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Los tres tenores de la diplomacia española

José Joaquín Puig de la Bellacasa in memoriam

POR IGÑACIO CAMUÑAS IGNACIO CAMUÑAS SOLÍS

NO sé por qué al pensar en la misa funeral que habrá de celebrarse esta semana en memoria de José Joaquín por parte de su familia se me ha venido a la cabeza el recuerdo siempre emocionante de los tres grandes tenores de nuestra época. Plácido Domingo, Pavarotti y José Carreras.

Nuestra Carrera Diplomática ha podido disfrutar también en estas últimas décadas de tres grandes diplomáticos que han honrado a esta bendita y esforzada carrera tan mal entendida tantas veces. Marcelino Oreja, José Joaquín Puig y Antonio Oyarzábal, todos ellos, discípulos y colaboradores del insigne ministro Fernando María Castiella, han constituido para todos nosotros ejemplo de buen hacer y un verdadero lujo para los que nos consideramos amigos y compañeros suyos.

Oreja es, sin duda, el líder de este pequeño grupo de embajadores. Marcelino lo ha sido todo en la carrera. Ingresó como número uno de su promoción y recorrió todos los puestos de responsabilidad del Palacio de Santa Cruz. Desde jefe del gabinete del ministro hasta subsecretario con Areilza para después ocupar la cartera de Exteriores con Adolfo Suárez en los trascendentales años de la Transición, sin olvidar, desde luego, su largo recorrido en las instancias europeas como secretario del Consejo de Europa y años más tarde, comisario en la propia Unión.

Antonio Oyarzábal es de aquellos singulares embajadores que podrían denominarse tricontinentales pues tuvo la oportunidad de servir en Embajadas americanas, asiáticas y europeas con enorme brillantez y buen sentido. Todos recordamos su jefatura de misión en Washington pero no menos importante resultaría también su labor en Quito, Tokio y Copenhague.

Por ultimo, José Joaquín, a quien hoy lloramos y recordamos con inmensa emoción y gratitud, el gran caballero del servicio exterior de nuestro país, recorrió también distintos puestos en el propio Ministerio llegando a culminar su brillante carrera en la Embajada de España en Londres que después tuvo continuidad en las no menos importantes de la Santa Sede y Lisboa. Su paso por la Casa Real dejó igualmente estela de buen hacer, rigurosa discreción y lealtad absoluta a la Corona y a España.

Los tres personajes han tenido, sin duda, la fortuna de tener a su lado a tres grandes mujeres que les han acompañado en todo momento con enorme dedicación y sacrificio, poniendo siempre los intereses de España por encima de sus apetencias personales y legítimos intereses familiares. Silvia Arburua, Beatriz Lodge y Paz Aznar tienen por ello buena parte de culpa de los éxitos de sus maridos respectivos.

Descanse en paz el bueno de José Joaquín y sirvan estos tres ilustres diplomáticos de ejemplo para las nuevas generaciones que con tanto honor deben seguir sirviendo a España allá donde tengan que representarla en el mundo entero.

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2021-09-21T07:00:00.0000000Z

2021-09-21T07:00:00.0000000Z

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