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LOPE DE VEGA EN LA LISTA DE EMBARCADOS

En el documento hallado por Geoffrey Parker (en el círculo) en los Archivos Estatales de Viena figura «Lope de Vega de Madrid» entre los 179 aventureros de la relación fechada el 10 de mayo de 1588

de mayo y después de tormentas y vientos contrarios, salió de Coruña el 22 de julio. Trabó combates desde el primer día que avistaron cerca de Plymouth a la flota inglesa, el 31 de julio. Lope debió vivir en primera línea las más de cuatro horas de fuego artillero que se saldó con la explosión del San Salvador y la muerte de sus doscientos tripulantes. El San Juan terminó con daños graves en el trinquete y la jarcia fija.

No hubo mucho tiempo para lamerse las heridas. El día 2 de agosto Recalde tuvo que enfrentarse casi en solitario a la acometida de 18 buques ingleses que se lanzaron contra el ala derecha donde estaba el San Juan. Y el día 3 se repitió el escenario al amanecer. Pero todos temían la potencia de la artillería del galeón, que recibió «más de doscientos cañonazos sin querérsele pasar ninguna nao de las del enemigo de la popa adelante, temiendo el daño que recibían de él y habían recibido los días atrás, y así huían de sus costados». Lope tuvo, sin duda, mucha más pólvora y sangre de la que seguramente imaginaba cuando partió.

Tras el ataque con brulotes en Calais, en la batalla de Gravelinas, el 8 de agosto, el San Juan fue el buque que abrió fuego. Recibió «más de mil cañonazos acompañados de mucha arcabucería y mosquetería, siendo adecuadamente respondidos por el español con trescientos disparos de cañón», según consigna GonzálezAller en ‘La batalla del Mar Océano’.

El buque de Recalde sufrió de lo lindo durante la circunnavegación de las Islas Británicas para regresar a España, superando tempestades pavorosas que dispersaron la flota e hicieron naufragar a 23 navíos en la costa irlandesa. Cientos, miles de náufragos que lograron llegar a las playas eran masacrados sin piedad por los soldados ingleses. El San Juan asistió a otras naves y a punto estuvo de irse a pique en varias ocasiones. El propio Recalde llegó tan enfermo que murió el 23 de octubre, un par de semanas después de atracar en La Coruña el 7 de octubre.

Siempre acompañado por su fiel amigo Claudio Conde, Lope era uno de los convictos que se enrolaron para reducir sus penas o saldar cuentas con la justicia. Entre ellos había nobles. Geoffrey Parker está escribiendo un nuevo capítulo de su libro sobre la Armada, que titulará ‘Men behaving badly’, en el que destaca al conde de Paredes y sobre todo al príncipe de Áscoli, bastardo de Felipe II, embarcado en el buque de Medina Sidonia con 39 sirvientes «para tomar las armas». Lope volvió a La Coruña. «No he encontrado una lista de los supervivientes del San Juan. Debía estar en La Coruña pero qué lástima que nosotros los ingleses quemáramos el archivo al año siguiente en 1589 –bromea Parker, en referencia al ataque de Drake–. Pasó lo mismo en el de Cádiz, no hay nada anterior a 1597».

Lope embarcó bisoño en la marina pero veterano en sus batallas de amores. «Aunque si amor es guerra y fui soldado,/ mudé la ciencia, pero no el estado», dirá en su ‘Égloga a Claudio’ casi al final de sus días. En el mar quería olvidar a Elena y merecer a Isabel. «Mas luego a Marte en mi defensa nombro,/ y paso entre la gente castellana/ la playa lusitana,/ el arcabuz al hombro,/ volando en tacos del cañón violento/ los papeles de Filis por el viento», añade. Si quemó cartas o papeles de Elena en un cañonazo no se sabe a ciencia cierta, pero Geoffrey Parker ve en lo del arcabuz otro dato veraz: «Hay una orden de Felipe II de que a los soldados se les cambien al embarcar las picas, inútiles en la batalla naval, por arcabuces. Es un dato más que corrobora que estuvo allí».

Merecer a Isabel no iba a ser fácil con su temperamento, pero la amará hasta que ella muera en su segundo parto en 1594. En Lisboa la imagina despidiendo a la Armada y llorando desde una torre, embarazada, lanzándole reproches: «Vete, crüel, que bien me queda/ en quien vengarme de tu agravio pueda».

El poeta habló de la Armada en más de una decena de obras. Otra anécdota picante que hoy podría molestar: al duque de Sessa le contará en una carta que en Lisboa «se apasionó una cortesana de mis partes, y yo la visité lo menos honestamente que pude; dábale unos escudillos, reliquias tristes de los que había sacado de Madrid a una vieja madre que tenía; la cual, con un melindre entre puto y grave, me dijo así: No me pago cuando me huelgo». Así era Lope a punto de cumplir los 26. Aventurero intrépido que sobrevivió a la Armada para convertirse en el mejor poeta del Siglo de Oro. Ya tenemos pruebas y quien lo probó lo sabe.

ENFOQUE

es-es

2021-06-20T07:00:00.0000000Z

2021-06-20T07:00:00.0000000Z

https://lectura.kioskoymas.com/article/281814286822398

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