Recordará el lector cuando la Sala de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Supremo, en un supremo acto de dontancredismo, valga la redundancia, aseguró no hace mucho que los partidos políticos no están legitimados para recurrir el nombramiento como fiscal general de Dolores Delgado, dependienta de Pedro Sánchez en los grandes almacenes del ‘pues ya está’. Ahora le toca a él. «¿Y cómo es él? ¿En qué lugar se enamoró de ti? ¿De dónde es? ¿A qué dedica el tiempo libre?». Él no es otro que Baltasar Garzón, cuyo despacho se despacha ahora, valga la redundancia, también suprema, con un semifallo parajudicial en el que asegura que la Asociación de Fiscales no está legitimada para pedir explicaciones a Dolores Delgado sobre el expediente Stampa y las supuestas relaciones del bufete del exjuez con algunas de las primeras figuras del caso Villarejo. «Materia reservada», dice Garzón, cuyo despacho se refiere a Dolores Delgado –Lola para la profesión y las tertulias de éxito garantizado– como «Excma. Sra. fiscal general del Estado». Muy largo. «Mirándote a los ojos juraría que tienes algo nuevo que contarme», empieza la canción de Perales, sublimación del interrogatorio, género que en sus mejores años bordó y revolucionó Garzón a través de las escuchas ilegales. Aquello le hizo experto en ‘materias reservadas’ para cantar ahora algo parecido a lo que también Perales le escribió a la Pantoja: ‘Que se busquen a otra’.