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Igualdad en decibelios en una grada necesitada de alegrías

MATEO GONZÁLEZ SEVILLA

La lucha de decibelios quedó en empate en La Cartuja. Los polacos, menos en número, se vinieron arriba para que se les oyera a todo trapo en el coliseo sevillano. Su repertorio era más extenso y se permitieron el lujo de cantarlo de principio a fin. Más organizados, apiñados en varias zonas del estadio de tal forma que desde la organización se señaló en varias ocasiones en inglés que respetaran la distancia de seguridad y el uso de las mascarillas. Pero sí lograron hacerse en varias fases del duelo con la banda sonora de La Cartuja, como si España no jugara de local en un lugar tan emblemático como Sevilla.

Seguramente le falte algo más de variedad al repertorio español, entretenido con Manolo Escobar y repetido con el «España, España» y el «a por ellos, oé». Poco más. Bueno, sí, las palmas sevillanas, que ahí existe copyright local para animar como nadie de esa manera, pero faltó ese impulso desde abajo para enganchar al aficionado que se acercó al estadio a ver a una selección que se complica en exceso la vida en un grupo no tan difícil y que tiene aún opciones de pasar porque esta Eurocopa no es muy exigente en este corte.

Eso sí, el debate del césped no se cerró. Aparentemente mejor pero irregular de bote, la pradera de la Cartuja seguía afectada por la siega brusca previa a la Eurocopa. Siete operarios trabajaban en el verde tratando de parchear la alfombra, regada justo antes de empezar el duelo. Pero no, seguía sin estar al nivel de un evento de estas características. Ya veremos si para el miércoles ante Eslovaquia, pero no debe ser la excusa, ni mucho menos.

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2021-06-20T07:00:00.0000000Z

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