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ÖTZI, LA MOMIA QUE NOS HABLA DEL PASADO Y DEL FUTURO

Se cumplen 30 años del descubrimiento del ‘hombre de hielo’ del Tirol. Su hallazgo permitió revitalizar la investigación científica en diversas áreas.

Por ÁNGEL GÓMEZ FUENTES

Ha sido uno de los descubrimientos más importantes de la historia del hombre, algo único en arqueología, porque se trata de la momia más antigua conservada naturalmente. Se explica así, que cuando se visita a ‘Ötzi’ en el Museo Arqueológico del Tirol del Sur en la ciudad de Bolzano, al norte de Italia, no sea visto como una simple momia de un hombre que vivió hace 5.300 años, descubierta ahora hace justamente 30 años, sino como un ser humano cercano a nosotros.

Su historia, sus costumbres, su estilo de vida y lo que representan estas investigaciones para la ciencia las cuenta a ABC el arqueólogo Andreas Putzer, casi un viejo amigo de Ötzi, porque trabaja al lado en el Museo y es su conservador y cuidador desde hace 23 años. «Si uno viene a visitar nuestro museo todo el mundo espera ver una momia, un cadáver muy desapegado o alejado de la vida cotidiana de hoy, pero cuando la gente ve este cuerpo, su ropa y su equipaje, se vuelve más bien humano; los visitantes no lo ven como un objeto arqueológico, sino como una persona».

Murió tras una pelea

Ötzi no había digerido aún su última comida a base de cereales, ciervo e íbice, una especie de cabra montés, cuando le dispararon una flecha que le seccionó la arteria subclavia, en el hombro izquierdo. Se desangró hasta morir en muy poco tiempo. En el hombro quedó alojada la punta de la flecha. Pocas horas antes, Ötzi había tenido una violenta pelea, que le dejó una herida profunda en la mano derecha. Es todavía un misterio por qué fue asesinado. No se sabe aún si estaba en ese lugar por caza o de tránsito. El cuerpo de Ötzi quedó abandonado y no tocaron sus ropas ni se llevaron sus

pertenencias, algunas de gran valor, como su hacha de cobre. La nieve y el hielo lo sepultaron durante 5.300 años. Así estuvo hasta el 19 de septiembre de 1991 cuando Erika y Helmut Simon, una pareja de excursionistas alemanes, vieron casualmente la nuca y hombros del cuerpo de un ser humano que emergía de la nieve.

«Lo que sabemos con certeza es que fue asesinado. A su muerte tenía unos 45 años. Era bastante anciano, porque el promedio de los varones en la Edad del Cobre estaba alrededor de los 36 años. Medía en torno a un metro y sesenta centímetros. Tenía cabello largo castaño, ojos marrones y era bastante delgado. Pesaba más de 50 kilos (la momia pesa 16 kilos). Estaba en buena forma física porque acostumbraba a caminar mucho en la alta montaña», cuenta el arqueólogo Putzer.

Fue hallado en los Alpes italianos, en el límite con Austria, a 3.210 metros de altura. La policía austriaca y el médico forense que llegaron al lugar, decidieron trasladarlo a Innsbruck (Austria), donde se hizo su datación. Al principio, la propiedad de la momia se la disputaron Italia y Austria por la indefinición que existía sobre la frontera. Se hicieron nuevas mediciones y se comprobó que el descubrimiento se realizó en territorio italiano, a unos 93 metros del confín con Austria. Así, la momia volvió a Italia.

Elección de materia prima

Gracias a su óptimo estado de conservación podemos realizar una mirada directa al pasado, al inicio de la Edad del Cobre (3300-3100 a.C.). «Lo interesante de su ropa, sus armas y sus herramientas es la elección de la materia prima. No usó materiales por casualidad, sino que fueron seleccionados para un uso específico. Eligió los mejores materiales disponibles en ese momento. Por ejemplo, para hacer su arco, utilizó madera de árbol del tejo, una madera dura pero también flexible y, por lo tanto, se presta perfectamente para construir un arco», resalta Putzer.

Especialmente seleccionado y de alta calidad era su vestuario. La mayoría de su ropa procedía de animales domésticos: el abrigo estaba formado por una combinación de cuatro pieles de cabra y oveja; para cubrirse la pierna hasta la rodilla –polainas– utilizaba la piel de cabra, ciervo para el carcaj, vaca y ternero para el resto. Su calzado estaba formado por una parte interna, con piel de vaca, y otra externa, con una zona alta que se ataba a los tobillos; bajo la suela colocaba una tira de cuero para evitar el resbalar. Los resultados del estudio demuestran que Ötzi no se ocupaba solo de animales domésticos, sino que era también un experto cazador. Todas las pieles eran tratadas con procedimientos complejos que comprendían raspado, ahumado y un tratamiento con la grasa.

Estrella mundial

«El hombre que vino del hielo» despertó muy pronto la curiosidad de todo el mundo. Un año después de su descubrimiento, la revista ‘Time’ le dedicó la portada, haciendo de Ötzi una estrella internacional. Después de 5.300 años, su historia sigue fascinando por su aportación a la ciencia y los secretos que aún encierra. En su estudio se han interesado más de 700 científicos de todo el mundo. El nombre oficial de la momia es «Hombre que vino del hielo» («Iceman»), según estableció en 1997 el Gobierno provincial de Bolzano. Familiarmente se le bautizó como Ötzi, en homenaje a Ötztal, el valle donde fue encontrado.

El Museo Arqueológico del Tirol del Sur de la ciudad de Bolzano, donde se conserva, ha sido visitado desde su inauguración (en 1998) por más de 5,5 millones de personas de todo el mundo. En el año 2019, el anterior a la pandemia, lo visitaron 300.000 personas. Ötzi fascina porque ofrece la percepción de que es casi como un viajero en el tiempo. Su cuerpo momificado prácticamente intacto narra, con gran detalle cómo era la vida del hombre en las montañas 3.300 años antes de Cristo.

Ötzi ha sido la primera momia de la que se ha podido construir un entero patrimonio genético. Su estudio nos da respuestas continuas y de gran valor. «Ötzi ha sido muy importante no solo para la arqueología europea, si no también mundial. Al ser un hallazgo tan bien conservado despierta interés en todo el mundo. Y esto es muy importante para los investigadores, porque les facilita la búsqueda de financiación para su investigación. Otzi ha permitido dar un impulso a la arqueología y a otras áreas de investigación, como la genética», afirma Putzer.

Los análisis clínicos han mostrado que Ötzi se encontraba en buen estado de salud, aunque tenía indicadores degenerativos relacionados con la edad. El análisis del contenido intestinal reveló la presencia de huevos de tricocéfalo, un parásito. Tenía una predisposición genética a algunas enfermedades, en particular a las cardiovasculares. Sus genes también revelan que era intolerante a la lactosa, lo

que significa que no podía digerir el azúcar de la leche, como presumiblemente la mayoría de sus contemporáneos. Nos cuenta el cuidador de Ötzi que en su estómago se ha identificado la bacteria ‘Helicobacter pylori’, que puede causar úlceras gástricas y que porta buena parte de la población mundial. La certificación más antigua de esta bacteria se debe a Ötzi, explica el arqueólogo: «Fue posible aislar el ADN de esta bacteria, lo que ahora se puede explotar para combatir mejor la Helicobacter que todavía se encuentra en muchas personas de la población europea y mundial. Por tanto, la investigación sobre la momia también puede ayudar a curar las enfermedades que todavía sufre la población».

Tatuajes como terapia

Algo muy intrigante en «El hombre que vino del hielo» han sido los 61 tatuajes que tiene en su piel. Era una huella difícil de explicar. Un rompecabezas sugestivo que dio pie para no pocas fantasías: hubo quien intentó identificarlo con un hechicero, otros apuntaron que se trataba de adornos rituales.

También la ciencia ha dado una solución interesante al rompecabezas, según explica el arqueólogo Putzer: «Tenía alrededor de 61 tatuajes que se extendían un poco por todo su cuerpo; la mayoría están en su espalda. Sabemos que en los lugares donde están los tatuajes sufría de artrosis. Los tatuajes se usaron para disminuir el dolor de espalda. También tenía tatuajes en el tobillo, en la rodilla donde, por ejemplo, tenía un menisco dañado, por lo que creemos que el tatuaje era una terapia para aliviar el dolor».

Este hito de la arqueología fascina porque, como viajero del tiempo, nos descubre el pasado, pero también en cierta forma nos anticipa el futuro. La momia ha servido para dar un claro mensaje al hombre de nuestro tiempo en relación con el cambio climático.

Ötzi estuvo 53 siglos bajo el hielo y la nieve. Hoy, el escenario de su descubrimiento en los Alpes –donde hay una pequeña pirámide conmemorativa con un giroscopio de metal en su cima– se nos muestra a veces como un paisaje lunar. Andreas Putzer nos describe el drama de este cambio climático: «Aquí en los Alpes o en nuestra zona los glaciares se están derritiendo rápidamente; de hecho, ya hay nuevos hallazgos arqueológicos sobre el glaciar. Lo que no tenemos es otro cuerpo humano. Solo encontramos instrumentos que son, en parte, incluso más antiguos que Ötzi. Esto indica que el hombre siempre ha aprovechado estos pasos montañosos para cruzar los Alpes. Ahora, al derretirse los glaciares, los hallazgos están emergiendo a la luz». Es inevitable preguntar al arqueólogo Putzer si aparecerá alguna momia, un nuevo Ötzi: «Es difícil porque normalmente un glaciar está siempre en movimiento y por tanto se lleva también un cuerpo humano y lo destruye durante el transporte. En el caso de Ötzi, se conservó porque se encontraba en un hueco y estaba protegido de estos movimientos de los glaciares. Así que es muy poco probable que se encuentre otra momia en el futuro, pero tampoco se puede descartar», informa.

Mediático

Más allá de los aspectos científicos que son muchos y muy importantes, Ötzi, al ser la momia más famosa del mundo, se ha convertido también en un fenómeno mediático. Andreas Putzer refiere que «hay muchas personas que piden clonar a Ötzi; miles de mujeres nos han escrito para ser inseminadas con su esperma; un alemán incluso afirma ser su reencarnación». No son casos aislados. Putzer nos explica la razón de este fenómeno mediático: «Seguimos recibiendo cartas y mensajes de todo el mundo de diferentes personas. Esto es debido a que ven en Ötzi indicadores humanos, despertando compasión y asombro».

Es visto también como un símbolo del calentamiento global, pues se descubrió cuando el hielo del glaciar se derritió. Algunos, como el actor Brad Pitt, se han hecho un tatuaje con la forma de Ötzi.

Sin duda, la más perfecta síntesis sobre la importancia y significado de esta momia, la dio el famoso alpinista y escritor italiano Reinhold Messner, uno de los primeros en percatarse del sensacional descubrimiento: «Ötzi viene del pasado y nos lleva al futuro».

Las puntas se unían con brea de arce.

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2021-09-18T07:00:00.0000000Z

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https://lectura.kioskoymas.com/article/281775632292686

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