En esta parroquia del Puente de Vallecas, ese puente multicultural que llega a Vallecas Villa y que va camino del Ensanche, se cree en los sueños. En los sueños de los niños, de las niñas, de los jóvenes. Para ellos han organizado un grupo de animación vocacional. Aquí no se permite que los padres les digan a sus hijos que no pueden ser lo que sueñan, médicos, jueces, generales de división... La clave reside en orientarles en la vida, formarles en el esfuerzo y en el trabajo, en la constancia, que es la mejor forma de que se cumplan los sueños. Al fin y al cabo, en este barrio de gente trabajadora, que se despierta a las cuatro de la madrugada para dar servicio a un Madrid que siempre abre puertas, la parroquia vive al pie de la calle y está ahí para cuando se la necesita.

Su nombre es San Pedro Regalado y San José de Calasanz, dos santos unidos por la vecindad de dos templos que ahora trabajan conjuntamente. Wooby Orestes Jacques, que es el párroco y es natural de Haití, está a la espera de recibir a algún sacerdote estudiante que le eche una mano. Señala que dentro de poco añadirán unos 4.000 fieles a la parroquia con la nueva urbanización de viviendas sociales que se está construyendo frente al templo. Define a su feligreses como «transeúntes, muchas personas procedentes de la inmigración, que hoy están aquí, porque pueden costearse el alquiler y mañana están en otra zona. Que no son propietarios del piso en el que viven y dependen del trabajo no cualificado, con lo que no tiene una seguridad, viven al día».

Atención social

Erigida el 14 de junio de 1965, la parroquia se ha caracterizado por ser uno de los templos de atención social más importantes de la zona. El templo, de factura sencilla, cuenta con un original Vía Crucis de la pintora Blanca Muñoz. Ahora, en el presbiterio, durante este año dedicado a San José, destaca un precioso cuadro de la dormición de San José, donado por una feligresa. Por cierto que el párroco me recibe leyendo la edición más importante de las obras de Jacques Maritain. Ahí lo dejo.

Durante el confinamiento, y los meses posteriores, la parroquia repartía 30.000 kilos de comida todos los lunes. Las colas de la espera daban dos vueltas a la manzana. Cada persona había sido entrevistada previamente por teléfono. En no pocas ocasiones, ante la necesidad de voluntarios, los bomberos de Madrid prestaron un impagable servicio. Incluso el señor Alcalde de Madrid estuvo echando una mano, algo que sigue haciendo el concejal presidente de la zona. Lo llamaban Misión Panal. «En la Biblia –comenta el párroco–, el panal es un símbolo de ternura, acogida y cariño. Y esto es la misión, devolver humanidad, consuelo y ternura a las personas necesitadas, porque la acción caritativa es una manifestación real del amor concreto a los demás».

Mensualmente se atiende con una bolsa de comida, cuyo contenido ha ido mejorando con el tiempo, a unas 400 familias. La parroquia también cuenta con un ropero. El grupo de voluntarios alcanza el número de 120 y proceden también de otras zonas de un Madrid que siempre es solidario.

En la parroquia, cuya feligresía ha cambiado mucho en los últimos veinte años, también nos encontramos con las actividades pastorales y las devociones populares, que están muy arraigadas. Por ejemplo, la devoción a la Virgen Peregrina y a San Pedro Regalado. Ahora está en macha una hermandad para las fiestas patronales, que se celebran el fin de semana anterior al 13 de mayo. Una forma de afianzar la identidad parroquial en un barrio que se despersonaliza.

Además de la catequesis, la parroquia cuenta con clases de apoyo escolar de inglés, matemáticas, lengua y valores. Hay un grupo juvenil que camina poco a poco. Dice el párroco, Wooby Oreste Jacques, que esta parroquia es dinámica y sencilla, como las gentes del barrio, como las gentes de Vallecas.

PRÓXIMA SEMANA Ermita Virgen del Puerto. Pº Virgen del Puerto, 4.