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Merkel vista por Merkel

►En los últimos días la canciller ha hecho autocrítica sobre su gestión en política internacional durante 16 años

R. SÁNCHEZ BERLÍN

Para Merkel, Afganistán es una asignatura pendiente: «Por buenas que fueron las intenciones, no hemos logrado establecer ese orden que deseábamos»

«Por un lado, estoy contenta. Pero en algún momento seguramente también sentiré nostalgia porque siempre me ha gustado mi trabajo, y me sigue gustando». Así ve personalmente su despedida de la Cancillería alemana Angela Merkel, envuelta las últimas semanas en emotivos actos de despedida, como su última visita a París, donde los viandantes coreaban su nombre a su paso y gritaban «¡Viva Mami!», el alusión al apodo político que lleva triunfando ya un par de legislaturas: «Mutti Merkel». «Sé que también hay personas que no están muy satisfechas con mi política. Pero precisamente en Francia, donde históricamente los sentimientos no siempre han sido tan amistosos, evidentemente me ha alegrado mucho ... Debo decir que ha sido una experiencia muy bonita».

Putin

A pesar de las muchas críticas recibidas por su tendencia al diálogo con interlocutores controvertidos, como el caso de Vladímir Putin, Merkel considera que esa estrategia ha sido muy beneficiosa. «Las conversaciones quizás transcurren de manera diferente cuando hay reservas o preocupaciones, pero siempre voy a ellas con el corazón abierto y con la esperanza de que muevan algo... Cuando alguien tiene una visión del mundo completamente diferente, hay que escuchar. Porque si dejamos de escucharnos, dejaremos de encontrar soluciones», ha dicho en una reciente entrevista con el canal público de televisión alemana Deutsche Welle.

El primer ministro luxemburgués, Xavier Bettel, se ha referido a ella como una «máquina de compromisos». Merkel ladea la cabeza y acota la descripción: «No soy una máquina, pero es cierto que siempre intento llegar a un acuerdo y que a menudo lo consigo». «El único secreto para lograr un compromiso», desvela, «es la perseverancia, invertir en él el tiempo necesario».

Pinchazo con el clima

En su propio balance autocrítico, Merkel reconoce que sus esfuerzos en la protección del clima no ofrecen resultados satisfactorios. «Esta última ha sido la vigesimosexta convención sobre el cambio climático, dirigí la primera como ministra de Medio Ambiente en Bonn, y sin embargo los informes del Consejo del Clima son cada vez más alarmantes. En mi primera reunión del G-8 en Heiligendamm, recibimos muchos elogios porque Bush consideró la reducción a la mitad de las emisiones en EE.UU. hasta 2050. Hoy sabemos que era un objetivo honorable, pero insuficiente. Y les encargo a los jóvenes: tienen que presionar. Hemos ganado velocidad, pero la distancia con las recomendaciones científicas no ha dejado de crecer. Y eso tiene que cambiar en esta década».

Refugiados

Reconocida globalmente como gestora de crisis, ella identifica como los más duros momentos de sus 16 años en el gobierno la pandemia y la crisis de los refugiados. «No me gusta llamarla crisis porque estamos hablando de seres humanos», corrige, «lo que me parece lamentable es que los traficantes de personas siguen hoy teniendo ventaja». Su balance en este punto es positivo, «porque ahora estamos mejor preparados, mejor equipados en materia policial o logística, pero también porque aprendimos que debemos hacer más por las organizaciones internacionales. Aun cuando ahora tenemos otra vez la presión migratoria de Bielorrusia, sabemos que ante todo debemos hablar con los países de origen, o de donde despegan los aviones. Y en eso hemos hecho algunos avances, y estamos mejor posicionados. Pero sigue siendo un gran desafío para un mundo con muchos problemas».

Multilateralismo

«También me ha preocupado siempre otra cosa que ya casi podríamos llamar crisis», añade, «que es el cuestionamiento de muchos contra el multilateralismo. Eso siempre fue importante para mí, y siempre intenté fortalecer las organizaciones internacionales como el FMI, el Banco Mundial, la Organización Mundial del Comercio, entre otras. Los invité todos los años, 13 veces, y fue en mi época cuando surgió el G-20, tras la crisis financiera. También una instancia, desde mi punto de vista muy importante, para sencillamente mostrar que solo juntos podemos resolver los problemas».

África y Afganistán

En este sentido, reconoce que ha desplazado la política internacional alemana desde el este africano (Etiopía y Kenia) hacia África occidental. «No sólo por los refugiados, también por el desafío del terrorismo, básicamente en Libia. Alemania se abstuvo de participar en la misión de la OTAN y me criticaron mucho por eso. Pero me preocupaba muchísimo que después de Gadafi no viniera nada mejor. Y ahora quedó demostrado que es un enorme desafío para la comunidad internacional. Y los que pagan el precio son los países vecinos al sur de Libia porque hay una increíble cantidad de armas a disposición de organizaciones terroristas, lo que trae aparejada una gran desestabilización en esta región». Como asignatura pendiente, señala Afganistán: «Hay que reconocer que, por buenas que fueron las intenciones, no hemos logrado establecer ese orden que deseábamos».

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2021-12-03T08:00:00.0000000Z

2021-12-03T08:00:00.0000000Z

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