Ita, la nueva compañía aérea italiana que surge de las cenizas de Alitalia, inició ayer sus primeros vuelos. Se ha puesto así fin a 75 años de historia de la aerolínea de bandera, Alitalia, cuya quiebra es consecuencia de una grave crisis, que se ha prolongado durante un cuarto de siglo con mala gestión empresarial y despilfarro de dinero público. Para romper radicalmente con ese pasado y aparecer con aire fresco, la nueva aerolínea italiana se llamará en los próximos meses Ita Airways; sus nuevos aviones serán azules. Se dice adiós al viejo e histórico logotipo de Alitalia, reemplazado en las aeronaves por Ita Airways, y una banda tricolor en la cola (verde, blanco y rojo, los colores de la bandera italiana).

Los viajeros no advirtieron ayer ningún cambio, porque en los aviones de Ita, la nueva compañía pública del Estado italiano, sigue apareciendo Alitalia y en los aeropuertos figura el mismo código del vuelo (AZ). La marca Alitalia se sacó a subasta por 290 millones de euros. Una vez finalizado el procedimiento de oferta pública de la marca y el dominio web, la nueva empresa pudo comprarlo a un precio muy inferior: 90 millones de euros. Sin embargo, la empresa ha cambiado el nombre de la aerolínea, para no cargar con un pasado que sin duda podría haber dañado su imagen.

La nueva empresa nace con grandes recortes, en medio de las protestas de los miles de trabajadores que han sido despedidos. Ita Airways volará con 52 aviones y los empleados son 2.800 (Alitalia tenía 10.500 empleados). El plan de negocio de la nueva empresa prevé «aumentar posteriormente la plantilla inicial», hasta «alcanzar el número máximo total de aproximadamente 5.750 empleados en el año 2025», es decir, poco más de la mitad respecto a antes.

Entre los objetivos que persigue la nueva compañía está el de convertirse en la aerolínea más ecológica de Europa. «Me comprometo a conseguir que para el 2025, Ita sea la aerolínea no ‘low cost’ más respetuosa con el medio ambiente de Europa, y esto gracias a los acuerdos con Airbus para el suministro de aviones de última generación», dijo el presidente de Ita Airways, Alfredo Altavilla, quien también se comprometió a «poner al cliente en el centro de la política comercial y realizar una buena gestión económica».

Sin duda, el presidente Altavilla pretendía eliminar así la sombra que ha existido sobre Alitalia en las últimas décadas, por su mala administración y corrupción, hasta el punto de que se convirtió en símbolo de un fracaso empresarial. Pretendieron reflotarla sin éxito árabes, franceses, holandeses... además de sucesivos gobiernos que intentaron privatizarla, después de medio siglo de absoluto control del Estado. Nadie logró salvarla.