¿Y si bajo el altar mayor de la catedral de Compostela no estuviera enterrado el Apóstol Santiago ‘el Mayor’ sino que este, en realidad, estuviera custodiado en la Capilla de las Reliquias donde se cree que se conservan los restos de otro Apóstol, Santiago ‘el Menor’? Este es el debate que plantea un estudio forense realizado en los años 90 y que ahora ve la luz en la prestigiosa revista ‘Forensic Anthropology’, que edita la Universidad de Florida. La ciencia aplicada a la leyenda para hacerle apostillas al mito jacobeo.

La última vez que hombres de ciencia aplicaron su conocimiento al estudio de las reliquias de la catedral fue a finales del siglo XIX, en 1878. En aquella ocasión tres profesores de la Universidad de Santiago dejaron por escrito que los huesos hallados a 30 metros de profundidad bajo el altar mayor pertenecían a «tres esqueletos incompletos de muchos individuos, de diferente desarrollo y edad». Los profesores aplicaron una lógica un tanto arbitraria para determinar que los huesos «pudieron haber pertenecido al Santo Apóstol y sus dos discípulos».

Transcurrido un siglo de aquellos estudios, la catedral de Santiago volvió a abrirse para el estudio de científicos, aunque en esta ocasión buscaban determinar la identidad de otro Apóstol, Santiago Alfeo o ‘el Menor’, del que se conservan restos de su cabeza en la Capilla de las Reliquias. Al equipo dirigido por Fernando Serrulla, miembro del Instituto de Medicina Legal de Galicia tampoco le dieron excesivas facilidades. Apenas diez días para trabajar sobre el terreno, sin posibilidad de trasladar los restos al laboratorio. Treinta años después, la investigación de Serrulla ve la luz.

Por partes. Santiago ‘el Mayor’ murió, según se cree, en el año 44 decapitado por orden de Herodes Agripa. «Este tipo de muerte era la pena habitual entre los judíos condenados por idolatrar, un crimen por el que Santiago ‘el Mayor’ pudo haber sido acusado», recoge el artículo de Serrulla. Por el contrario, Santiago ‘el Menor’ –llamado así para diferenciarlo del Zebedeo– murió hacia el 62 d.C., «cuando tenía 92 años y tras vivir un existencia ascética».

Tres versiones

Los historiadores de la Iglesia barajan tres posibles causas para su martirio. «Todas las versiones sobre la muerte de Santiago Alfeo parecen coincidir con el hecho de que probablemente murió como consecuencia de una lesión cerebral por trauma, causada por un palo o porra, o como el resultado del impacto de piedras en su cabeza», resume el forense. Estos escenarios plantean como arma algún objeto romo «pero no afilado». De los pocos restos que se conservan y que pudieron ser analizados se confirma la existencia de lesiones violentas. La reconstrucción forense permite determinar dos lesiones, una en el frontal del cráneo y otra en el parietal, posterior a la primera. «La existencia de estos dos golpes en el cráneo nos permite argumentar que el caso puede estar relacionado con la denominada ‘muerte por tres golpes’, según la cual el condenado recibía el primer ataque en un lateral de la cabeza que lo dejaba inconsciente, después un segundo golpe en la nuca» una vez el cuerpo estaba en el suelo «y finalmente la decapitación, para asegurar la muerte del prisionero». «En nuestro caso solo hay evidencia de los dos primeros golpes, dado que no ha sido posible examinar las vértebras del cuello».

Así, el forense interpreta que «la muerte por un instrumento romo encaja mejor con la muerte de Santiago ‘el Mayor’», mientras que «no tenemos la misma evidencia para sostener la hipótesis de la muerte de Santiago ‘el Menor’». La conclusión bate contra el dogma: «los restos óseos encontrados en el relicario de Santiago Alfeo quizás no pertenezcan a este santo, si aceptamos como válida la información histórica sobre su martirio», pero «sí podrían pertenecer a Santiago ‘el Mayor’». La polémica está servida.