El 9 de noviembre de 1940 Eugenio d’Ors, por entonces patrono del Prado, hizo una propuesta de dotar al museo de una escuela análoga a la del Louvre. Tuvieron que pasar décadas para que ese sueño se hiciera realidad. El Casón del Buen Retiro, que en 1971 fue adscrito al Prado y acogió la pintura del XIX (desde su llegada a España estuvo allí el ‘Guernica’ durante once años, hasta que se instaló definitivamente en el Reina Sofía), se convirtió en sede del Centro de Estudios del Prado en 2009, año en que se celebró la primera Cátedra del museo, a cargo de Philippe de Montebello. Pero, como explica Miguel Falomir, director de la pinacoteca, faltaba por darle coherencia a un proyecto que estaba poco definido. Con Javier Arnaldo al frente, este centro aspira a convertirse en lugar de reflexión y debate sobre museos y sobre las colecciones del Prado, así como a ser puente entre la universidad y la pinacoteca. Tiene dos objetivos principales: la formación y la investigación. Cuenta con un presupuesto de unos 250.000 euros anuales, aparte de los proyectos patrocinados. Y será uno de los programas del Prado que se verán beneficiados con los fondos europeos: el museo recibirá 22 millones en cuatro anualidades.

Ayer se presentaron las líneas de actuación del Centro de Estudios, cuyo corazón está formado por la biblioteca, el archivo y el servicio de documentación. A las becas ya existentes se suman dos nuevas posdoctorales: la beca Fundación María Cristina Masaveu Peterson de Estudios Curatoriales (dotada con 43.200 euros) y la beca Allen & Overy de Estudios de Género (38.000 euros). Se celebrarán encuentros ( ‘Alteridad: judíos y musulmanes en la cultura visual medieval y moderna del Mediterráneo’), congresos internacionales (‘Coordenadas culturales en la museología del presente: cinco neologismos’), seminarios, simposios, conferencias, prácticas formativas... La Cátedra 2021 (del 4 al 26 de noviembre) correrá a cargo del prestigioso medievalista Justin Kroesen.