Vicky Martín Berrocal lidera ‘Más Grande Que Yo’, un movimiento internacional de Novo Nordisk en colaboración con la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO). Su objetivo es cambiar el relato y la percepción que la sociedad tiene en torno a la obesidad. Para ello, la diseñadora lleva un año cuidándose.

—Ha perdido al menos 20 kilos, ¿no?

—Me empecé a sentir limitada, aunque no en el plano laboral. Me costaba subir escaleras, dormía mal, estaba cansada, agotada… Fue cuando decidí hacerme una analítica y eso era un circo. Y me dije aquí hay que pararlo. El médico me dijo que rozaba la obesidad y me chocó mucho cuando me lo dijeron. Empecé con un especialista en Portugal. Es una enfermedad que la vas dejando pasar, dices el lunes me pongo, luego llegan las Navidades... Siempre hay pretextos para no tratarla. Ojalá este discurso que te estoy dando desde las tripas pueda ayudar a la gente, que se identifica mucho conmigo. Evidentemente no buscamos el cuerpo perfecto. ¿Qué es un cuerpo perfecto? Pero sí el cuerpo que te haga feliz. Hoy yo soy más feliz que hace un año y eso que he defendido cualquier talla.

—Ha estado prácticamente en todas las tallas, ¿se ha sentido cómoda en todas ellas?

—Soy muy fan mía. Tengo que venderlo de la mejor manera. No he tenido problemas en ninguna de las tallas porque tengo mucha personalidad y me he sentido muy arropada por todos y querida, pero mucha gente no tiene esa suerte. A mí de pequeña me llamaban gorda, pero no me afectaba. Aunque a muchos niños eso les marca para toda la vida. Por supuesto he tenido momentos de mirarme al espejo y llorar.

—¿Ha cambiado en algo?

—Soy la misma, todo es igual pero hoy hablo desde un sitio que no te puedo explicar. Me siento bien cuando me cuido.

—¿Le costó hacer la dieta?

—No me costó, la gente confunde dieta con lechuga y pollo. Yo he comido de todo, hasta pasta que antes la comía siete días a la semana. Ahora una. No he dejado de comer nada. Creo que el truco es marcarse un reto, así se hace más fácil.

—¿Cómo surgió el proyecto?

—Creo que va a ayudar a mucha gente. A la obesidad no se le tiene ningún respeto, somos tan crueles con la obesidad. Y lo que se pretende es que se le quite el miedo. Desde noviembre del pasado año empecé a poner cosas de comida, mis entrenamientos y demás para concienciar. La prensa habló de mi cambio y ellos me estaban siguiendo y contactaron conmigo. Es tan mío este proyecto, es como si hubiera nacido de mí porque yo he pasado por ahí.

—¿Cómo llevas lo de vivir en Lisboa con Joao?

—Estoy muy contenta; nueva vida, nuevos amigos, nuevo país… Cambié porque quise, no fue obligado. Lo hice por gusto y por amor. Echo mucho de menos España, muchísimo, pero vengo todas las semanas. Aunque vivo allí, prácticamente es como si no me hubiese ido.

—¿Tienes planes de boda?

—No me lo han pedido ni lo he pedido. Estamos bien. Como dice mi padre ‘cuando las cosas funcionan no las toques’. Hoy todo va bien. Soy feliz y que así siga.

—¿Es cierto que lo conociste en una aplicación de citas?

—No (risas). No tiene Instagram, ni Twitter, ni nada. Es de los de antes como yo. Eso lo sacaron del programa de Bertín por un amigo que me hizo perfiles pero nunca los usé, soy chapada a la antigua. Me gusta el ronroneo. Le conocí hace diez años a través de una amiga y luego volvimos a coincidir... y hasta ahora.