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PAULINE DUCRUET

LA SAGA CONTINÚA

Por Caroline LEAPER Fotografía: Daniel FRASER

La hija de Estefanía de Mónaco, que ha vivido en una corte y un circo, y ha sido saltadora de trampolín, tiene firma de moda (de género fluido).

La familia real de Mónaco existe para hacer que, en comparación con ellos, los Windsor parezcan aburridos. Mantenerse al día sobre los chismes y rumores relacionados con estos royals se ha convertido en un deporte nacional para los franceses, y en un placer culpable incluso para nosotros. El principado que representan mide poco más de 2,5 km2 y acoge a cerca de 40.000 habitantes, de los que muchos son multimillonarios atraídos por un clima que es benigno y un régimen fiscal que lo es aún más. A principios del siglo pasado, Somerset Maugham lo llamó un “lugar soleado para gente sombría”, y a día de hoy mantiene esa reputación.

La fascinación que sentimos por Mónaco y su corte ha existido desde el siglo XIII, cuando un tal Francesco Grimaldi orquestó allí un golpe de Estado sirviéndose de soldados disfrazados de frailes franciscanos. ¿Cómo puede idearse un origen mejor que ese?

Desde entonces, los Grimaldi han pretendido gobernar ese diminuto pedazo de tierra en la Costa Azul. Y su última generación no muestra signos de decepcionar a los amantes del drama y la afectación exacerbados. A este relevo de la dinastía pertenece Pauline Ducruet, de 27 años, hija de la polémica princesa Estefanía y su exmarido, Daniel Ducruet.

Vestida con una camisa dorada diseñada por ella misma, que ha dejado desabotonada revelando así sus tonificados abdominales, nos muestra su nueva línea de coloridos monos y chaquetas de seda que concibe para personas de género fluido. Con su marca, Alter, aspira a convertirse en el primer miembro de su familia que triunfa en el diseño de moda.

De hecho, lleva el estilo en la sangre. Su abuela fue Grace Kelly, musa de Hitchcock, que se casó con el príncipe Rainiero de Mónaco en una ceremonia de cuento de hadas en 1956 y que se convirtió en un auténtico icono de moda. Tanto es así, que un modelo de bolso de Hermès lleva hoy en día su nombre. Su tía, la princesa Carolina, es incondicional de Chanel (fue íntima de Karl Lagerfeld), igual que su prima Carlota, y Estefanía fue modelo para Dior. Sin embargo, la vida de Pauline no siempre ha estado envuelta de alta costura. De niña pasó años viviendo en una caravana, en el entorno de un circo ambulante, y luego se formó como buceadora profesional.

La princesa Estefanía y Daniel Ducruet empezaron a salir en 1992. Diez años antes, con solo 17, la menor de los tres hijos de Grace y Rainiero había sido rescatada del amasijo de hierro en el que quedó el coche en el que viajaba con su madre, que falleció en el accidente. Desde entonces, ha convivido con el rumor de que era ella quien iba al volante. Durante mucho tiempo fue la Grimaldi rebelde. Intentó hacer carrera como estrella del pop e, incluso, colaboró con Michael Jackson en el sencillo In the closet.

Fue después de presentar su segundo álbum cuando Estefanía empezó su relación con Ducruet, convulsa desde el principio. Él estaba esperando un hijo con la que por entonces era su novia, Martine Malbouvier. Se había incorporado a la policía monesgasca en calidad de cadete en 1986, después de trabajar como pescadero y

EN LOUIS VUITTON APRENDÍ QUE LA MODA NO SOLO ES LUJO, TAMBIÉN ES DEDICACIÓN .

como asistente en una tienda de mascotas, y se le asignó la tarea de proteger a Estefanía. Se casaron en 1995 y un año más tarde se divorciaron, después de que los paparazzi se hincharan a tomar fotos de Ducruet mientras mantenía relaciones sexuales con una antigua Miss Bélgica. Pese a todo, Estefanía y Ducruet se pusieron de acuerdo para ser los mejores padres del mundo, afirma Pauline en un perfecto inglés con acento americano. “Mientras crecíamos, estuvieron muy unidos. A pesar de que se divorciaron muy pronto, siempre se ocuparon de que contásemos con un padre y una madre. Él estimuló mi lado más masculino; animándome a que hiciera las mismas cosas que mis dos hermanos. En cuanto me decían “Eres una niña, eres demasiado pequeña”, yo contestaba: “Ahora veréis”.

Esa convivencia armoniosa continuó incluso después de que Estefanía tuviera otra hija, Camile, en 1998, con quien entonces era jefe de seguridad del palacio, Jean Raymond Gottlieb. Su noviazgo se fue a pique rápidamente, pero la princesa aún no estaba lista para sentar la cabeza: en 2001 empezó una relación con un domador de un circo ambulante suizo. Como de costumbre, la prensa se hizo eco y Estefanía fue fotografiada frente a su nueva casa rodante, apodada “El palacio”, adonde se había llevado a Pauline, que entonces tenía siete años. “Fue inesperado –recuerda ahora la joven–, pero también muy interesante. Me pasaba el día al aire libre jugando con animales y me relacionaba con otros niños de todas partes del mundo, con quienes compartía un lenguaje secreto. Fue una época de total libertad, y no creo que muchos niños tengan la oportunidad de disfrutar de algo así”.

Cuando su relación con el domador fracasó, Estefanía se embarcó en un matrimonio de 14 meses con un acróbata portugués, Adans Peres. Así que, naturalmente, cuando aquella unión terminó y Pauline recaló de nuevo en el palacio de Montecarlo, decidió que quería ser acróbata. “Me atraía la idea de vestir leotardos con brillos”, confiesa ahora. Posteriormente, se sacó el título de buceo y compitió en el Campeonato Mundial de salto de trampolín juvenil y en los Juegos Olímpicos Juveniles. “Fue increíble experimentar esos contrastes”, reflexiona ahora Ducruet acerca de su adolescencia, durante la que por un lado, disfrutó de la vida circense y, por el otro, vio a su madre vestirse para el Baile de la Rosa, cenas formales y galas benéficas. “Ser parte de todas esas cosas te convierte en una persona más fuerte. Comprendo que mi educación fue inusual, y aprecio que así fuera. Agradezco haber tenido la infancia que tuve”.

El día que se realizó esta entrevista, la familia de Ducruet vuelve a aparecer en las noticias: aumentan los rumores sobre la relación entre su tío, el Príncipe Alberto II de Mónaco, y la esposa de este, la princesa Charlene. En mayo ella viajó a su tierra natal, Sudáfrica, para apoyar una campaña de protección al rinoceronte blanco, una especie que se encuentra en peligro de extinción. Desde entonces no ha vuelto a la Costa Azul y eso ha generado suspicacias acerca de una posible ruptura matrimonial. El palacio monegasco emitió un comunicado en el que afirmaba que la Princesa padecía una afección de oídos, nariz y garganta que le impedía volar. Entretanto, sin embargo, las habladurías aseguraban que era el Príncipe, y no su salud, lo que la mantenía alejada del principado.“Yo sé lo que pasa”, asegura Pauline acerca de su actitud frente al frenesí de los tabloides. “Así que no necesito leer las revistas para informarme. Cada vez que el centro de atención recae sobre mi familia sé por qué es, ya no me sorprende”, sentencia.

Actualmente ocupa el puesto 16 de la línea de sucesión al trono, pero está menos interesada en eso que en demostrar su valía como mujer de negocios. Muestra con orgullo algunos diseños de la segunda colección de Alter. Y se esfuerza por dejar claro que la firma no es el típico capricho de una miembro de la alta sociedad, aunque al hablar con ella ciertamente se hace difícil no tener en cuenta sus glamourosos orígenes, especialmente cuando explica cómo el estilo de Estefanía ha inspirado sus creaciones.

“He visto a mi madre mientras se arreglaba para las galas, con trajes de noche y diamantes, pero al día siguiente nos llevaba a la escuela vestida con unos vaqueros gastados y unas botas –explica–. Esos dos mundos están en mis colecciones: uno lujoso y otro dotado de un espíritu rebelde. Mi madre ha sido una mujer fuerte que se expresaba a través de la moda, igual que mi abuela. Ambas fueron iconos de estilo en su época y decían muy claro que pensaban”.

Puede que sus años formativos fueran ajetreados, pero aun así considera a su madre –a la que llama mientras charlamos para confirmar que se ha cambiado de hotel– como su mejor amiga y se refiere a ella como una persona cool. Comenta que sigue ayudándola a ella y a sus hermanos a manejar sus preocupaciones, cocinándoles pasta carbonara casera, incluso ahora que se acercan a los 30. Y le agradece especialmente que los haya mantenido alejados de los focos durante mucho tiempo.

CUANDO VIVÍ EN EL CIRCO FUE UNA ÉPOCA DE TOTAL LIBERTAD, ALGO GENIAL PARA UN NIÑO .

EN MIS COLECCIONES HAY SIEMPRE DOS MUNDOS, UNO LUJOSO Y OTRO REBELDE .

Con 18 años, Ducruet dejó la casa familiar y se mudó a París para estudiar diseño de moda en el Instituto Marangoni, y después de eso ingresó en la Parsons School of Design, en Nueva York. Posteriormente fue becaria en la edición estadounidense de Vogue y en la firma Louis Vuitton. “Pensé que quería ser editora pero luego, cuando estaba en la publicación, me di cuenta de que aquello no era para mí. En Louis Vuitton me pasó lo mismo, aunque allí aprendí mucho sobre la industria de la moda; sobre todo que no es toda ostentación y glamour. Comprendí que se basa en el trabajo duro, y te exige sensibilidad, sudor y lágrimas. Y también supe que quería ser una creadora”.

Pauline reconoce que, cuando decidió lanzar su propia marca, para ella fue particularmente importante demostrar que podía hacerlo por su cuenta y usando su propio nombre aunque, añade, su familia “obviamente ha sido una ayuda y un gran apoyo”. En todo caso, asegura con firmeza, Alter es un proyecto exclusivamente suyo. La ropa está inspirada en el estilo de vida que llevaba antes de la pandemia –noches de fiesta hasta el amanecer en Nueva York– y, afirma con palabras propias de la Generación Z, que es “sostenible, unisex y no binaria”.

Su sitio web presenta a personas de género indeterminado ataviadas con sedosos trajes culotte de una sola pieza, que caminan de la mano entre las hojas. Y exhibe sus creaciones en la alfombra roja de Montecarlo, entre ellas un notable esmoquin de satén carmesí.

Actualmente vive y trabaja entre París y Mónaco, y para ello acostumbra a tomar el tren con su perra Nala. “He encontrado mi equilibrio en el ámbito laboral, pero también en lo que respecta a mis amigos y mi familia”, asegura. Instagram nos informa de que tiene un novio, Maxime Giaccardi, que es fundador de una firma de “experiencias de lujo”, pero es cautelosa al hablar de él. Y eso resulta comprensible, probablemente, teniendo en cuenta que todos los demás miembros de su familia contemplan sus respectivas vidas siendo el cegador centro de atención.

Con el objetivo de aumentar la autoridad de la familia real de Mónaco en el mundo de la moda, afronta una nueva etapa en su vida. ¿Siente el peso de la historia? “No soy una mujer especialmente valiente, pero tengo convicciones. Y quiero demostrar que es posible estar en esta industria y tener un verdadero propósito”, puntualiza. ●

QUIERO DEMOSTRAR QUE ES POSIBLE ESTAR EN EL MUNDO DE LA MODA CON UN PROPÓSITO .

SUMARIO

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2021-10-23T07:00:00.0000000Z

2021-10-23T07:00:00.0000000Z

https://lectura.kioskoymas.com/article/281831466925007

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