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CARLA SUÁREZ

“Quiero que la gente sepa que, cuando uno tiene cáncer, no siempre acaba mal”

No me gusta realmente el tenis, pero aquí estoy: no puedo vivir sin él”. Estas impactantes declaraciones pertenecen a Serena Williams, ganadora de 39 títulos de Grand Slam y de cuatro medallas de oro en los Juegos Olímpicos. También es el referente de la tenista Carla Suárez, que en 2016 fue la sexta en el ranking femenino y que comparte con Williams esa ambigua relación con su profesión. “Me gusta el tenis, pero no soy una apasionada”. Esas palabras explican bien por qué en diciembre de 2019 comunicó al mundo que su relación con el tenis tenía fecha de caducidad, sin saber que lo que caracteriza a las rupturas es que por mucho que se planeen, Cupido cuenta siempre entre sus flechas con giros de guión y deus ex machinas con los que dinamitar los planes. Lo que ni Carla, ni el dios del amor ni el guionista más enrevesado podían haber previsto era que serían dos letras C las que cambiarían la trama: el coronavirus y el cáncer.

La canaria llega a nuestra cita con absoluta puntualidad, ataviada con ropa deportiva, su raqueta de tenis y una serenidad contagiosa. “Como no me gusta mucho la moda, normalmente me dan pereza las sesiones de fotos, pero de vez en cuando me atraen algo más de lo normal. Antes, cuando jugaba en el día a día, estaba muy cansada. Y como me encanta estar en casa y descansar, casi siempre rechazaba las propuestas de fotos. Ahora, sin embargo, estoy más tranquila. Mi rutina es más relajada y ya llevo en Barcelona unos seis meses. Por eso hoy estoy aquí: porque me apetece hacerlo”, reconoce. Aunque no pone una sola objeción a ninguno de los looks que se prueba, insiste en que en alguna fotografía ni gorras ni cintas cubran su cortísimo pelo: quiere que la gente lo vea.

Ha cumplido ya con todos sus ciclos de quimioterapia, que ha ido inmortalizando en sus redes sociales para mandar un mensaje de esperanza. “No lo he hecho a modo de diario, porque hay un par de sesiones que no he subido. Lo que he querido es dar visibilidad a la enfermedad y que la gente viera la evolución. Cuando haces sesiones de quimio hay sufrimiento, por supuesto, pero quiero que la gente sepa que, cuando uno tiene cáncer, no siempre acaba mal”. Es su caso: dos semanas después de hacer esta sesión, anunció que lo había superado. “Quería mandar ese mensaje a la gente joven que lo sufre, porque sé que a algunos se les habrá caído el mundo encima si tienen que pasar por el mismo proceso. Al ver a gente cómo yo, espero que tengan la esperanza de salir adelante”.

Alo largo de la entrevista, Carla habla en numerosas ocasiones de “su enfermedad”. ¿Teme darle nombre? “No uso la palabra cáncer por los demás, no por mí. Soy consciente de que he tenido mucha suerte, porque mi evolución ha sido muy buena. En casa, por así decirlo, ni nos hemos enterado, pero entiendo que si hablas de cáncer con alguien que lo ha sufrido mucho, o que tiene familiares que lo han sufrido, no es agradable”. Sin lugar a dudas, el tenis le ha servido para sobrellevar un proceso para el que no hay un entrenamiento psicológico reglamentario. “No me he entrenado mentalmente. Te dicen que ser positiva ayuda, pero como desde el comienzo he tenido la suerte de que todo iba bien, para mí ha sido sencillo. El tenis es un deporte muy solitario, tienes que sobreponerte a muchos dolores para seguir entrenando. Si has comenzado mal un partido, has de superar los baches para ponerte bien. Es un deporte de lucha y superación que se vive muy a solas, y eso me ha ayudado. Entrenar también me ha servido de apoyo. Durante la quimioterapia he intentando hacer

EL ÉXITO NO SE REDUCE A SER LA NÚMERO 1. EL MÍO HA SIDO SUPERARME Y EL CARIÑO DE LA GENTE

Había decidido dejar el tenis cuando la pandemia y un linfoma de Hodgkin la obligaron a salir de las pistas. Hoy, superada ya la enfermedad, nos cuenta todo lo que ha sacrificado por un deporte que jamás ha sido su pasión.

Por Marita ALONSO Fotografía: Bèla ADLER Kati LAHNE

lo que podía y lo que me apetecía”. Subrayemos dos datos de sus declaraciones, porque no será la última vez que recalque el carácter solitario del tenis ni que, a la hora de entrenar, ponga como condición “tener ganas”.

Carla ha alcanzado el momento de su vida en el que no quiere vencer la soledad a raquetazos y en el que no hay reveses (el revés a una mano, por cierto, es una de las características de su juego) suficientes para esquivar la falta de ganas que tiene de sacrificar su tiempo para entrenar. Como ocurre cuando en una relación sentimental las emociones comienzan a evaporarse, llevaba tiempo dándose cuenta de que su amor por el tenis se había debilitado. Un amor que, como ya ha destacado, nunca fue apasionado. “Creo que no tengo ninguna pasión real. Empecé en el tenis por casualidad. Mi madre era profesora en el colegio al que yo iba y, como actividad extraescolar, me apuntó a clases de tenis. Había cosas que compensaban el sacrificio, como los viajes, pero el tenis nunca ha sido mi pasión. Cuando las cosas no van bien en el trabajo, quien realmente le pone pasión es capaz de valorar sus partes positivas. Sin embargo, cuando el tenis no te gusta tanto, se vuelve complicado. Semana a semana, me iba dando cuenta de que algo fallaba; me hacía mucho más feliz lo que vivía fuera que lo que vivía en el tenis. Fue entonces cuando decidí terminar. Quería despedirme jugando durante 2020 para despedirme de todos esos sitios a los que había ido durante más de 10 años. Me iba a dar un año de margen para dar el 100%, pero siendo absolutamente consciente de que no sería como antes, cuando sacrificaba cosas por el tenis que ya no estoy dispuesta a ceder”, explica.

Sin embargo, una pandemia interrumpió sus planes de despedida, a la que todavía le esperaba otro revés: un linfoma de Hodgkin. Aunque su adiós a las pistas va a ser diferente a la que tenía en mente, los Juegos Olímpicos siguen estando en su cabeza. “Estoy entrenando, pero el corte es en junio, por lo que hasta entonces no sabré si estoy clasificada. Estoy yendo al gimnasio y he vuelto a entrenar en pista de una forma progresiva, porque llevo mucho tiempo sin entrenar a ese nivel y el cuerpo me va dando pequeños avisos. Desde el 1 de marzo, entreno de forma específica para mi regreso al tenis, para el que también me estoy preparando mentalmente”, explica.

La razón por la que no le agobia que la vida haya truncado sus planes de despedida es, sencillamente, que no se la imaginaba de una manera concreta. “Tenía en mente jugar durante 2020 en 15 sitios diferentes. Lo cierto es que me veía jugando por última vez en el Open de Madrid, y no va a poder ser. Pero tengo pensado que el último torneo sea en Nueva York, aunque todo depende de la pandemia”, dice sin un atisbo de tristeza ni decepción. Su mirada no se ilumina al hablar del tenis, pero sí lo hace cuando nos adentramos en su vida fuera de las pistas.

Lo habitual al preguntarle a quien va a despedirse de su profesión sobre sus planes es que enumere varios proyectos. En el caso de Carla, solo tiene uno, que resulta el más ambicioso de todos: “Descansar”, responde con ganas. Su carrera en el tenis le ha privado del reposo, de su adorada isla y de la compañía de sus seres queridos, y a partir de ahora solo quiere disfrutarlos. Como asegura que su sueño es jugar tres torneos más, le preguntamos cuáles son sus tres torneos pendientes en la vida, una vez alejada de las canchas. El primero lo dice de inmediato: “Ser madre”. A los otros dos, les da más vueltas. “Poder estar con mis seres queridos muchos años. Y el tercero, volver a vivir en Canarias, aunque la pregunta del millón es cuándo podré hacerlo”, dice.

Regresamos a su primer torneo pendiente, el de la maternidad. “Cuando pase, pasará. Y si no ocurre nunca, no pasa nada”, señala la tenista con tranquilidad. “Si tuviera hijos, les diría que el tenis es un deporte mucho más complicado que los demás. Si por mí fuera, les diría que practicaran mejor un deporte de equipo, porque así podrán compartir alegrías y decepciones. Pero por

VI QUE ALGO FALLABA; ME HACÍA MUCHO MÁS FELIZ LO QUE VIVÍA FUERA QUE EL TENIS.

EN EL CIRCUITO

FEMENINO SE COMPITE POR MÁS COSAS AL MARGEN DEL DEPORTE.

supuesto, les explicaría que el tenis transmite muchos valores”, asegura antes de confesar que no ha hecho más de siete amigas durante su carrera deportiva. “En el circuito femenino se compite por más cosas al margen del deporte. Nos preocupamos de quién viste mejor, quién lleva mejor las uñas, quién sale en qué revista, si ha sido o no portada... No hablaría de odio entre nosotras, pero sí creo que somos más frías. No es fácil hacer amigas cuando no puedes compartir ciertas cosas, porque las pueden utilizar en tu contra en un partido”. Aclara que otro de los motivos por los que deja el tenis es para disfrutar de más tiempo junto a su novia, la futbolista internacional Olga García. “Nunca dejes de sonreír, eso es lo que me has enseñado”, escribió García cuando Carla comunicó a sus seguidores, a través de su cuenta de Instagram, su enfermedad.

Antes de terminar este partido, le pedimos que nos de un titular que sirva para poner el punto final a su carrera en el tenis. “La lucha de Carla ha dado sus frutos –dice, tras reflexionar un momento–. A mí no me vale que te valoren solo por ser la número uno. No creo que el éxito se reduzca a eso. Mi gran triunfo ha sido la regularidad, superarme cada año que he estado jugando y el inmenso cariño que he recibido de la gente”. ●

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2021-05-08T07:00:00.0000000Z

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https://lectura.kioskoymas.com/article/281479279276754

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