo que nadie lo va a hacer mejor que los propios interesados. ¿Cómo vas a defender los intereses de un niño sin haber hablado con él? Muchísimas veces están manipulados, pero tienes que saber, por experiencia, qué es verdad y qué es mentira, y esa es la labor de un juez. Yo nunca hablo con los niños.

¿Han incrementado las consultas de divorcio en estos meses? El parón judicial durante el estado de alarma ralentizó todo, pero he tenido una avalancha de asuntos. Gente que viene por una consulta y asegura que estar tanto tiempo juntos no les ha ayudado a superar una crisis. Es normal, hasta la gente que está bien se siente harta. Yo tengo trabajo, una familia estupenda, mi casa, ningún problema, pero estoy harta de llevar mascarilla, de haber estado encerrada, de no poder viajar...

¿Cuáles son los motivos que llevan a una ruptura?

La convivencia, la rutina, estar metido en una pareja que en el día a día no es lo que pensabas, que pasas del enamoramiento inicial a otro nivel... Las parejas no siempre están con las mariposas en el estómago, pero se ponen a prueba cuando se pasa por situaciones complicadas. Sobre todo entre las mujeres, después de un cáncer o una enfermedad grave, vienen diciendo que no han recibido la respuesta que esperaban. Lo de contigo pan y cebolla, o te quieres mucho de verdad o es muy complicado.

¿Y la infidelidad?

Sí, sí, claro.

¿Quiénes presentan más demandas de divorcio, hombres o mujeres? En eso no hemos cambiado: el hombre suele dar el paso cuando tiene a otra, y la mujer, cuando se harta. Nosotras somos capaces de estar solas y para ellos es más difcíl. Ellos pueden aguantar una convivencia no satisfactoria, y ellas no. Las infidelidades, las mujeres, por lo general, las aceptamos mejor. Si a un hombre le han sido infiel es muy complicado que llegue a un acuerdo. Siempre digo una frase de mi padre; si tienes una herida y la hurgas todo el día, no se cura. Si la cierras, la coses y le pones un apósito, empieza a cicatrizar. Cuanto antes te olvides de que te han sido infiel, mejor.

Usted tiene más clientes que clientas.

Bueno, tenía hasta que escribí el libro Divorciadas con historia. Ahora vienen más mujeres y está más equilibrado.

¿Cómo se negocia un buen acuerdo de divorcio?

La pregunta del millón. Yo creo que depende de si tienes hijos o no, porque la ruptura de la familia es lo más complicado. La gente tiene que entender que, donde una familia vive bien, dos viven peor; que a los niños no los podemos partir por la mitad y que no son un arma arrojadiza. Los padres tienen que seguir teniendo una mínima relación. Estoy pensando en un par de casos, en los que se llaman, piensan en sus hijos, son generosos para ponerlos por encima de todo y son capaces de no involucrarlos, aunque luego están discutiendo el tema económico por detrás.

¿Qué es más difícil de acordar, el reparto del dinero o la custodia? Las dos cosas, pero mucho el dinero, tanto si lo tienes como si no. Con los niños es cuando conoces de verdad a las personas. A veces te sorprende gente que es capaz de todo por sus hijos, de hacer unos esfuerzos económicos y personales tremendos por ellos. ¿Se sigue utilizando mucho a los niños como arma arrojadiza?? Sí, lo llamamos “el niñazo”. Tengo un caso ahora horrible, en el que hay tres niños, con una presión tremenda por parte del padre, que les compra cosas, les deja salir...

El objetivo sería dejar a todos los niños fuera en un caso de divor

Lo de contigo pan y cebolla, o te quieres mucho de verdad o es muy complicado.

El hombre suele pedir el divorcio cuando tiene a otra, y la mujer, cuando se harta. En eso no hemos cambiado.

cio, aunque vemos casos mediáticos, como el de Rocío Carrasco, en los que acaban completamente implicados.

Pero en ese tema hay dinero por medio. Cada día hay más custodias compartidas, muchas de ellas injustas, porque todo el mundo puede tener un certificado de teletrabajo y asegurar que tiene flexibilidad laboral... Pero luego te encuentras ante el juez con un señor que es vicepresidente de una multinacional, gana 3 millones de euros al año, y que tiene un certificado de teletrabajo. Hombre, mucho tiempo seguro que no puede dedicar a los niños. O al contrario, una madre que pide la exclusiva pensando en ella y no en los hijos. Soy partidaria de la custodia compartida. ¿Por tiempos iguales? Depende, no todos los casos son iguales Usted suele decir que una negociación no puede ser larga, porque si no se enquista. Sí, es verdad. Se puede saber en la negociación si las cosas van bien o mal. También dice que lo caro no es el divorcio, sino el postdivorcio.

No es una ruina divorciarte. Tiene un coste, por supuesto, pero lo peor viene después: dos casas, gastos dobles y solo un sueldo para hacerles frente. Personalmente, ¿qué ha aprendido de sus clientes o del ejercicio de la abogacía? Me ha enseñado que ser tolerante es importantísimo. De mis clientes, exijo y doy respeto, nuestra relación se tiene que basar en la confianza. Si no confías, cambia de abogado. Y tú te tienes que fiar del cliente: si te miente, le vas a defender mucho peor. La gente necesita contarte el motivo por el que se quiere divorciar, aunque da igual que te hayan sido infiel una vez o 32. Pero la gente necesita contártelo y tú tienes que saber escuchar. Es una rama del derecho que te tiene que gustar. Y eso se ve también en los jueces: los grandes jueces de familia son los que se implican y se ponen en el pellejo del otro. Dada su experiencia, ¿cuál es la clave para mantener un matrimonio feliz? Muchas. Me casé tarde, supongo que por miedo. Tuve a mi hijo casi con 40, por el mismo motivo. El matrimonio es importantísimo y hay que elegir muy bien a tu pareja, pero, sobre todo, al padre de tus hijos. Una relación te puede salir bien o mal, es una labor de los dos y durante todos los días. Mi marido es un señor estupendo, y siempre ha estado a mi lado apoyándome, igual que yo a él. Somos una pareja que nos gustan las mismas cosas: hacemos mucho deporte juntos, nos gusta la montaña, viajar... Y he aprendido que somos una familia, pero hay que respetar los espacios de la gente. Eso es muy importante. ●

Hay que elegir bien a tu pareja, pero, sobre todo, al padre de tus hijos.

SUMARIO

es-es

2021-07-24T07:00:00.0000000Z

2021-07-24T07:00:00.0000000Z

https://lectura.kioskoymas.com/article/281792812042730

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