Kiosko y Más

El líder ruso podrá cambiar la Carta Magna y ajustarla a sus planes

Los politólogos alertan que el traspaso de poder puede llevar a un golpe de Estado o una guerra

R. MAÑUECO MOSCÚ

Desde su llegada al poder en 2000, Vladímir Putin ha ido tejiendo un sistema autoritario y opaco de poder que ahora se revela como un auténtico obstáculo para procurarse una sucesión ordenada y sin sobresaltos. Incluso en la época soviética, el Politburó del Partido Comunista contaba con mecanismos sucesorios establecidos. Y eso a pesar de la lucha que se desencadenó tras la muerte de Stalin, la forma con la que fue defenestrado Nikita Kruschev o la asonada que sufrió Mijaíl Gorbachov.

Ahora nadie sabe a ciencia cierta quién constituye el núcleo duro del poder de Putin, qué personas exactamente lo componen. En lo que sí coinciden la mayoría de los politólogos es en que se ha retorcido tanto la ley, incluso incumpliéndola con tanta frecuencia, que entre los componentes de la cúpula es normal tolerar que el líder supremo se salga de la legalidad apelando a intereses de Estado. Se trata de la lógica habitual de los servicios secretos a los que pertenecieron Putin y muchos de los que con él gobiernan hoy día Rusia.

De ahí que se dé por hecho que la persona que suceda al actual jefe del Kremlin heredará sus enormes poderes y podrá actuar con la misma impunidad y arbitrariedad. Si a eso se une que ser totalmente leal al primer mandatario no es una garantía de nada, como ha sucedido en España en el caso de Pedro Sánchez, es normal que Putin sienta vértigo pensando lo que puede llegar a hacer con él otra persona que ocupe su puesto. Cedió el poder transitoriamente entre 2008 y 2012, cuando dejó al mando a Dmitri Medvédev y él se puso a dirigir el Gobierno, pero sin dejar de manejar los hilos del Kremlin. Ahora, sin embargo, parece no fiarse de nadie.

Muchos politólogos rusos alertan que, sin un procedimiento claro de sucesión controlado por poderes realmente independientes y por la sociedad civil, el traspaso de poder en su día puede acabar a tiros, en golpe de Estado o, peor todavía, en guerra civil.

Secretismo

En enero del año pasado, el presidente ruso anunció por sorpresa durante su discurso anual sobre el estado de la Nación el inicio de una reforma constitucional y destituyó a Medvedev como jefe del Ejecutivo, supuestamente desgastado y denostado por gran parte de la élite política del país, de la oposición y de un sector importante de la ciudadanía. Putin dijo entonces que «sería muy alarmante regresar a la situación de mediados de los años 80 cuando los jefes de Estado, uno tras otro, hasta el final de sus días, permanecían en el poder y se iban del poder sin haber garantizado las condiciones necesarias de transformación del poder (…) mejor dejar atrás esas prácticas de entonces».

Se habló de dotar al Parlamento de más poderes o de crear un Consejo de Estado con mayores prerrogativas. Pero luego se observó que el mandatario ruso no supo bien qué hacer con tantas enmiendas presentadas desde todos lados, las ideas expresadas en un principio se diluyeron y al final terminó aceptando la propuesta de la primera mujer cosmonauta, la diputada Valentina Tereshkova, de introducir una cláusula en la Constitución para que Putin pueda continuar al frente del país dos mandatos más, hasta 2036.

INTERNACIONAL

es-es

2021-09-21T07:00:00.0000000Z

2021-09-21T07:00:00.0000000Z

https://lectura.kioskoymas.com/article/282046215237406

Vocento