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«POR SUERTE ESTA ERUPCIÓN NO ES SUPER EXPLOSIVA»

Los estudios de esta profesora de la Universidad de Queensland ayudan a pronosticar futuras erupciones en Canarias

JUDITH DE JORGE MADRID

A Teresa Ubide (San Sebastián), profesora de la Universidad de Queensland (Brisbane, Australia), el volcán de La Palma acaba de darle la razón. Como si fuera un experimento hecho a lo grande. La científica y su equipo habían publicado hace tan solo unos días en la revista ‘Geology’ un estudio sobre cómo los volcanes de isla oceánica pueden entrar en erupción cuando el magma alcanza la base de la corteza terrestre, a unos 10-15 km bajo la superficie. El enjambre sísmico de La Palma, que se intensificó hace solo una semana, provenía de esa profundidad. Parece que Cumbre Vieja decidió responder con un ejemplo práctico. Y cumplió con bastante exactitud lo que los investigadores habían teorizado.

—¿Qué ha pasado para que se despierte este volcán?

—Varias de las Islas Canarias son geológicamente activas, así que no es ninguna sorpresa que una de ellas entre en erupción. En La Palma se registra sismicidad desde 2017, por lo que se sabía que había magma bajo la superficie. Desde el 11 de septiembre, el enjambre sísmico se intensificó y en los últimos días era tan fuerte que la población comenzó a sentirlo. Estos terremotos, que provenían de unos 12 km de profundidad -aunque empezaron a unos 20 km-, y fueron migrando hacia la superficie, estaban provocados por el magma que se abría camino. Cuando el conducto volcánico rompió la superficie, empezó la erupción.

—Su equipo había concluido precisamente esa profundidad crítica. —Sí. Nuestro artículo estudia los volcanes de El Hierro y otras islas canarias y los compara con volcanes de isla oceánica de todo el mundo. Vimos que en muchos de ellos, tipo ‘hotspot’ (punto caliente), como el de La Palma, el magma se acumula a unos 10 o 15 km bajo la superficie, y es ahí donde se registran los terremotos que preceden a la erupción, como cuando abres una botella de champange.

—¿Punto caliente? —Para que exista un volcán necesitamos fundir el manto bajo la corteza terrestre. Y eso se consigue en tres circunstancias: si las placas tectónicas se están separando, por ejemplo en las dorsales oceánicas, lo que ocurre en medio del Atlántico; si se acercan, como en el Cinturón de Fuego del Pacífico, en Nueva Zelanda, Las Filipinas o el oeste de Sudamérica; y una tercera, que no está relacionada con los bordes de placa, son los puntos calientes en el interior de la Tierra, que es lo que pasa en Hawái o las Canarias.

—¿Cuánto puede durar esta erupción?

—Es muy difícil pronosticarlo, pero lo más probable, siendo La Palma, es que esté en la escala de semanas a meses. En realidad, pueden ser días, semanas (como la última de La Palma, el Teneguía, en el 1971); meses (la última de las Canarias, la del Hierro, en 2011-2012), e incluso años, como la histórica del Timanfaya en Lanzarote. El mejor enfoque para ajustar el pronóstico es seguir monitorizando la erupción, incluyendo la sismicidad, la deformación, y la química de los gases emitidos, y también el estudio de las lavas y piroclastos (magma fragmentado) que se emiten. Con esta información podemos ver cómo va evolucionando el magma en profundidad y establecer si es probable que siga llegando a la superficie.

—¿Se pueden abrir más fisuras?

—Hay varias bocas eruptivas, pero podría haber más. Las fisuras son la expresión más superficial de la llegada del conducto de magma a la superficie.

—¿Cuál será el camino de la lava?

—Una vez abierta la fisura, el magma genera un río de lava. Y la gravedad hace su efecto. Ese material fundido aprovechará depresiones y valles para ir hacia zonas más bajas, hasta llegar al mar. Esa una situación similar a la que vimos en Hawái, en las erupciones del Kilauea, donde las lavas de basalto, poco viscosas y bastante fluidas, llegaron al mar.

—¿Qué ocurre cuando pasa eso?

—El agua se calienta y genera nubes de vapor caliente, mientras que la lava se enfría de forma rápida. Pero las islas que vemos son una pequeñísima parte del edificio volcánico,

que en gran parte se ha alimentado de erupciones submarinas. La zona donde se ha producido la erupción tampoco es sorprendente, porque hay abundancia de fisuras y materiales de erupciones pasadas.

—Una erupción tan cercana nos impacta, pero ¿es este volcán muy peligroso?

—Cada volcán tiene su personalidad, su ‘modus operandi’. Por suerte, esta erupción no es superexplosiva, es de tipo estromboliana, relativamente moderada comparada con otras grandes erupciones. Por ejemplo, en el Cinturón de Fuego del Pacífico, pueden llegar a ser mucho más peligrosas. Como digo, se parece más a los volcanes hawaianos. Pero es muy importante seguir las indicaciones de las autoridades que han evacuado a tiempo y no ir a la zona del volcán, porque eso genera muchos problemas con los intentos de evacuación. Esperemos que afecte al menor número posible de viviendas e infraestructuras.

—En Islandia un volcán lleva seis meses en erupción, ¿qué le diferencia del de La Palma?

—Islandia es un sitio muy especial porque actualmente es el único en la Tierra en el que tenemos un punto caliente y a la vez una dorsal oceánica. A lo largo de la mayoría de la dorsal atlántica no vemos los volcanes porque están bajo el agua. En Islandia hay tanta producción de magma que tenemos esa gran isla en superficie.

—¿Qué es lo más peligroso que puede pasar ahora?

—Es probable que siga siendo una erupción moderada de tipo estromboliano, probablemente sin grandes explosiones. Las autoridades han evacuado a la población, lo cual ha sido muy adecuado, porque las lavas están llegando a las viviendas, por desgracia. Los procesos volcánicos también pueden llevar asociados desprendimientos de ladera.

—¿Nos asentamos en lugares en los que no deberíamos?

—Esa es una gran cuestión, pero es que es difícil no hacerlo. Los volcanes generan peligro y riesgo, pero también suelos de cultivo. Las rocas volcánicas pueden ser muy fértiles y es comprensible que haya asentamientos humanos en esos terrenos. Además, con el incremento de la población mundial cada vez hay más gente en más sitios. Hoy en día, casi el 10% de la población vive a un radio de 100 km de un volcán activo. Lo importante es ser consciente de ello.

ENFOQUE

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2021-09-21T07:00:00.0000000Z

2021-09-21T07:00:00.0000000Z

https://lectura.kioskoymas.com/article/281874416545566

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