En el Barça ya protagonizó varios capítulos, entre ellos el que casi le cuesta el puesto a Luis Enrique tras una suplencia en Anoeta

Andoni Zubizarreta, exdirector deportivo del Barcelona, revelaba en una charla con Vicente del Bosque hace un año una anécdota que venía a desvelar las dinámicas de vestuario de Leo Messi. El chascarrillo se remonta a la temporada 2013-14, en la que el Tata Martino se hizo cargo del banquillo azulgrana. «Ya sé que si usted llama al presidente me echa, pero hombre, no hace falta que me lo demuestre todos los días», le espetó el entrenador tras una mala mirada del rosarino. Ese es el poder que tenía Messi en el Barcelona. Lo sabían en el Camp Nou y ahora también lo saben en París tras la ocurrencia de Mauricio Pochettino de sacarlo del campo sin haberlo pactado con anterioridad. La cara de incredulidad de Messi cuando vio el cartelón con su dorsal en el minuto 76 era la antesala de la tormenta que se avecinaba a orillas del Sena. El atacante se negó a darle la mano al técnico, que se vio obligado a dar explicaciones públicas. «Se acercan partidos clave y debemos protegernos. Creo que todo el mundo sabe que tenemos muchos grandes jugadores, con una plantilla de 35 hombres», se justificó Pochettino. Según ‘L’Equipe’, el cambio vino motivado por unas molestias en la rodilla, algo que no concuerda por la reacción del jugador y que poca gente se cree.

No le hizo falta a Messi levantar el teléfono tras el partido ante el Lyon para quejarse al jeque ni a Al-Khelaïfi.

El enfado ya había llegado a Catar y desde el entorno de la familia propietaria del PSG se le lanzó un aviso a Pochettino. «Londres es una ciudad hermosa, ya lo sabes», publicó en las redes sociales, junto a una foto del entrenador saludando, Khalifa Bin Hamad Al Thani, familiar del presidente del PSG. El críptico mensaje puede entenderse como una advertencia o como una broma y habrá que ver cómo lo encaja Pochettino. La expectación para ver lo que ocurre mañana es máxima, ya que el PSG visita al Metz en un partido de Liga intersemanal.

En cualquier caso, Messi ya ha podido comprobar que en París no goza de la bula que tenía en el Camp Nou, Se desgañita el atacante en todas las entrevistas asegurando que no tiene tanto poder como le presuponen. «Ni quito ni pongo entrenadores, ni decido altas y bajas de la plantilla», reitera hastiado. Unas declaraciones que chocan muchas veces con su actitud. Lo desvelaba Luis Enrique recientemente, cuando reconoció que tuvo una fuerte pelea con el argentino. El asturiano sentó a Messi en el banquillo en Anoeta y al día siguiente el futbolista no se presentó al entrenamiento. «Hasta que se solucionó todo hubo un tiempo de tensión, que yo no busqué, sin ninguna duda, pero que apareció y que tuve que gestionar» rememora Luis Enrique. Aquella crisis se llevó por delante a Zubizarreta y estuvo a punto de provocar la destitución del actual seleccionador español.

Suplencias consensuadas

Con esa lección aprendida, Ernesto Valverde entendió que la mejor manera de caer de pie en el vestuario del Barcelona era llevarse bien con Messi. Fue el primer técnico que le cambió sin consecuencias, aunque todos estos movimientos estaban pactados y, sobre todo, aceptados por el jugador. «Esas cosas no se pueden decir, son parte del misterio», sonreía el extremeño sobre su forma de gestionar la relación con Messi. La mejor manera de entender el tabú que supone la suplencia de Messi la expuso gráficamente Tito Vilanova: «No quiere dejar de jugar nunca. Es como si estuviera jugando en la plaza del pueblo y su madre le enviase a buscar el pan. Iría, ¡pero de mal humor! ¿Saben cuál es el problema de Messi? Quitarle a medio partido. Es mejor tenerle en el banquillo y meterle en la segunda parte», explicaba hace más de diez años. Una teoría que aún sigue vigente y que demostró el domingo en el París. Primeros morros y encontronazo con Pochettino tras su tercer partido, en los que la prensa se ha mostrado crítica con sus actuaciones.