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Sánchez -Biden, 29 segundos de paseo en la OTAN: los entresijos de un fiasco

Desde abril, cuando Biden confirmó su viaje a Europa, la Casa Blanca recibió repetidas peticiones desde La Moncloa para una reunión bilateral Redondo pudo hablar con su homólogo, Ron Klain, el 7 de junio pero el encuentro quedó en anécdota

DAVID ALANDETE WASHINGTON

En 2019 un alto funcionario llegó a amenazar a España si seguía permitiendo que Venezuela tuviera cuentas en el Banco de España

Biden ha llamado a líderes de países como Italia, Argentina, Irlanda, Sudáfrica o Costa Rica... aún no telefoneó a Sánchez

Cuando el 23 de abril el presidente estadounidense, Joe Biden, anunció que en su primer viaje al extranjero visitaría Bruselas para mantener reuniones con los líderes de la Unión Europea y la Alianza Atlántica se puso en marcha una gran maquinaria de presión para que en la agenda entrara un encuentro con el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, con una serie de intensas gestiones por la vía diplomática y por medio de intermediarios ante la Casa Blanca, incluido Iván Redondo, que acabaron en un inconsecuente paseo por un pasillo de 29 segundos de duración en el que no se acordó nada de envergadura.

La cumbre en Bruselas era una oportunidad a ojos de La Moncloa perfecta, tras meses de silencio. Biden no había tomado la llamada de Sánchez, que ya le había felicitado por su victoria en las elecciones presidenciales el 7 de noviembre por medio de Twitter, ofreciendo «cooperar con los EE.UU. y hacer frente juntos a los grandes retos globales». Agenda demasiado apretada, alegaban en su equipo.

Siete meses sin llamada

No es que Biden no tomara el teléfono a mandatarios extranjeros tras ganar las elecciones. Sí lo hacía, y con frecuencia, porque sobre todo necesitaba aparentar normalidad ante las acusaciones de Donald Trump de que había habido un gran fraude electoral y su presidencia era ilegítima. Habló Biden, como presidente electo, con Justin Trudeau de Canadá, Boris Johnson de Reino Unido, Emmanuel Macron de Francia, Angela Merkel de Alemania y hasta Micheál Martin de Irlanda, entre otros.

Más de siete meses pasaron y Biden no quiso hablar con Sánchez hasta ese brevísimo paseo. Antes sí se había tomado la molestia de hablar por teléfono con una treintena de mandatarios, incluidos el italiano Giuseppe Conte, la neozelandesa Jacinta Arden, el argentino Alberto Fernández, el sudafricano Cyril Ramaphosa y el costarricense Carlos Alvarado.

Había habido esperanza en el Gobierno español de que las cosas cambiarían con el relevo en la Casa Blanca. Trump mantuvo una excelente sintonía con Mariano Rajoy, al que en 2017 llegó a invitar a una jornada entera de trabajo en la Casa Blanca y a una conferencia de prensa conjunta en la rosaleda, algo reservado a socios especiales. Pero tras el ascenso de Sánchez, las relaciones entre Madrid y Washington entraron en una fase gélida. Eran comunes las amenazas —a veces cumplidas— de aranceles y desinversión por todo tipo de supuestos agravios.

En 2019 un alto funcionario en una conversación con Bloomberg llegó a amenazar con sanciones a España si seguía permitiendo que la dictadura venezolana tuviera cuentas en el Banco de España, algo insólito. A este diario dijo otro funcionario que a ojos de la Casa Blanca «España no ha sido de ayuda alguna» a la hora de resolver la crisis venezolana. Era desprecio tras desprecio. El gesto que mejor representa ese desdén es el de Trump mandando a Sánchez a sentarse en una cumbre del G-20 en Japón en junio de 2019.

Las cosas, sin embargo, no han cambiado con el relevo que Sánchez ha descrito de «progresista» en la Casa Blanca. Biden se ha negado a tomarle el teléfono a Sánchez para conversar apenas unos 10 minutos, a pesar de que el Gobierno español ha pedido esa conversación en no pocas ocasiones.

«El presidente mantiene una agenda completa, centrada en la pandemia, y valora la relación trasatlántica y el apoyo de España en un gran abanico de asuntos, como la lucha antiterrorista y contra el extremismo». Esto es lo único que fuentes en la Casa Blanca dicen al ser preguntadas por una posible conversación de enjundia, al menos de más de 30 segundos, con Sánchez, que no sea en un pasillo. La ha tenido Biden hasta con el presidente de Ucrania, Volodimir Zelensky.

No es que La Moncloa no lo haya intentado. El 2 de febrero la directora general Departamento de Asuntos Exteriores en el Gabinete del Presidente del Gobierno español, Emma Aparici Vázquez de Parga, que es una veterana diplomática española, consiguió hablar con Jake Sullivan, el influyente consejero de Seguridad Nacional de Biden. En el marco de esa conversación se comenzó a tratar la posibilidad de una conversación o un encuentro entre dos países al más alto nivel. Sobre todo dado que Trump había invitado a los Reyes de España a una visita de estado el año pasado, que fue pospuesta indefinidamente por la pandemia.

Finalmente, el 16 de febrero, se produjo el primer contacto a nivel ministerial. El jefe de la diplomacia estadounidense, Antony Blinken, aceptó conversar brevemente con la ministra española de Exteriores, Arancha González Laya. Los asuntos en agenda fueron los típicos de la relación bilateral. Según Ned Price el portavoz diplomático de EE.UU.: las bases de uso compartido, cambio climático, la pandemia, Rusia, China y Venezuela, que a instancias de EE.UU. sigue saliendo en todas las conversaciones bilaterales aun después de Trump. El 23 de marzo ambos se vieron en una reunión ministerial de la Alianza Atlántica.

Desde finales de abril, cuando Biden confirmó su viaje a Europa, la Casa Blanca recibió repetidas peticiones para un encuentro bilateral por la vía formal, con asesores y una agenda sobre la mesa, como las que tendría con Macron, Merkel y otros en el marco del G-7. Washington se resistía. Biden, célebre por su tardanza y por tomarse las agendas como algo aproximado, no quería abarcar demasiado. El propio Iván Redondo, jefe de gabinete de Sánchez, consiguió hablar con su homólogo estadounidense, Ron Klain, el

7 de junio, según fuentes gubernamentales de EE.UU. Se acordó que el encuentro podía quedar en lo que se conoce en círculos diplomáticos como un «pull aside», una conversación en los márgenes de una cumbre a la que acuden varios jefes de estado y de gobierno, donde se repasan rápidamente asuntos pendientes y planes a futuro, en un tono cordial. Inmediatamente, La Moncloa filtró que Biden y Sánchez tendrían «un encuentro», para «hablar y conocerse».

España creía tener eso asegurado cuando el pasado viernes 11 de junio la ministra González Laya volvió a hablar por teléfono con Blinken, en su segunda conversación en estos seis meses de presidencia demócrata, para cerrar los detalles. Según Price, el portavoz diplomático de EE.UU., hablaron de la OTAN, que alojaba una de las reuniones de Biden en Europa, de migración, de Oriente Próximo, Nicaragua, y, como siempre, Venezuela.

Así llegó la agenda oficial de la Casa Blanca del 14 de junio. Figuraba reunión de Biden con los jefes de gobierno de Estonia, Kaja Kallas; Letonia, Egils Levits, y Lituania, Gitanas Nauseda. Una bilateral con el presidente turco, Recep Tayip Erdogan. Cumbres y fotos de familia. Pero ni una mención a Sánchez, algo que no es realmente raro si se trata de un encuentro en los márgenes.

Finalmente, en el hueco entre la foto de familia de líderes de la OTAN y la reunión formal, que en agenda figuraba de 13.25 a 13.30, Biden caminó por un pasillo y se le acercó Sánchez para unas breves palabras de 29 segundos, en un paseo debidamente inmortalizado por las cámaras.

Lenguaje corporal de Biden

Biden es un político que dice mucho en su lenguaje corporal, dado a las muestras de afecto, algo que no hizo con Sánchez. La Casa Blanca ha rehusado aclarar qué se trató en ese encuentro, después de que el propio Sánchez dijera que se habló de un gran abanico de temas, de defensa a Iberoamérica, pasando por el cambio climático y la agenda progresista. Es muy poco probable porque Biden no suele hablar de esos asuntos sin sus asesores presentes y un dossier por delante. Según ha confirmado la Casa Blanca después, el presidente de EE.UU. sí dedicó más tiempo a conversar con los líderes de otros países, como Bulgaria, Eslovaquia, Montenegro y Luxemburgo.

Más tiempo de tratar asuntos de enjundia tendrá Alejandro Mayorkas, que es el secretario de Seguridad Nacional de EE.UU., y que visitará España esta semana para tratar sobre la relación bilateral tras tomar parte en una ministerial en Lisboa. Aun queda la esperanza en Moncloa de que Mayorkas traiga algún mensaje de Biden.

ESPAÑA

es-es

2021-06-20T07:00:00.0000000Z

2021-06-20T07:00:00.0000000Z

https://lectura.kioskoymas.com/article/281998970416126

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