OBITUARIO Encarnación López de Arenosa (1935-2021) Luchó por el reconocimiento y la enseñanza del lenguaje sonoro

Recientemente el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid rindió homenaje a quien fuera su primera mujer directora, Encarnación López de Arenosa, catedrática emérita de dicha institución, en reconocimiento a una vida dedicada a la enseñanza de la música. El centro, que ella siempre consideró su casa, puso su nombre a una de sus aulas perpetuando la memoria de quien fue una de las principales figuras de la enseñanza musical en España.

Nacida en 1935, su profesora particular le recomendó que asistiera al viejo Conservatorio en la calle San Bernardo. Allí estudiaban entonces músicos tan ilustres como Teresa Berganza, Jesús López Cobos y su buen amigo Antón García Abril.

Se incorporó al Conservatorio como profesora ganando después la cátedra auxiliar de Solfeo. Poco antes del examen se fracturó la muñeca e hizo la prueba de piano con una escayola, lo que no impidió que saliese airosa. En 1978 obtuvo la cátedra de Solfeo y Teoría de la Música. Virtuosa pianista, su vocación era la enseñanza de solfeo, hoy lenguaje musical y, sobre todo, la pedagogía. Pronto constató que el camino no estaba en el signo abstracto del pentagrama, sino en la propia música que este representa y que quienes realmente muestran el sendero de un auténtico maestro son sus alumnos. «Los niños me lo han enseñado todo», decía con su ya legendaria sencillez y modestia. Con ellos descubrió la naturalidad del lenguaje sonoro y su desarrollo, huyendo del falso tópico de tener o no buen oído y reiterándose en la idea de que este órgano «es el vehículo a educar», como dijo al recibir la Medalla de Oro del Real Conservatorio Superior de Música de Madrid, en 2014.

Sus manuales de lenguaje musical fueron, por su tratamiento innovador, un hito en la enseñanza de la música en España. En 2019 donó a la Biblioteca Nacional su archivo personal que, según esta institución, «permitirá conocer de forma mucho más extensa el contexto de la enseñanza musical de finales del siglo XX».

Luchó por el reconocimiento y la mejora de la enseñanza musical en España. Intelectualmente brillante, incansable y generosa, tras su jubilación, en 2005, siguió estudiando, escribiendo e impartiendo su magisterio en congresos, en la formación de profesores, colaborando en la revista ‘Melómano’ y con la que siempre consideró su casa: el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid. Su frase: «Un maestro no enseña lo que sabe sino lo que es».