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La crisis de la inmobiliaria Evergrande dispara el miedo a un ‘Lehman chino’

El gigante acumula una deuda de 300.000 millones de dólares y reconoce que no podrá afrontar pagos

PABLO M. DÍEZ CORRESPONSAL EN PEKÍN

El gigante acumula una deuda de 300.000 millones de dólares y reconoce que no podrá afrontar pagos

El colapso de la firma tiñe de rojo las bolsas europeas y alejan al Ibex de los 8.700 puntos

Una quiebra de la compañía no solo afectaría a la economía china, salpicaría a todo el mundo

Algunos ya lo llaman el Lehman Brothers de China recordando el estallido de la crisis financiera global en 2008. Aunque todavía está por ver si llega a tanto, lo que sí es cierto es que la deuda del gigante de la construcción Evergrande amenaza con reventar la burbuja inmobiliaria que ha crecido en este país al amparo de su rapidísimo crecimiento económico.

Esta compañía, que es la principal constructora de China y una de las mayores del mundo, acumula una astronómica deuda de 300.000 millones de dólares (256.208 millones de euros). Para hacerse una idea de lo que eso supone, baste recordar que, de los 200 países del mundo, solo 44 tienen un Producto Interior Bruto (PIB) anual superior a esa cifra.

Dañada por una caída en la venta de pisos y las normas vigentes desde el año para reducir el endeudamiento de las empresas, Evergrande se enfrenta desde ayer a préstamos e intereses que no puede pagar. Tras avisar de su grave falta de liquidez hace semanas, cuando anunció que abonaría sus deudas en propiedades y no con dinero, sus acciones han seguido cayendo en picado y ayer perdieron un 10% en la Bolsa de Hong Kong. Desde principios de año, registran una caída del 85%.

Con más de 1.300 promociones inmobiliarias en 280 ciudades de China y negocios en el sector de los coches eléctricos, la salud, la alimentación, las producciones de televisión y hasta un club de fútbol en Guangzhou (Cantón), Evergrande tiene 200.000 trabajadores y genera cada año casi cuatro millones de empleos indirectos. Temida por todos, su quiebra no solo afectaría a la economía de China, sino de todo el mundo.

«Los efectos colaterales financieros tendrían un gran alcance. Evergrande le debe dinero a alrededor de 171 bancos domésticos y otras 121 firmas financieras más», analiza para la BBC Mattie Beking, de la Unidad de Inteligencia del Economist (EIU). Pero la promotora no solo está entrampada con los bancos, sino también con sus proveedores y contratistas e incluso con sus clientes, ya que tiene sin terminar más de un millón de viviendas vendidas sobre plano. Temiendo perder los ahorros de toda su vida, cientos de personas vienen manifestando durante los últimos días ante la sede de la compañía en Shenzhen. Unas protestas inusuales en China, donde la Policía acaba rápidamente con cualquier muestra pública de descontento.

En caso de que Evergrande declarara la bancarrota, se desataría tal terremoto financiero y social en China que daría lugar a una contracción del crédito y, posiblemente, también a movilizaciones callejeras. Por ese motivo la mayoría de economistas cree que el régimen de Pekín acabará finalmente rescatando a la compañía para salvaguardar la sacrosanta estabilidad social.

Pero, en lo que puede ser una señal, el director del periódico ‘Global Times’, portavoz del Partido Comunista, ha advertido de que Evergrande debería preocuparse más de resolver su deuda en lugar de esperar a que el Gobierno la salve. «Una vez que explota el problema, la compañía no puede confiar en que es demasiado grande para caer. Debe tener la habilidad de salvarse en el mercado», alertó Hu Xijing la semana pasada en sus redes sociales.

Con un elevado endeudamiento tan

to por parte de empresas como de administraciones públicas locales, el colapso de Evergrande puede desencadenar un peligroso efecto dominó que amenaza al régimen chino. El motivo es que su autoritarismo se legitima ante su pueblo por el crecimiento económico y la estabilidad social que ofrece, por lo que una crisis así quebrantaría el «contrato social» vigente en China. Por otra parte, rescatar a una compañía con una deuda tan descomunal puede sentar un mal precedente para el futuro.

Fundada en 1996 en la ciudad sureña de Cantón, en pleno corazón de la ‘fábrica global’, Evergrande ha sido uno de los pilares de la modernización y urbanización de China. Con una fortuna de 10.600 millones de dólares (9.050 millones de euros), su presidente y mayor accionista, Xu Jiayin, es uno de los hombres más ricos del país. Pero se enfrenta al peor momento de su vida y, desde la cima de uno de sus rascacielos, su caída puede ser tan descomunal como su deuda.

ABC 2

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2021-09-21T07:00:00.0000000Z

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