Tal como veíamos venir, Sánchez busca hacer coincidir el final del uso de las mascarillas con su plan de indultos a los presos del ‘procés’, de tal manera que la ciudadanía hable y celebre lo primero y deje pasar de largo lo segundo. Es su forma de hacer política, donde importa más la forma, la pose, el gesto, incluso el desplante, antes que el fondo o la materia. A costa a veces de ridículos como el del paseíllo con Biden. Pero toda campaña de publicidad lleva consigo el riesgo de encontrar su réplica. También esta vez. Sánchez nos anuncia que podremos quitarnos las mascarillas en una semana para él poder así quitarse definitivamente la máscara de los indultos, para dejar de disimular. Él y la élite catalana que durante décadas hizo fortuna con el pujolismo, a costa de subordinarse a sus dictados; callando y consintiendo. Esta semana se han quitado la mascarilla y han mostrado sus intenciones. Las de siempre: dejarles manos libres a los secesionistas.