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LOS BAILES PERDIDOS

Con pasos limitados y distancias, pero el baile marca el ritmo este verano. El cine, la moda y el arte se refugian en la danza para reivindicar el movimiento.

Ya lo decía Emma Goldman: “Si no puedo bailar, tu revolución no me interesa”. Aún a riesgo de caer en tópicos, su proclama parece haber adquirido una nueva dimensión en esta extraña normalidad. Más allá de las pandémicas coreografías de TikTok, la agenda se llena este verano de musicales fascinantes, como Annette de Leos Carax (20 de agosto); los museos suplen la carencia con enérgicas exposiciones alrededor de la danza y, sin saltarse la distancia social, aparecen propuestas creativas que estudian los márgenes para devolvernos el movimiento. Desde Social! The social distance club, el músico David Byrne transformó el Armony de Nueva York en una extravagante pista de baile, para alcanzar, desde pequeños círculos individuales repartidos por la sala, esa catarsis colectiva que solo se consigue a través del baile. “Hay en él una especie de crudeza y franqueza: son movimientos reales, son emociones reales”, defiende el diseñador Dries Van Noten, que presentó su última colección con una rítmica performance para sacudirse la frustración. Un liberador ejercicio en el que insisten también Erdem, Zimmermann y Rodarte. Porque el baile es “patrimonio común”, como defienden desde el colectivo madrileño Ciudad Bailar, que ha lanzado una propuesta para que sea declarado interés cultural. ¿Bailamos?

EDITORIAL

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2021-07-31T07:00:00.0000000Z

2021-07-31T07:00:00.0000000Z

https://lectura.kioskoymas.com/article/281590948593635

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