Abascal fue entrevistado ayer por Jiménez Losantos en Esradio y algo interesante se produjo allí. Preguntado por la vacunación, Abascal defendió la libertad: los españoles han de tener una vacuna a su disposición, pero es algo personal, libre. En este punto, Losantos intervino para pedirle responsabilidad y habló como empresario: «En esta empresa no puede entrar uno que no esté vacunado». Abascal estaba defendiendo la libertad donde los liberales, ante un conspicuo liberal.

Esto era aun más importante por lo que había pasado días antes. Alvise Pérez, un digital en sí mismo, acusaba a José Luis Steegmann, diputado de Vox, de haber percibido dinero de farmacéuticas. De inmediato, los miembros de Vox y el mismo partido salieron en su defensa. Era relevante porque Steegmann, como médico que es, defiende las vacunas, lo que le ha generado la antipatía de los negacionistas (o escépticos profundos).

En solo unos días, Vox se cierra a cualquier tentación antivacunas, protege a su doctor, y a la vez reafirma la libertad frente al liberalismo oficioso y teórico de la derecha española, loca por la ley de pandemias y, por supuesto, al socioliberalismo de Macron.

Al hacerlo está definiendo, en el asunto capital y nuevo del Covid, una posición ideológica propia, unos contornos suyos.

Internet ha permitido el desarrollo para casi todo, pero desde luego en el Covid, de una postura cercana a las teorías de la conspiración, entre el libertarismo y el negacionismo, que contiene, a la vez, una actitud crítica frente al poder y una suspicacia populista en la que late un instinto, no del todo rechazable. Vox conecta con esta sensibilidad pero, por supuesto, no puede ser antivacunas. Fue Trump, con su Operación Warp Speed (Velocidad Endiablada), el político del mundo que más ayudó a conseguirlas y Trump las recomienda, pero dentro de la libertad de cada cual, una postura que va a ser difícil de mantener en Europa. Vemos los avances del pasaporte Covid en Italia y Francia, y anticipamos en las palabras de Losantos lo que muchos empleadores exigirán o están exigiendo ya a sus trabajadores: vacuna o calle.

¿Y dónde queda aquí la libertad? Nos damos de lleno con la estrechez de la libertad europea, una gracia estatal, la vieja y renqueante ‘libertad de los modernos’ de Constant, una libertad replegada en lo individual que en cuanto toca algo colectivo o público se evapora, desaparece.

Vox entró por lo nacional o por lo conservador, y podría hacerlo ahora por la libertad, abriendo en esto una ventana de libertad distinta, más fuertemente enraizada, liberal-conservadora.

El Covid está revelando la debilidad de unas libertades que permiten a un individuo autodeterminarse el género, pero que desaparecen (prestadas) en cuanto se ve afectada la decisión, lo colectivo, o los intereses económicos o del propio Estado.

No necesitamos más libertades, sino alguna.