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VISTO Y NO VISTO Estado moral

El homenaje vasco al asesino Parot en Mondragón y la cabezada o picuelina del presidente Sánchez en Barcelona marcan la deriva moral de la España del 78

IGNACIO RUIZ-QUINTANO

EL homenaje vasco al asesino Parot en Mondragón y la cabezada o picuelina (de aquellas cabezadas o picuelinas del ministro Piqué a Bush) del presidente Sánchez en Barcelona marcan la deriva moral de la España del 78.

–España se arrastra invertebrada, no ya en su política, sino, lo que es más hondo y sustantivo que la política, en la convivencia social misma –decía Ortega hace un siglo por bastante menos que lo que estamos viendo.

Y eso que el ídolo político de Ortega era Mirabeau, que hizo suya la idea de que la pequeña moral mata a la grande, con lo cual no tenía ninguna. Lo que tenía era una cuadra de malos escritores, «el taller de Mirabeau», a su servicio, como Sánchez, un Mirabeau sin cerebro, pero perfectamente elegido por sus jefes para cumplir, sin anclajes morales, su misión, para que aprendan esos trepas y cucañistas que escarban en los corrales del Estado de Partidos: todo se reduce a estar dispuesto hacer «lo que sea necesario». La picuelina de Sánchez a la bandera catalana viene en la narración que hace Tito Livio de las Horcas Caudinas, cuando, «en el momento de la vergüenza», los samnitas hacen pasar bajo el yugo a los romanos semidesnudos. Dado que Tito Livio se nos puede hacer cuesta arriba, para entender a Sánchez nos ayudará más el chiste de abogados con que Reagan saludó a su secretario de Justicia, Edward Meese:

–¿Sabes por qué se emplean abogados en vez de ratones para la experimentación en laboratorio? Por tres motivos: porque hay muchos abogados, tantos como ratones; porque es imposible que un científico se encariñe con ellos; y, el más importante, porque hay cosas que los ratones se niegan a hacer.

Por ejemplo, el homenaje a Parot (después de todo, otro epígono de Agapito García Atadell), que también forma parte del sanchismo; dio nombre a una doctrina penal que fue un triunfo de la justicia poética: un asesino con alma leguleya, un ratón de las leyes y los reglamentos, un intrigante de los partes y las quejas. El Estado de Derecho.

OPINIÓN

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2021-09-18T07:00:00.0000000Z

2021-09-18T07:00:00.0000000Z

https://lectura.kioskoymas.com/article/281612423535438

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