El Instituto de Medicina Legal de Santa Cruz de Tenerife pidió ayer «prudencia extrema» sobre las interpretaciones del informe preliminar de autopsia de Olivia. Aunque la causa inmediata de la muerte sea «compatible con edema de pulmón agudo», eso no permite aventurar hipótesis como el ahogamiento o la inhalación de tóxicos, dicen, y esas especulaciones «solo sirven para generar confusión y añadir más dolor a personas que ya están sufriendo bastante». Señalan, además, que los resultados de los análisis químicos tardarán al menos dos semanas. No quieren que Beatriz Zimmerman pase por un dolor aún mayor.

La carta difundida por ella muestra a una mujer destrozada pero dispuesta a que la monstruosa muerte de sus hijas sirva para algo. «Deseo que la muerte de Anna y Olivia no haya sido en vano. Y que aunque ahora sintamos el mayor odio, desesperanza y dolor, no sea para traer más sufrimiento al mundo sino lo contrario. Que trascienda en amor para los niños en forma de protección, educación y respeto. Gracias a ellas, muchos padres miran ahora a sus hijos de otra manera y valoran mucho más el amor y los momentos diarios de las cosas simples. Lo que yo daría por peinarles el pelo...». Es un extracto de un mensaje que aspira a trascender.

Y frente a sus palabras conmovedoras, las de otro individuo, venenosas: el cura Fernando Baéz, que atribuye los asesinatos de Gimeno a la «infidelidad» de su expareja en varios medios de comunicación y redes sociales. La Fiscalía de Las Palmas ha abierto una investigación de oficio para ver si ha incurrido en delito. Esas declaraciones han sido desautorizadas y rechazadas por el Obispado de Canarias.