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Para comérsela

A muchos les parece que Gillian Anderson como Margaret Thatcher es una caricatura

ROSA BELMONTE

HUBO un tiempo en España en que siempre se oponían dos personajes. Belmonte y Joselito. O Wenceslao Fernández Flórez y Julio Camba. Nos gusta eso. Escoger bando, ser partidario de alguien. Cuando nos enteramos de que Gillian Anderson iba a interpretar a Margaret Thatcher en ‘The Crown’ ya estábamos oponiéndola a Meryl Streep en ‘La dama de hierro’. Meryl es la genia de los acentos, menudo papelón tenía la otra. Pero Gillian también lo es (puede parecer británica o estadounidense sin problema). Gillian ha ganado el premio de televisión Emmy por su papel, pero muchos se llevaron las manos a la cabeza con su interpretación. Les parecía una ridícula caricatura de la ‘premier’.

En realidad, los premios sólo sirven para cabrearnos, alegrarnos y rellenar periódicos y minutos de televisión. Hace años que se me empezó a caer la baba con Gillian Anderson. No con ‘Expediente X’ sino muchos años después con ‘Hannibal’ y ‘The Fall’. Nadie llevaba las blusas de seda como ella. Con Gillian se ha demostrado, además, que la mujer madura puede ser más atractiva que la joven. Y que una actriz de aspecto vulgar podía convertirse en alguien ‘cool’, como siempre lo habían sido Chloë Sevigny o Julianne Moore. Porque viéndole la pinta en ‘Hannibal’ daba la impresión de que cuando perseguía extraterrestres con mucho escepticismo estaba interpretando a Betty la Fea con gabardina. Y sin transformación final a guapa. Si el doctor Lecter al que daba vida Mads Mikelsen se la hubiera zampado (era su psiquiatra, Bedelia du Maurier; supera semejante nombre) sólo nos hubiera dado envidia. Hombre, invita a un cacho. El cuello, no sé.

En cuanto a su Thatcher de ‘The Crown’, y su presunta bufonada, hay que recordar lo que Dean Palmer escribe en ‘The Queen and Mrs. Thatcher: An Inconvenient Relationship’. Además de que «se reunieron y se disgustaron al instante», que la Reina se burlaba del acento de la primera ministra. Por forzado y sobreactuado. Es cierto. Sonaba como el Gallo Claudio, pero en más afectado. Había cambiado su voz, su entonación. Tuvo un profesor del National Theatre y estudió un programa que incluía ejercicios de zumbidos con el fin de bajar el tono con el que hablaba. Pretendería imitar a la clase alta (los británicos descubren tu clase al hablar y no voy a tirar del cliché de Nancy Mitford, que copió a un noruego). Que la Reina se burlara de Thatcher (si es verdad) parece injusto. La naturalidad no te la proporciona un profesor del National Theatre.

A Isabel II, pese a la pompa y la circunstancia, se la ha educado en la naturalidad. Eso incluye la forma de hablar y de llevar un Barbour zarrapastroso con la misma prestancia que el manto de armiño. Thatcher no dijo nada malo de la Reina en sus memorias. Al fin y al cabo, si a una mujer le gusta otra es muy cordial, pero si no le gusta es muy, muy cordial.

OPINIÓN

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2021-09-21T07:00:00.0000000Z

2021-09-21T07:00:00.0000000Z

https://lectura.kioskoymas.com/article/281651078246174

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