Kiosko y Más

La pesadilla de las listas de boda

Como no pido ser convidado, regalo plata porque a mí me gusta

JOSEMI RODRÍGUEZ-SIEIRO

La vuelta del verano supone una avalancha de convocatorias para puestas de largo, bodas, almuerzos, cócteles y cenas, ahora que en Madrid las limitaciones se han abierto o como dicen los modernos, se han relajado.

La gente quiere verse y contemplarse, aunque no se ha establecido como hay que saludarse. Detesto el codo con codo o el puño contra el puño, como si se fuera a iniciar un combate. Como si el puño fuera inmune a todo tipo de contagio! Es una estupidez más, propiciada por cierta clase política que, de educación y buenas maneras, no tiene ni idea. Así que lo mejor es saludar con sonrisa incluida, hasta que no se deba hacer de otra forma. La frasecita de «no sé si se puede besar», sobra.

Y como todo cambia, lo que toda la vida ha sido una falta de educación y de sensibilidad, ahora se está convirtiendo en algo normal y, para algunas personas, hasta cómodo. Me refiero a la inclusión de un número de cuenta para enviar una transferencia como regalo. O las listas de boda, donde se sugiere regalar una aspiradora, una lavadora, o un surtido de detergentes, por no hablar de una cena en un hotel de Nueva York, un masaje tailandés en Bangkok, un paseo en helicóptero por las cataratas de Iguazú o unos billetes para un trayecto en el Tren Bala de Japón. No me invento nada, me limito a copiar alguna de las propuestas de las listas que he recibido últimamente. Pero como soy muy especial y muy mío y como no pido ser convidado, regalo plata, sencillamente porque a mí me gusta y yo hago lo que me apetece. Solo pensar que se pudieran intoxicar en la cena, lesionar en el masaje, caerse helicóptero y ahogarse en Brasil ó estrellarse el Tren Bala, me crearía un problema de conciencia.

Estoy seguro que muy pronto en las listas de boda, los novios propondrán que se les regale vales de peluquería, una cirugía estética o el sueldo de una salus, en caso de que la novia vaya embarazada a la boda.

Otra idea sería comunicar la intención de ser invitado, mediante una participación, donde se estableciera un precio en el caso de que se quisiera asistir y en el que se especificará el menú, más los gastos de decoración como las flores, carpa, etc y, por supuesto el regalo con viaje de novios incluido. Significaría que los contrayentes y sus familias no tendrían que preocuparse por hacer ningún desembolso. De todo se encargarían las empresas dedicadas a organizar este tipo de actos, de acuerdo con lo recaudado y dedicado a la estricta celebración, deducido el ajuar doméstico y otros gastos, como en las herencias. Sería como cuando nos convocan para un homenaje a una persona, con un precio donde se incluye menú y placa conmemorativa. No tengo la menor duda de que, con el camino que llevamos, llegaremos a esta situación.

Otra cosa son los regalos colectivos para otras celebraciones que, a partir de cierta edad, son mucho más prácticos, porque se evita que las personas que los reciban tengan un mejor recuerdo, evitando recibir un sinfín de cosas absurdas e innecesarias, que terminan en una tómbola parroquial ó en un rastrillo durante ediciones sin que nadie las compre.

Y hay que recordar que la no asistencia, no exime de enviar el correspondiente regalo a los que se han acordado de uno.

Propondrán que se les regale vales de peluquería, una cirugía estética o el sueldo de una salus

GENTE

es-es

2021-09-18T07:00:00.0000000Z

2021-09-18T07:00:00.0000000Z

https://lectura.kioskoymas.com/article/282660395555662

Vocento