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«Prefiero una discusión a dejar a la gente sin voz; la censura no es buena idea»

► La escritora y activista charla con ABC desde Nueva York pocos días antes de viajar a Oviedo para recibir de manos del Rey el premio Princesa de Asturias

Gloria Steinem Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades 2021 INÉS MARTÍN RODRIGO

MADRID

La voz de Gloria Steinem (Toledo, Ohio, 1934) es la de la experiencia. Y, sin embargo, en ella no se percibe soberbia, ni condescendencia tampoco. El suyo es un tono dulce, suave, acompasado casi a las palabras de su interlocutor, que ella escucha con la misma atención con la que escoge las suyas. Sabe, porque lo ha vivido a veces hasta el padecimiento, lo importante que es prestar atención al otro, sobre todo en esta época nuestra de ruido infinito, de verdades a medias y realidades filtradas por objetivos que nada tienen que ver con la imparcialidad. Sus ojos, surcados desde hace tiempo por arrugas que nunca ha tratado de disimular, lo han visto todo, al menos en la historia reciente de su país. Desde el despertar del feminismo, que ella misma abanderó para lograr la igualdad entre los hombres y las mujeres, a las protestas contra la guerra de Vietnam, el inicio del movimiento en defensa de los derechos civiles y contra el racismo o los primeros pasos del llamado ‘nuevo periodismo’. Eso solo en la segunda mitad del siglo XX, y sin mencionar todo lo mucho que lleva dando de sí el XXI.

La de Steinem es, por tanto, una vida para contarla, referente y espejo de generaciones enteras de hombres y mujeres. Ella, presa de una humildad de la que no se desprende ni para recibir premios como el Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades, decidió ponerla al servicio de cuantas nobles causas se han cruzado en el extenso camino recorrido hasta ayer mismo. Escritora, periodista, activista, feminista... Todas etiquetas asociadas a su fascinante personalidad, aunque ninguna llegue a definirla del todo, por completo, pues es imposible. Su gran secreto para haber llegado a los 87 años con la dignidad intacta es no haber renunciado a ser ella misma. Envejecer es eso, y saber que todo lo que tenemos es tiempo. Nada más. Por eso a Steinem no le gusta desperdiciarlo, ni perderlo, y apuró hasta el final la conversación que mantuvo con ABC desde su casa de Nueva York unos días antes de desplazarse hasta Oviedo para recibir el próximo viernes el Princesa de Asturias de manos del Rey en una ceremonia que, tras la excepcionalidad pandémica del año pasado, vuelve al Teatro Campoamor.

—Imagino que este viaje a España será el primero que haga tras el confinamiento. Después de todo lo vivido a lo largo de su vida, ¿cómo se enfrentó a la pandemia, cómo la vivió?

—Lo experimenté como una realidad que iba creciendo poco a poco. Creo que, como mucha gente, hasta que no pasaron los tres primeros meses no me di cuenta de que no era temporal, sino que era comparable a la epidemia de gripe de la Primera Guerra Mundial. Pero sería interesante que cada uno contara su propia historia de la pandemia, país por país o continente por continente.

—¿Y qué lecciones debe aprender nuestra sociedad de la pandemia?

—Esa es una pregunta que cada uno debe responder. Pero sí creo que nuestra conciencia colectivamente ha cambiado. Estamos compartiendo una experiencia o un peligro que no está limitado por fronteras, ni por género, ni por raza o clase. Como soy optimista, espero que esto ayude a crear una nueva conciencia que esté menos dividida por la nación y el idioma, la clase y el género.

—¿Qué siente cuando ve a las generaciones más jóvenes formando parte del feminismo de manera tan activa?

—Para mí es muy alentador ver cómo muchos hombres, quizás no todos, pero sí muchos han asumido el deseo de igualdad desde el punto de vista de la maternidad, están comenzando a ser más activos en la crianza de sus propios hijos. Y creo que es muy importante. Porque así como las mujeres hemos desarrollado partes de nuestra naturaleza humana al estar en el mundo, fuera del hogar, los hombres desarrollan empatía, paciencia y otras cualidades al estar dentro del hogar.

—¿Es el feminismo una identidad, una ideología, un modo de vida?

—Para mí, el feminismo es un hecho, el hecho de que todos somos seres humanos, cada uno de nosotros es único y comparte su humanidad. Y es como el movimiento contra el racismo, contra los prejuicios nacionales, se está haciendo. No deberíamos necesitar una palabra, como feminismo o antirracismo o lo que sea. Esa palabra puede ser un remedio, por lo que es importante, pero, con suerte, algún día no será necesaria, con suerte, con suerte.

—Hablando de identidades, ¿cómo se definiría? ¿Quién es Gloria Steinem?

—Oh, eso es muy difícil. Supongo que empezaría con ser humano. No me gusta definirme a mí misma con entidades basadas en la clase o la raza, porque estamos tratando de superar eso. En términos menos visibles, me definiría como alguien que creció no en circunstancias económicas terribles, pero tampoco buenas. No fui al colegio hasta los doce años, porque mi familia viajaba, y estoy segura de que eso me moldeó.

—¿Se arrepiente de algo?

—Me arrepiento de perder el tiempo. Lo más probable es que la gente piense que me arrepiento de no haber tenido hijos o de no haber tenido más seguridad económica, haber sido una periodista freelance en lugar de tener un trabajo, pero no me arrepiento de esas cosas.

—¿Qué piensa de la evolución del movimiento por los derechos civiles, desde Rosa Parks al Black Lives Matter?

—Estoy muy agradecida, porque el movimiento de derechos civiles nos liberó a todos, sea cual sea nuestra raza, complexión o edad, de sentir que teníamos que ajustarnos a una jerarquía que no era la nuestra. No quiero sobrestimar

Feminismo

«Es alentador ver que muchos hombres han asumido el deseo de igualdad desde la paternidad»

Pandemia

«Soy optimista. Espero que ayude a crear una nueva conciencia menos dividida por la nación, la clase y el género»

el progreso que hemos hecho contra el racismo y el sexismo, porque todavía estamos luchando, pero como soy lo suficientemente mayor para recordar cuando las cosas eran peores, me siento agradecida por el progreso.

—¿Es Estados Unidos un país racista?

—Sí, y vivimos en un mundo racista. El movimiento feminista, el de los derechos sociales, todos los movimientos que buscan la justicia social han hecho que el racismo disminuya, pero todavía es cierto que con demasiada frecuencia, cuando vemos a un individuo, hacemos predicciones insconscientes basadas en categorías que no tienen nada que ver con ese individuo.

—¿Y tiene solución?

—Sí, absolutamente. Piense en todo lo que está cambiando ya. Una tercera parte de este país apoyó a Trump y lo hizo en parte por motivos racistas. Estamos en un punto en el que la primera generación de bebés que son en su mayoría de color ya ha nacido. La gente preocupada por eso, aunque no tenga sentido, porque somos individuos únicos, lo está todavía más, y ese fue, en parte, el motivo por el que Trump fue elegido, aunque nunca tuvo mayoría de votos.

—¿Y qué piensa de fenómenos como la llamada ‘cultura de la cancelación’?

—Entiendo el impulso, y a veces la cancelación es la única manera de que la gente que lo hace pueda mostrar su poder. Pero a pesar de todo prefiero una discusión real a dejar a la gente sin voz. La censura no es una buena idea.

—¿Se debe separar al artista de su obra?

—Ya que uno va a sobrevivir al otro, con suerte la obra sobrevivirá al artista, probablemente sea útil al menos mirar la obra antes de emitir juicios basados en la persona que ha creado esa obra. Soy escritora, por lo que me interesan mucho las vidas de otros escritores, pero prefiero empezar leyendo lo que escribieron en la página y tratar de comunicarme con ellos en ese sentido.

—¿Cómo ve el panorama político en Estados Unidos después de Trump? ¿Qué piensa de voces como la de Alexandria Ocasio-Cortez?

—Ella es un gran ejemplo de la esperanza del Partido Demócrata. Ella viene de una familia de clase trabajadora, sabe cómo vive la gente, habla muy bien y lo hace para que todo el mundo la entienda, lo cual no siempre se da en la política. Me siento muy agradecida por su presencia, y también por otra gente que se está uniendo a la vida política. Nuestra política ha estado demasiado dominada por el dinero, gente que estaba dispuesta a gastarse mucho dinero en sus campañas, lo que debería ser restringido. Si mira al Congreso, no se parece al país. Eso revela parte del problema.

—Usted apoyó a Hillary Clinton cuando se enfrentó a Barack Obama en las primarias demócratas. ¿Veremos alguna vez a una mujer como presidenta de Estados Unidos?

—Estoy segura de que lo veremos. Cuando Hillary Clinton se enfrentó a Barack Obama escribí un artículo en el ‘New York Times’ diciendo que era una situación terrible porque quería apoyarles a los dos, no era justo, era una pesadilla.

—¿Cuánto tendremos que esperar?

—Realmente no lo puedo predecir. En el pasado ha habido candidaturas simbólicas con mujeres y personas de color que han supuesto un cambio importante de conciencia. Estoy agradecida por ellos, a pesar de que aún no lo hemos visto suceder. Kamala como vicepresidenta es probablemente lo más cerca que lo hemos visto.

—¿Qué piensa cuando mira al futuro, qué pasará con los jóvenes? ¿Se pregunta en qué tipo de mundo vivirán?

—Sí, claro que me lo pregunto, sobre todo con respecto al medio ambiente. Hemos destrozado muchos de los árboles que necesitamos como fuentes de oxígeno, estamos poniendo en peligro continuamente la atmósfera alrededor de nuestro planeta. Eso es muy preocupante, y la única forma de combatirlo es empezar de abajo hacia arriba, cambiar nuestro comportamiento, presionar a los fabricantes para que no compren esos productos. Muchas personas están admirablemente tratando de vivir una vida más simple, incluso cuando tienen la opción de una vida más consumista, y lo honro. Espero que estemos difundiendo las ventajas que tenemos para que nadie pase hambre, para que las fronteras sean menos importantes, para que el contraste entre los ricos y los pobres se reduzca enormemente.

—Por último, no quisiera despedirme sin preguntarle por cuáles cree que son los principales retos a los que se enfrenta nuestra sociedad global.

—Creo que lo más importante que podemos recordar es que el cambio social es como un árbol que no crece de arriba hacia abajo. Crece desde el fondo. Entonces, ¿qué podemos hacer para darle más agua, para evitar que sea cortado? Temo que si empezamos pensando en el cambio como una cosa grandiosa nos sentiremos sin poder. La verdad es que cada cosa que hacemos importa, todo, cómo nos tratamos, las palabras que usamos, cómo compartimos, cómo votamos, cómo llevamos nuestros hogares, quién cría a nuestros hijos. Lo importante es darnos cuenta de las muchas formas en que podemos hacer cambios, en lugar de sentir que el cambio tiene que venir de algún lugar. Eso nos hará más productivos y más felices.

La obra y el artista

«La obra sobrevivirá al artista, por lo que es más útil mirarla antes que emitir juicios basados en la persona que la crea»

Cambio social

«Cada cosa que hacemos importa: cómo nos tratamos, las palabras que usamos, cómo votamos, todo»

CULTURA

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2021-10-16T07:00:00.0000000Z

2021-10-16T07:00:00.0000000Z

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