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«No pienso quitarme la mascarilla. Me siento desnudo»

‣ El fin de su uso obligatorio al aire libre tiene también detractores que seguirán protegiéndose ‣ El miedo al contagio sigue presente en las calles y no cesará hasta que toda la población esté inmunizada

ELENA CALVO MADRID

La última vez que Sara García salió a la calle sin mascarilla fue el 12 de marzo de 2020. Lo recuerda perfectamente. Dos días antes de que se decretara el estado de alarma y con el virus ya avanzando sin control por nuestro país. Salió de su casa en Talavera de la Reina (Toledo) para ir al hospital a hacerse unas pruebas y ya en ese momento se sentía nerviosa, desprotegida, pese a que por aquel entonces la mascarilla todavía era una desconocida en nuestra sociedad. Ahora, cuando piensa en esa ocasión, la tensión sigue. «Lo recuerdo con nerviosismo por haber estado en un hospital sin ella. Pero como ahí ya se hablaba del virus ya iba medianamente preocupada, me intentaba alejar de la gente y me lavaba las manos continuamente», explica.

Sara, de 32 años, es una de esas personas que no se quitará la mascarilla a partir del próximo sábado, fecha que el Gobierno ha establecido para poner fin a su obligatoriedad al aire libre. En su caso, lo hace por miedo, hasta tal punto que no se atreve a bajársela en la calle ni estando ella sola. «Tengo muchísimo miedo al virus. Lo llevo muy mal y quitarme la mascarilla para mí es un suplicio», lamenta. Y ese temor se transforma en ansiedad cuando se ve obligada a retirársela: «El otro día fui a una clínica y me la tuve que quitar. Me sentí desnuda, en peligro».

Espera que sus temores desaparezcan cuando todos los miembros de su familia –incluido su hijo de 5 años– estén vacunados, aunque para eso, cree, aún queda tiempo. A lo que se enfrenta ahora es a encontrarse con personas que no la lleven. «Tengo miedo a cruzarme a la gente sin ella. Voy a sentir inseguridad», dice. Para ella, además, tampoco es cómo llevarla, sobre todo con las altas temperaturas, pero asegura no poder hacer nada para remediarlo: «Si pudiera quitármela, me la quitaría. Pero psicológicamente no estoy preparada».

Juzgados por llevarla

A esta sensación, además, se suma otra: la de ser juzgada por seguir llevándola. «La mayoría de personas no entienden mi situación porque hacen vida prácticamente normal», explica esta peluquera, actualmente en paro. Ya se ha acostumbrado a que las personas con las que habla se sorprendan cuando el tema de conversación deriva en la situación actual y ella muestra su negativa a desprenderse de la mascarilla. Lo que no entiende ella, en cambio, es cómo hay personas que parecen no ser conscientes del dramático final que puede conllevar infectarse del virus. «No lo entiendo, no me cabe en la cabeza. H ay quien parece que no ha vivido nada», critica.

Pero cuando a la inseguridad que da exponerse al Covid-19 se suman también patologías previas, la decisión de no desprenderse de esta protección se reafirma. En esta situación se encuentra Marta Muñoz Gaona, vecina de Alcobendas (Madrid) de 51 años. Es asmática y lleva teletrabajando desde que comenzó la pandemia, pues donde más segura se siente es en su casa. Sus salidas a la calle son siempre con la mascarilla puesta y lo seguirán siendo hasta que considere que el peligro de contraer el virus es ínfimo. «Creo que de momento la situación no es de un control absoluto. Psicológicamente estamos muy cansados por todas las medidas, pero eso no tiene que contravenir el hecho de que todavía queda mucha población por vacunar», expone.

En su caso, sí se ve capaz de quitársela al aire libre cuando esté ella sola o con su familia y siempre en lugares aislados, como la montaña. Pero no por la ciudad. «No está de más que la sigamos llevando durante un tiempo. Yo no me la voy a quitar», sentencia. Como ella, muchas de las personas que tienen asma no se ven preparadas todavía para dejar de usar esta protección por las calles. Así lo explica Conxi Grau, presidenta de la Asociación de Asmáticos de Madrid (Asmamadrid), que considera que aún es pronto para desprenderse de la mascarilla porque el virus sigue estando presente. Cuando la totalidad de la población esté vacunada, reflexiona, las circunstancias serán óptimas para abandonarla.

El temor a contagiarse es una de las razones por las que a partir del próximo sábado se seguirán viendo mascarillas por las calles, pero no la única.

Bien lo saben en la Asociación Española de Ayuda Mutua contra Fobia Social y Trastornos de Ansiedad (Amataes), donde se están encontrando con miembros reacios a abandonarla por la seguridad que les aporta llevarla. «Al parecer, el motivo es que han encontrado en la mascarilla una autoprotección al llevar parte de la cara oculta», explican, y aseguran que la mayoría son personas que padecen fobia social, por lo que esconderse detrás de las mascarillas les aporta algo más se seguridad y menos ansiedad. «Estas personas, posiblemente, sigan llevándola durante algún tiempo poniendo alguna excusa», afirman.

Pero haber visto bien de cerca la peor parte de la pandemia, la que se

ha vivido en las camas de los hospitales, también lleva a plantearse si desprenderse ya de la mascarilla es buena idea o si, por el contrario, sigue siendo necesaria. Agustín Vázquez lo tiene claro: no se la quitará. Y para tomar la decisión le ha bastado su trabajo como enfermero en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del Hospital Gregorio Marañón de Madrid. «Desde marzo del año pasado no atiendo a pacientes que no sean Covid. Voy a seguir usando la mascarilla porque lo que he visto en este año y pico no se puede ni imaginar», relata.

La sensación al no llevarla, dice, es de desprotección. «Alguna vez que he bajado a por algo al coche y me he dado cuenta de que no la llevaba ha sido muy incómodo. Te sientes como desnudo», afirma.

Este enfermero de 47 años está vacunado, como la inmensa mayoría del personal sanitario. Sus padres también lo están, pero no por ello se quita la mascarilla cuando va a visitarles. «Cuando estoy en su casa la llevo puesta. Y lo mismo en otros sitios como el cine o bares». También al aire libre, sea donde sea, incluso en la playa. «En unos días, si todo va bien, me iré de vacaciones a la playa y estaré con mi mascarilla puesta en la toalla. Solo me la quitaré para bañarme», sentencia.

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2021-06-20T07:00:00.0000000Z

2021-06-20T07:00:00.0000000Z

https://lectura.kioskoymas.com/article/282329682897918

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