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«Tener un animal es una responsabilidad»

⯈ Superviviente de la leucemia, encontró la paz en sus perros y sus caballos. Vive volcada en su Fundación

ÁNGELES VILLACASTÍN

Modelo, comunicadora, empresaria, nació en Medina del Campo (Valladolid). Con tan solo 20 años, le diagnosticaron leucemia de la que se curó tras un transplante de médula de su hermano pequeño, César. Ocho años más tarde, la leucemia volvió a su vida y necesitó un nuevo transplante de médula de su hermano con el que lograría ganar su segunda batalla contra la enfermedad. En 2008, creó la Fundación Sandra Ibarra y en 2012, sacó su primer libro, ‘Las cuentas de la felicidad: hay vida durante el cáncer’. Junto a su pareja, Juan Ramón Lucas, publicó en 2017 un proyecto innovador, «Diario de Vida».

—¿Zen fue un regalo de aniversario?

—Sí. Cuando conocí a Juan Ramón, yo tenía dos perros y un sobrino y fue mi aportación al matrimonio. Él aportó tres niños. Risas. Hicimos una familia moderna. Los perritos fallecieron y estuvimos mucho tiempo sin tener ninguno y hace seis años, en el día de nuestro aniversario, me regaló a Zen. —¿Lúa llegó más tarde? —Lúa llegó a través de un amigo porque necesitaban que la adoptarán y Juanra volvió a repetir la jugada. Me la regaló. —¿Cómo es vuestra vida en común?

—Con el Covid, hemos pasado mucho tiempo juntos y se han hecho muy dependientes de nosotros. Siempre tienen que tener contacto físico y ellos dos hacen todo juntos. Zen tiene muchas habilidades: sabe abrir las puertas, mira por la ventana cuando yo lo hago y verles correr por el campo es maravilloso.

—Los datos de abandono y maltrato son abrumadores, ¿qué se puede hacer contra esta lacra?

—Hay que concienciar. Tener un animal es una responsabilidad y el perro no es un juguete y no es una mascota. Es un ser vivo que tiene unas necesidades. Hay que valorar el perro que se elige, porque tienen unas necesidades: espacio, tiempo... Son muy sensibles y detectan las emociones, las enfermedades, también tienen manías como nosotros y entienden las palabras y el tono.

—Los caballos también forman parte de su vida, ¿cómo es su relación con ellos? —En una época de mi vida muy estresada, a punto de perder mi salud por salvar a los demás descubrí la paz que me daban los caballos. Ahora tenemos cinco, pero todo empezó con Hércules. Fue el primero y nuestra conexión fue inmediata. En poco tiempo la dificultad que suponía montarle porque era un caballo en libertad se convirtió en una trasmisión de serenidad. Recorrimos la sierra juntos, le guiaba con mi voz. Mis caballos se tumban y duermen plácidamente a mi lado. Un susurrador de caballos me dijo que era un don y que les trasmitía sosiego. —Hace años creo la Fundación Sandra Ibarra. En ella se encuentra la escuela de la vida. —Hacemos campañas publicitarias para afrontar el cáncer con positividad, financiamos becas, trabajamos para que los medios de comunicación destierren el lenguaje bélico... Pero hace unos años empezamos a detectar que había un nuevo paciente en el sistema sanitario para el que no había atención. Era el superviviente de cáncer. Después de cinco años, te dan el alta y tienes que tener una adaptación a todos los niveles: familiar, profesional, social...

—Usted fue pionera en poner cara al cáncer. ¿La sociedad ha evolucionado ante las enfermedades?

—Hace veintiséis años que me lo diagnosticaron y en aquella época, cuando daba la mano había gente que pensaba que se contagiaba. Ahora es más fácil: se habla de la enfermedad con normalidad y hay muchas ayudas para los pacientes

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2021-10-16T07:00:00.0000000Z

2021-10-16T07:00:00.0000000Z

https://lectura.kioskoymas.com/article/282587381166296

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