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El luto del Boss

El héroe de la clase trabajadora supo vestirse para la ocasión. Eso se llama respeto

RAMÓN PALOMAR

LLEVAN el sentido del espectáculo en la sangre. Curtieron su ritmo en aquellos circos ambulantes donde las mujeres barbudas atraían a los catetos y en el cine mudo de la Keystone Cops. Lo elevaron a categoría de arte con King-Kong bramando desde la cumbre del Empire State y lo comercializaron hasta la extenuación mercadeando con sus infantiles superproducciones de héroes voladores en calzoncillos de diseño. Nada es casual. El éxito es para el que se lo trabaja.

Pero donde el Imperio consigue que me rinda es en sus despedidas. No sólo emocionan esos velatorios de raíces irlandesas donde los vozarrones entonan el invencible ‘Danny Boy’ mientras beben a la salud del difunto, sino también esos funerales de Estado donde prima una atmósfera de sobria gravedad realzada por la reconcentrada severidad de los rostros. Aquí creemos que enterramos muy bien porque apostamos por el ditirambo aunque el finado fuese un hijo de perra. Suponemos que el exceso de lágrimas, el gimoteo meridional y ese lamentable tono de plañidera profesional enaltacen la ceremonia. Pero es falso, puro postureo de pompa fúnebre. Aquí, aplastados por una memoria basada en la amnesia, muchos han olvidado que, durante los años de plomo algunos sacerdotes en el País Vasco negaban el entierro cuando la víctima era un Guardia Civil o un Policía Nacional asesinado por el terrorismo etarra. Celebraron en USA la tragedia del 11-S y se me cayeron los huevos cuando vi a Bruce Springsteen, el Boss, uniformado de luto riguroso. Guitarra colgando, impecable traje negro, camisa blanca y corbata negra. Parecía el Michael Madsen de ‘Reservoir dogs’ pero sin el toque psicópata. El héroe de la clase trabajadora supo vestirse para la ocasión. Eso se llama respeto. Qué diferencia con nuestros perroflautas habituales. Para completar la escena, volaban los helicópteros al ralentí y los gaiteros desfilaban exhalando su viento de melancolía. Imposible, pues, no admirar el espectáculo de un homenaje salpicado de recia contención.

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2021-09-18T07:00:00.0000000Z

2021-09-18T07:00:00.0000000Z

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