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«ESTOY VIENDO CON UN DRON CÓMO LA LAVA DEVORARÁ MI CASA EN UNA HORA»

J. G. STEGMANN / E. MONTAÑÉS

Vecinos de El Paso relatan su pesadilla, mientras Cruz Roja asiste a 200 de los evacuados

Alberto está con su sobrino a unos dos kilómetros en línea recta del volcán. Como al joven le gusta la tecnología han echado mano de un dron para darle un uso que jamás imaginaron. La imagen que ofrece el aparato no es la más bonita; es la peor: la de la destrucción de su casa, ubicada en el municipio de El Paso; la de su madre, la que mantuvo con esfuerzo toda su vida. «La lava está ahora mismo a 200 metros de mi casa, está quemando la de unos vecinos extranjeros... Se ha ido frenando un poco su avance porque se abrió otra nueva boca y generó dos caminos diferentes, pero en una hora estará en mi casa», dice Alberto resignado. «Es difícil resumir lo que me provoca; es la segunda vez que pierdo una casa, la primera fue por una expropiación de Nicolás Maduro. Entonces, pusimos un poco de dinero y se nos fue al garete», relata este canario. «Yo vivo de la automoción y tengo una casita que me costó mucho esfuerzo y ahora se me va de las manos...», cuenta mientras se prepara para ver un espectáculo desolador, su casa devorada por el fuego. Aun así, pese a la desgracia delante de sus ojos, Alberto se considera afortunado por tener otra vivienda en el monte, en el municipio palmeño de Tijarafe.

Es consciente de que ese no es el caso de otros vecinos que, precisamente porque saben que se quedarán sin nada, se niegan a salir de la zona. «Hay gente que no quiere ser evacuada; sienten que lo pierden todo», resume y recuerda que ayer por la mañana vio a personas durmiendo en los coches. «Hay gente que lo va a pasar mucho peor que yo». Se dice a sí mismo que hay que huir, que «la vida es lo más importante, esto ya no hay quien lo pare, es así y no tenemos vuelta de hoja».

«Es duro dejar todo atrás»

Daniel Losada secunda las palabras de Alberto. Muchos no quisieron irse de sus hogares en un primer momento; luego la amenaza del fuego venció. Losada es el delegado de Cruz Roja Española en la crisis de La Palma. En el acuartelamiento dispuesto en El Fuerte, en Breña Baja (a 24 km del volcán), acogen desde el domingo a 200 personas evacuadas, aunque a algunas les costó un poco llegar tras la erupción. «Es muy complicado dejar todo atrás. Los intereses personales, viviendas, terrenos... Durísimo». La mayoría se reubicaron «gracias a las redes vecinales y familiares. Se quedaron, eso sí, en su isla», dice.

Losada explica a ABC, desde este albergue que ayer visitaron las autoridades, con Pedro Sánchez a la cabeza, que se acababa de cerrar uno de los puntos de encuentro (el de El Paso, manteniendo abierto en de Los Llanos) donde la organización humanitaria estaba reclutando a algunos de los 5.500 vecinos de localidades distintas que tuvieron que salir con lo puesto de sus casas. Madrileño de 38 años, Losada está bregado en emergencias internacionales, como la de Sierra Leona, o nacionales («hace dos semanas estaba en Torrejón trabajanson

do con los afganos»), y aun así, asume: «Nunca pensaba tener que asistir por un volcán en España». El dispositivo que ahora conforman unas 70-80 personas de Cruz Roja en La Palma compartirá cama y suelo con los soldados de la Unidad Militar de Emergencias (UME) porque todos se repartirán el amplio espacio instalado en Breña Baja. Aunque los soldados se van a ubicar también en el otro extremo de la isla, desgrana. «La convivencia dentro del acuartelamiento es estupenda. Todo ha seguido al dedillo las previsiones y eso ha facilitado mucho la operación. La gente está teniendo una actitud ejemplar. Deben continuar siguiendo las indicaciones de Protección Civil».

A Losada le sorprende el estado «resignado» del pueblo canario. «Los primeros evacuados llegaron encamados y con movilidad reducida, pero la sociedad canaria sabe de dónde viene. No están asustados, ni los vemos con miedo. Saben que residen en una isla volcánica». Eso sí, describe, «están con las caras desencajadas y ven como una cuesta arriba la que tienen que subir ahora con las pérdidas materiales que han sufrido». Por fortuna, no hay que lamentar daños personales, se repiten. «Hay muchos mayores que tienen en su retina la imagen de la última erupción, y la comentan con los jóvenes, que solo la vieron en fotos de sus padres».

Físicamente, la mayoría se encuentran bien, repite el presidente de Cruz Roja en Canarias, Antonio Rico, aunque el golpe emocional ha sido muy fuerte. Necesitan una mano amiga. «Sorprende la solidaridad hacia sus vecinos. Lo peor para ellos es la necesidad de apoyo psicológico. Cruz Roja se va a volcar», dicen Losada y Rico.

ENFOQUE

es-es

2021-09-21T07:00:00.0000000Z

2021-09-21T07:00:00.0000000Z

https://lectura.kioskoymas.com/article/281805697068830

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