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La angustiosa soledad de Laporta

Sin proyecto deportivo ni recursos económicos, sopesa incluso que el Barça ya no pertenezca solo a los socios

SALVADOR SOSTRES BARCELONA

El triste empate de ayer ante el Granada es sólo un síntoma más de un club impotente, arruinado y a la deriva. Joan Laporta i Estruch afronta su segunda presidencia veinte años mayor que cuando fue elegido la primera vez. El 15 de junio de 2003 le faltaban 14 días para cumplir los 40 y hoy tiene ya cumplidos los 59. En 2003 heredó un equipo en decadencia, pero con jóvenes promesas a punto de eclosionar –Messi, Xavi, Iniesta, Víctor Valdés, Puyol o Busquets estaban ya– y de convertirse en los mejores jugadores del mundo. Pero, sobre todo, contaba con la amistad y el consejo de Johan Cruyff, que estuvo detrás de la contratación de Rijkaard primero y de Guardiola en 2008. Más de fondo, aunque la breve presidencia de Joan Gaspart había generado pérdidas, José Luis Núñez había dejado un club sólido: bien estructurado y con las arcas llenas.

Todo lo contrario, dramática y agónicamente lo contrario, lo que el 7 de marzo recibió en herencia fue un equipo viejo y carísimo, un entrenador en el que no se ve reflejado y un club arruinado y devastado por la desastrosa (y probablemente criminal) gestión de sus antecesores en el cargo, Sandro Rosell y Josep Maria Bartomeu. Johan Cruyff falleció en 2016 y aunque el presidente ha contratado a su hijo Jordi, la visión, la grandeza y la genialidad no son bienes que puedan incluirse en el testamento. De hecho, Jordi se ha negado a sustituir a Ronald Koeman. Tampoco la generosidad es una de sus virtudes.

Laporta, que defiende con valentía (a veces temeraria) aquello en lo que cree y ha pagado un elevado precio por ello, se encuentra dando la cara por un entrenador que no es el suyo y para el que no encuentra sustituto, por un equipo en el que no cree y no ha podido moldear a su gusto y por un club que sólo él sabe hasta qué punto lo retorcieron y sangraron ‘Sandrusco’ y ‘Barto’.

El cruyffismo

Sin Johan a su lado, al presidente le cuesta dar con el entrenador sobre el que cimentar su proyecto deportivo. En su búsqueda de un técnico cruyffista, se ha topado con la avara negativa de Guardiola (que se ha negado a trabajar gratis para el club que le hizo como jugador y entrenador), y con la cobarde inhibición de Jordi, que se ha escondido en la necesidad de fichar al seleccionador belga, Bob Martínez, opción a la que Laporta no se niega en redondo, pero por la que no siente ningún tipo de particular entusiasmo. Xavi es el candidato que con más fuerza suena, pero al presidente no le acaba de convencer: querría un nombre más audaz, más sorprendente, más para coger con el pie cambiado a todos y volver a liderar con una apuesta totalmente suya. Además, con el entrenador, se encuentra con el mismo problema que con la plantilla: no sirve, es carísima y el club no dispone de dinero para fichar a los cracks a los que aspiran unos aficionados acostumbrados a tener uno de los mejores equipos del mundo.

Y justo en este punto se desmorona la última fantasía del romanticismo azulgrana, que también Laporta encarna, y que es que el club sea propiedad de los socios. El CEO Ferran Reverter – «una bendición para el Barça», según sentencia del presidente del Real Madrid, Florentino Pérez– trabaja con una propuesta para acercar al Fútbol Club Barcelona a un modelo parecido al del Bayern, en que el 75% de la entidad es de los socios y el 25%, de los patrocinadores; con la diferencia de que el Barça no está en condiciones de mantenerse en este porcentaje y, en su caso, sería un inicial 60-40 –según la propuesta que prepara Reverter– y con vistas a que los socios perdieran la mayoría, porque con las elevadas sumas que los fondos de inversión y demás empresas tendrán que aportar (en la línea de los 595 millones de Goldman Sachs, más 70 en la recámara) no aceptarán que las decisiones las tomen unos socios y una asamblea que han demostrado ser nefastos en su toma de las mismas, hasta el punto de haber llevado a la entidad a esta brutal crisis. Agentes relevantes del mundo jurídico y financiero internacional están perfectamente al corriente de estos movimientos de Reverter que, por supuesto, no actúa por libre.

La plácida campaña electoral, la complicidad de los poderes fácticos de Barcelona y de Cataluña –con los enfrentamientos tan crudos que habían tenido– y el silencio de sus viejos enemigos, con Sandro Rosell y Javier Faus a la cabeza, ponen sobre la pista de que precisamente por su romanticismo, su catalanismo y su carisma, Laporta ha sido el elegido para llevar a cabo esta operación, porque a cualquier otro presidente le habrían saltado a la yugular los sectores más emocionales de la afición, con los que el actual mandatario tiene más facilidad para conectar. El Jan culé, indepe y apasionado nunca habría querido esto, pero el Joan reflexivo, escarmentado y maduro sabe perfectamente que se ha quedado sin alternativas.

Pese a la difícil situación en que le han puesto, Laporta no piensa promover una acción de responsabilidad contra ellos, por no anclar al club en la dinámica del rencor y por no consumir

se en la oscuridad y el odio en que se sumió Rosell. Si en algún caso concreto se descubre la comisión de un delito flagrante, el club no tendrá más remedio que querellarse, pero sin abrir una causa general.

Sin dinero, sin nombres concretos y en plena decadencia de la Liga, con el modelo de la Superliga aún por madurar y la Champions dominada por los ingleses y sus jeques de presupuesto casi ilimitado, Laporta asiste al día a día de su club viendo además cómo el Camp Nou cae a pedazos. Los asientos sucios, la megafonía destartalada, el césped muy alejado de la alfombra verde que solía ser, y la reforma integral que urgentemente necesita, aún por diseñar y naturalmente sin fecha y sin presupuesto. Pese a los 20 años que han pasado desde el inicio de su primera y exitosa presidencia, Laporta conserva la ilusión y la esperanza, pero si su especialidad, y su manera de entender la vida, es luchar para ganar y ser los mejores, ahora tiene el reto mucho más modesto de pelear por la más elemental supervivencia, en su completa y angustiosa soledad, y sin poder concretar un proyecto ilusionante en el que realmente crea.

DEPORTES

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2021-09-21T07:00:00.0000000Z

2021-09-21T07:00:00.0000000Z

https://lectura.kioskoymas.com/article/282325388111646

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