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GIMENO A LA GUARDIA CIVIL: «SON MIS HIJAS Y HAGO LO QUE ME DA LA GANA»

La novia no alertó de la carta de despedida y contó que le había dado 4.000 euros menos

CRUZ MORCILLO MADRID

Beatriz Zimmerman, la madre de Olivia y Anna, ya había hablado tres veces en menos de una hora con su expareja Tomás Gimeno, entre las nueve y las diez de la noche del 27 de abril. En la tercera llamada (21.59), él le dijo que ya no iba a ver más a las niñas ni a él, que se iba con ellas a empezar una nueva vida. Según el auto de la juez, las dos siguientes llamadas (22.30 y 22.40) la madre, angustiada, las hace desde el puesto de la Guardia Civil «siendo la respuesta de Tomás la misma, aun cuando intervino un agente».

«Son mis hijas y hago lo que me dé la gana. ¿Quiénes sois vosotros para decirme lo que tengo que hacer?», fue más o menos su respuesta cuando el funcionario le insistió en que tenía que entregar las niñas a su madre y le advirtió de que se metería en un lío si no lo hacía. Ni Beatriz ni ese agente podían imaginar que a esa hora Gimeno ya las había matado y lanzado sus cuerpos al mar para que jamás las encontraran. Los agentes ya conocían sus bravuconadas, lo habían sancionado y habían tenido que mediar en algunas agresiones que protagonizó.

Alrededor de las doce de la noche, una patrulla acudió a su casa, pero allí no estaba. La patrullera del Servicio Marítimo que lo paró y lo sancionó a las 23.15 ignoraba que la madre ya había alertado de lo que ocurría. Con lo que se sabe ahora, tras los posicionamientos de su teléfono y las grabaciones de las cámaras tampoco podrían haber impedido que matara a sus hijas, porque ya se había deshecho de los cuerpos. Tal vez sí se le podía haber detenido.

«Sabía que estaba con ellas»

Aquella madrugada, Beatriz no paró de llamarlo en toda la noche. Logró hablar con él otras tres veces, tratando de que entrara en razón. A las 2.11 se despidió de ella definitivamente. Pero en medio mandó cuatro mensajes también de despedida, a tres amigos y a su padre. A este a las 2.05 de la madrugada. Le dijo que lo sentía por él pero que necesitaba esto y que por fin estaría bien y como quería.

Beatriz ha asegurado a su entorno que su exsuegro no la llamó para contarle ese mensaje y que los padres de Gimeno no se han puesto en contacto con ella en ningún momento. Tomás era el niño mimado en esa casa, por la que pasó con los cadáveres de sus hijas en el maletero para dejar a su perro, las llaves de su Alfa Romeo, dos tarjetas de crédito y las claves de las mismas.

A esa hora, aunque nadie lo sabía, Olivia y Anna estaban ya en esa tumba a mil metros bajo el agua. Pero a las 17.20 horas de la tarde estaban vivas y felices y fue entonces cuando la novia de Gimeno abrió el estuche que le entregó él con un fajo de 6.200 euros y una carta de despedida. Además de la novia, es la directora del centro al que Olivia asistía dos tardes por semana para aprender alemán. Conocía a las niñas y conoce a Beatriz. A la madre no le dijo nada y tampoco alertó a nadie. De hecho, cuando se descubrió la desaparición, contó a alguien cercano que Tomás le había dejado 2.200 euros, según declaró esa persona, es decir, 4.000 euros menos de lo que consta en el auto de la juez.

No ha trascendido el contenido de ese adiós de Gimeno hacia la que era su pareja, «pero ella sabía que las niñas estaban con él porque recogió a Olivia en el centro y fue cuando le entregó el paquete diciéndole que lo abriera a las once de la noche», explica Joaquín Amills, presidente de SosDesaparecidos y portavoz de Beatriz. Cuando la Guardia Civil lo descubrió, al principio por lo menos, la mujer lo negó. Nadie alertó del grave peligro.

ABC 2

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2021-06-15T07:00:00.0000000Z

2021-06-15T07:00:00.0000000Z

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