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Sainz enseña el colmillo

El piloto madrileño se reencuentra con los medios españoles y muestra un talante más impulsivo en su primer año en Ferrari, en contraste con su estilo racional

JOSÉ CARLOS CARABIAS

Comparece Carlos Sainz al calor del mediodía en una terraza de Madrid, se reencuentra con los medios españoles, tira cañas de su patrocinador Estrella Galicia y muestra nuevas variantes de su personalidad. Es un deportista que ha crecido como piloto, en imagen pública y en carácter ante la adversidad. Es el Sainz cauteloso en público por su educación y cultura personal, que se rebela frente a los reveses de la Fórmula 1. Enseña los dientes, replica firme… En su primera temporada en el imperio de Ferrari, ya está más en camino de convertir su deporte en lo que fue siempre. Tiburones al acecho, instinto de supervivencia en la jungla. Un juego de damas permanente: comer o ser comido.

«Todavía no soy el Carlos Sainz agresivo de McLaren que se tiraba en cada salida y en cada adelantamiento», admite, aunque la realidad que circula a su alrededor es la que corresponde a Ferrari, la selección nacional de un país. Sainz instaló su domicilio cerca de Maranello y, obsesivo con el trabajo y los detalles como es, ha cambiado algunos hábitos en su entorno. Hay más reuniones ahora en la sede de Ferrari dentro de su grupo de trabajo, más detalles para analizar antes y después de las carreras, más información que fluye en las oficinas de la escudería con más empleados laborando en una fábrica.

Sainz ha aportado a Ferrari sus vivencias de veterano en la Fórmula 1, ocho años ya, cuatro equipos (Toro Rosso, Renault, McLaren y Ferrari) y 132 carreras a sus 27 primaveras. Una de sus inquietudes es la imposibilidad de anticipar una respuesta en el bólido rojo ante los trallazos en la parte trasera con los que sorprende habitualmente y que han ocasionado incidentes en los últimos grandes premios.

«Voy rápido y cómodo, pero sigue habiendo algún error por falta de conocimiento del coche y lo estoy pagando. Para sacar el máximo rendimiento de un coche tienes que estar años en un equipo. Como no hay test en la Fórmula 1, tienes que pagar los errores en las carreras», comenta el madrileño, cuya afición por el motor y el deporte le ha convertido en un depredador del consumo televisivo de casi todos los eventos deportivos que se emiten. «Corrí con Palou en cadetes y estoy contento por él por la oportunidad de conseguir un campeonato como la Indy», dice.

Ferrari es como un equipo de fútbol de primer nivel mundial. Un Real Madrid o un Barcelona, entidades en las que solo vale ganar carreras. La mítica escudería no ha vencido este año, y no parece que la tendencia vaya a cambiar. El estrés de un curso sin éxitos se detecta en el entorno de trabajo de Sainz, quien no acepta un papel secundario. «Yo no me veo como Barrichello (el segundo piloto en la época de Schumacher) –resalta–. Soy feliz ganando y mi sueño es ser campeón del mundo con Ferrari».

La escudería no gana, pero sí lo hace el anterior monoplaza de Carlos Sainz, el McLaren en reconstrucción. Por ahí el piloto madrileño replica potente a la curiosidad cuando se desliza en la conversación la victoria de un McLaren (Ricciardo) en el último gran premio, Monza (Italia). «Sabía que esa pregunta me iba a caer», responde con algo parecido al fastidio. «Nadie preguntó eso cuando hice podio en Mónaco con el Ferrari, pero ahora se dice si hubieses estado en McLaren… No echo de menos McLaren. Estoy encantado en Ferrari, pasando el mejor año de mi carrera deportiva y cumpliendo un sueño. No lo cambiaría por nada. El tiempo dirá si me he equivocado, pero yo confío en el proyecto a largo plazo de Ferrari y estamos trabajando muy duro para ganar».

Asoma el Sainz impulsivo, el que no se deja llevar por un raciocinio a ultranza. Vuela la pregunta respecto a las diferencias de talante entre su compañero Charles Leclerc y él («intuitivo el francés, racional Sainz», se le dice) y el español discrepa abiertamente. «Somos más parecidos de lo que imagináis. Leclerc tiene más confianza que yo con el coche, eso es todo. No soy tan analítico… Tal vez he pecado un pelín de conservador por no tener confianza con el coche, pero es porque no tengo ese puntito de ‘feeling’ para las salidas y los adelantamientos. Me falta el último puntito de confianza para saber cuándo te puedes tirar a saco porque conoces el coche de verdad».

Además de la tensión que genera una institución como Ferrari, al madrileño también le ha reportado su militancia en la escudería momentos de enorme satisfacción. Desde el punto de vista personal, se dio el gustazo de subir a sus padres a un fórmula 1 de tres plazas, pequeña joya que reside en el circuito de Fiorano propiedad de su equipo. O vivir el paroxismo de los ‘tifosi’ durante el último gran premio de Monza, en el que casi vuelcan la caravana en la que estaba viviendo durante ese fin de semana el piloto. O probar un Ferrari clásico de 1970, piezas de museo que solo los locos del motor aprecian en plenitud. «Me gusta el espíritu que se trata de transmitir ahora en Ferrari, la adaptación cultural a los tiempos», relata el protagonista de esta historia.

McLaren gana, Ferrari no

«No echo de menos a McLaren. Estoy encantado en Ferrari, no lo cambiaría por nada»

Estilo

«No soy tan analítico. He sido un pelín conservador por no tener confianza con el coche. Leclerc sí la tiene»

DEPORTES

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2021-09-21T07:00:00.0000000Z

2021-09-21T07:00:00.0000000Z

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