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BUSCAN EN PADRÓN LA PIEDRA SOBRE LA QUE DESCANSÓ EL APÓSTOL

Por NATALIA SEQUEIRO

ABC habla en primicia con el equipo de arqueólogos que trata de localizar en Padrón la piedra en la que podría haberse depositado el cuerpo del apóstol Santiago tras llegar de Palestina. Los primeros peregrinos de la historia pudieron tocarla hasta que en la Edad Media la lanzaron al río para protegerla. Aún queda mucha historia por desenterrar en Galicia

Manuel González señala la higuera y recuerda. Justo en frente, de niño, cuando el día era caluroso, solía refrescarse en el río Sar. Él y sus amigos jugaban tirándose a un hoyo profundo hasta lograr llegar a una piedra. «Ya toqué la barca», se decían unos a otros. Ahora, a sus 73 años, en el lugar observa a diario una explanada de cemento. En la década de los 60, las autoridades decidieron rellenar el meandro del río que dio origen a toda la tradición jacobea. En ese punto (A Barca, Padrón), se sitúa la llegada del Apóstol Santiago a Galicia.

De la ‘Traslatio’ da cuenta el ‘Códice Calixtino’, el manuscrito ilustrado del siglo XII que recientemente, tras ser robado por el electricista de la catedral, permaneció meses oculto en el trastero de un garaje, envuelto en una bolsa de plástico. No era la primera vez que los responsables del templo compostelano despistaban objetos de importancia. Los propios huesos que se veneran como del Apóstol estuvieron siglos desaparecidos. La historia que recoge el Códice es la misma que se contaba oralmente a los peregrinos en la Edad Media, cuando empezaron a cruzar toda Europa para llegar a Compostela. El relato es el siguiente. En torno al año 41-44 después de Cristo, dos discípulos de Santiago, Atanasio y Teodoro, recogen el cadáver de su maestro tras ser decapitado en Palestina por orden del rey Herodes de Agripa. Emprenden un largo viaje y desembarcan en el puerto de una de las ciudades más importantes de la época, Iria Flavia, a unos 20 kilómetros de Santiago. Atan la barca y depositan el cuerpo del seguidor de Jesús de Nazaret en una piedra que, como si fuera de cera, milagrosamente se reblandece adoptando la forma humana.

Desde 2018, el arqueólogo Andrés Bonilla busca esa piedra. Mientras Manuel González trabaja la madera y atiende su huerto a escasos metros de donde empezó todo, Bonilla supervisa a los técnicos que manejan un georradar para tratar de localizar el vestigio.

Sin dudas de su existencia

No hay duda de que la piedra existió, otra cosa es que se produjera el milagro, apunta el arqueólogo. Entre los siglos XV y XVIII, los peregrinos que llegaban a la catedral de Santiago tenían por costumbre caminar después hasta Padrón para contemplarla. Algunos dejaron escrito el relato de su periplo. El francés Nompar en el año 1417, el barón Leo von Rozmithal –cuñado del rey Jorge de Bohemia– en 1467, el alemán Münzer en 1494, Jean Taccouen en 1512 o el polaco Jacob Sobieski en 1611. Sus textos inspiraron ilustraciones como el ‘Desembarco del Cuerpo del Apóstol’, pintado por el Maestro de Astorga en el siglo XVI y que actualmente atesora el Museo Lázaro Galdiano en Madrid. La zona de A Barca fue también fotografiada desde el aire en lo que se conoce como el vuelo americano, la ortofoto más antigua realizada en los años 40. En la imagen aún se aprecian puertos de amarre, arenales y zonas de baño.

Cuando los primeros peregrinos llegaron a Padrón, la piedra podía tocarse. Pero ante el fervor medieval

por los objetos de los santos, se abalanzaban sobre ella para intentar llevarse un trozo, una reliquia. El testigo pétreo del milagro corría peligro. Para protegerlo, a las autoridades del momento no se les ocurrió nada mejor que lanzarla al río y que los caminantes la contemplasen a distancia. Lo hacían, según los relatos que han llegado hasta nuestros días, desde una escalinata y posiblemente un humilladero, en el que se arrodillaban para rezar.

«Uno de los movimientos culturales más importantes de la Edad Media europea comenzó justo donde estamos ahora», relata Bonilla. La primera prospección, realizada hace tres años, arrojó datos esperanzadores. El radar de sondeo terrestre localizó imágenes de una estructura semejante a unas escaleras. Pero el vestigio que supuestamente tomó la forma del Apóstol no apareció. Ahora vuelven a intentarlo. «Buscamos una piedra de dos metros de largo que tenga las dimensiones suficientes para poder poner encima un cuerpo humano. ¿Cuál es el problema? Por la información que tenemos, el relleno que hicieron fue a base de grandes piedras», indica el arqueólogo. Los técnicos usan un georradar en 3D y otro en 2D que, aunque con una resolución peor, puede alcanzar mayor profundidad. Además la prospección se completa con una tomografía eléctrica. «Metemos unos hierros cada dos metros, lo que nos permite ver una sección, el georradar realiza un estudio en plano», explica Bonilla.

Hacía años que a Ángel Rey Castro, presidente de la asociación cultural Villa Petroni, le rondaba por la cabeza desenterrar el Primus Portus Apostoli. Conocía la historia desde la infancia y sentía pena al pensar en todo el patrimonio que había quedado sepultado con los rellenos. La asociación buscó financiación y la encontró de la mano de una empresa local, Vermutería de Galicia (vermú St. Petroni).

«Dicen que cuando más conoces tu tierra y tus raíces más la quieres, al final pensamos en que era importante poner nuestro granito de arena para que Padrón se recupere de todos los expolios, ya nos llevan los pimientos, a Rosalía de Castro no la tenemos enterrada aquí...», indica Cristina Codesido, gerente de la compañía. Para la iniciativa han contado también con apoyo del Ayuntamiento y de la Xunta de Galicia.

El lugar de A Barca se encuentra a escasos metros de otro icono de la cultura jacobea, el Pedrón, un miliario romano donde la tradición indica que se amarró el barco que trajo los restos del Apóstol. El Pedrón, sin embargo, nunca cayó en el olvido. Los peregrinos que hoy en día realizan el Camino Portugués siguen deteniéndose en la Iglesia de Santiago para contemplarlo en el altar. «Yo estoy seguro de que se van a hallar restos importantes», subraya Don Roberto, párroco del templo. «Esta es la cuarta iglesia que hubo en el lugar, antes había una gótica y antes dos medievales, una destruida por Almanzor. Si no se encuentra la piedra, probablemente aparecerán restos de estas iglesias que se tirarían al río y que quedaron ente

Unos hallazgos agridulces LOS SONDEOS HAN ENCONTRADO UNA ESTRUCTURA SIMILAR A UNAS ESCALERAS, PERO NO LA PIEDRA DONDE DICEN QUE YACIÓ EL CUERPO DEL APÓSTOL

rrados», apunta. Don Roberto confía de todos modos en que pueda aparecer la piedra reblandecida. Como hacía Manuel González cuando jugaba en el río, el párroco aclara que muchos se refieren a ella como la barca de piedra que trajo al Apóstol desde Jaffa, pero realmente la tradición indica que es la roca donde lo colocaron después de que la nave llegase a su destino.

Dando un pequeño paseo desde A Barca se alcanza el Santiaguiño do Monte. En un espacio de media hectárea se sitúa una pequeña ermita de origen desconocido, un promontorio rocoso y un bosque. Cada 25 de julio se celebra allí una romería popular. El lugar simboliza otro de los mitos del Jacobeo, la ‘Predicatio’. El Códice la cita de pasada. Es un libro más antiguo, el ‘Breviarium Apostolorum’, de finales del siglo VI o principios del VII, escrito en algún lugar de Francia o Italia, el que recoge esta tradición.

Traslado a Hispania

¿Por qué Teodoro y Atanasio viajan con Santiago hasta Iria Flavia? En la Edad Media se contaba que el Apóstol había abandonado Tierra Santa tras la muerte de Jesús y se trasladó a Hispania para difundir la palabra de Dios. Entre los lugares en los que predicó, el relato sitúa al entorno de la actual Compostela. La fiesta del Santiaguiño, explica Francisco Singul, historiador y jefe del Área de Cultura Xacobea en la Xunta, la impulsó el arzobispo Martín de Herrera «después del segundo descubrimiento de la tumba del Apóstol a finales del siglo XIX».

«Iria Flavia es una de las grandes deudas de la historia de Galicia. ¿Cómo el origen de toda la cultura jacobea está sin excavar? Es ahí donde están las primeras basílicas de Galicia», recalca Miguel Taín, director de la Cátedra del Camino de Santiago y las Peregrinaciones de la Universidad de Santiago de Compostela. «No hay ni un proyecto para estudiar el lugar, es una pena», denuncia.

El director de la Cátedra del Camino de Santiago tampoco entiende cómo nadie ha decidido estudiar el conocido como Castro Lupario. Es el territorio de la pagana Reina Lupa, donde la leyenda sitúa su castillo, al que acudieron Atanasio y Teodoro a pedirle permiso para enterrar al maestro en sus dominios.

Taín también reclama una prospección arqueológica en el Pico Sacro, un nuevo punto clave de las peripecias de la ‘Traslatio’ recogidas en el Códice Calixtino. A esa montaña en vía Lupa enviaron a los discípulos de Santiago a buscar unos bueyes para la construcción de un sepulcro. Sin embargo, lo que realmente planea la reina pagana es deshacerse de ellos y al llegar al monte se encuentran con un terrible dragón, al que gracias a la intervención divina logran matar.

«La cultura y la historia no viven sus mejores momentos, pero hay que decir en voz alta que hay mucho todavía por estudiar, más bien todo», concluye Taín.

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