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Uno de los grandes intelectuales portugueses

José Augusto França (1922-2021) Fundador del primer curso de Historia del Arte que se implantó en el país vecino

FRANCISCO CHACÓN

El presidente de la República lusa, Marcelo Rebelo de Sousa, le ha definido como «una de las mayores figuras culturales del Portugal contemporáneo». Y así, en esas pocas palabras, queda retratada la importancia de José Augusto França, después de toda una vida consagrada a las multifacetas intelectuales.

Se distinguió como el fundador del primer curso de Historia del Arte que se implantó en el país vecino y publicó un vasto legado bibliográfico: más de 100 libros y algunos de ellos clave para definir las transiciones estéticas de Portugal desde mucho antes que la Revolución de los Claveles representara un antes y un después.

Además, este pionero de la crítica de arte sentó las bases para que distintas disciplinas se dieran la mano y para que la coherencia estética ganara enteros.

Subrayaba Rebelo de Sousa que hay dos monografías publicadas por França que han marcado época por su rigor y por ser realmente completas, antesala de la divulgación que merecían estos dos grandes personajes. Se trata de las referidas a De Souza Cardoso y a Almada Negreiros, tal cual demostró el Museo Gulbenkian con dos exposiciones recientes e imprescindibles.

De sus 90 años muy vividos, al menos 70 los dedicó a la gran pasión de su devenir personal. El arte, su omnipresencia, su aureola, sus connotaciones.

José Augusto França era un teórico más bien atípico, dueño de una capacidad que escapaba a los cánones tradicionales, tal vez porque sus axiomas correspondían a otros parámetros. Tanto es así que nunca utilizaba un ordenador, únicamente redactaba sus textos en una máquina.

Vivía en una propiedad de tres hectáreas en compañía de la historiadora francesa del arte Marie-Thérèse Mandroux. Y allí disfrutaba de su pasión por la novela negra de Georges Simenon y de su colección de películas francesas.

Tal vez ahí estaba la base que explicaba la heterodoxia de este guionista de cine, galerista, editor de revistas, etcétera. Nada extraño, por tanto, que su archivo personal se haya dispersado entre varias culturales de Lisboa: la Biblioteca Nacional (en Campo Grande) o la Fundación Gulbenkian.

Sin embargo, se han alzado ya las voces que reivindican la unificación de semejante legado en un solo edificio, pues además representaría que la capital portuguesa le rendiría el mejor tributo posible, aunque en realidad su procedencia hundía sus raíces en Tomar, 130 kilómetros al norte de la ciudad del fado.

No puede olvidarse que André Breton o Roland Barthes formaban parte de su círculo durante sus numerosos años en Francia, donde también entró en contacto con los intelectuales portugueses en el exilio: Joaquim Barradas de Carvalho, Antonio José Saraiva y otro

Los constantes viajes a España terminaron por apuntalar su perfil, pues la pintura de los grandes le impresionó e influyó en su gusto estético.

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2021-09-21T07:00:00.0000000Z

2021-09-21T07:00:00.0000000Z

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