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Un muerto y un herido muy grave: respuesta a una pelea familiar por unas ruedas

Se atrinchera con un rehén tras asesinar a su amigo y herir gravemente a un mando de la Guardia Civil en Valladolid

ISABEL JIMENO VALLADOLID

Tras una pelea inicial, el presunto autor aguardó arma de fuego en mano y disparó a bocajarro a la víctima en el descansillo

Del pinchazo de las ruedas de un coche, con motivos familiares de fondo, a la tragedia. Santovenia de Pisuerga (Valladolid) vivió ayer una tensa y dramática jornada que deja un muerto y un guardia civil herido que se debate entre la vida y la muerte también por un disparo. Y más de doce horas en las que Pablo S., conocido como ‘Chiqui’ y autor de los tiros, se atrincheró con un rehén a modo de escudo en el mismo edificio en el que comenzó el luctuoso y tenso día. En el número 8 de la calle Alfredo Martín en el que había descerrajado previamente un tiro en el estómago a Dionisio, de 45 años, que había sido su «amigo de toda la vida».

Pero las relaciones entre ambos se habían deteriorado hacía tiempo, hasta que el jueves llegaron al límite. Al parecer, una disputa familiar pudo ser el origen. Chiqui acusó a los hijos del ahora difunto de haber dañado su vehículo. Después, una discusión entre las mujeres de ambos por el mismo motivo. Ya por la tarde, en el barrio donde el bar en el que se enfrentaron permanecía ayer cerrado, una trifulca «tumultuaria» –«seis contra dos», según los familiares y «doce personas», según la delegada del Gobierno en Castilla y León, Virgina Barcones– acabó con Dionisio y su esposa heridos en el hospital.

Pero la cosa no terminó ahí. Arma de fuego larga en mano, Chiqui –quien según comentaban había hecho irse del pueblo a su mujer y sus hijas– los estaba esperando. Eran en torno a la 1.45 horas, y en cuanto escuchó llegar a sus antes amigos y luego enemigos, salió al rellano del bajo en el que vivía en un edificio con numerosos okupas y apretó el gatillo. Un disparo mortal impactó contra el estómago de Dionisio, quien regresaba del centro sanitario junto a su hijo mayor, mientras su pareja se sometía a unas pruebas por el golpe en la cabeza. A su vuelta, el reguero de sangre dejado. «Ha ido a por él. Ha sido entrar y matarlo. Era buenísimo. Le han asesinado con 45 años y una nieta de dos años que no va a ver crecer», lloraba Carolina, la viuda, quien se mantuvo junto a otros familiares y amigos en el entorno de la amplia zona acordonada hasta las 13.30 horas, poco antes de que el autor de los disparos finalmente se entregara. Lo hizo tras una larga negociación con la Guardia Civil, que se complicó aún más cuando sobre las 8.15 horas un disparo lanzado desde dentro del inmueble impactó en la cabeza del teniente coronel Pedro Alfonso Casado, al frente del operativo desplegado por la Unidad Especial de Intervención (UEI). Fue intervenido en el hospital durante dos horas y al cierre de esta edición estaba en la UCI del Clínico de Valladolid con pronóstico muy grave.

«Era mala gente»

«Y a mi hijo no lo ha disparado porque se le ha encasquillado la escopeta», narraba la viuda, con la mente puesta también en su otro vástago, de 17 años, quien al oír el jaleo bajó y vio a su progenitor en el suelo. Llegó a dar un «puñetazo» a quien tiempo atrás fuera tan amigo de sus padres que hasta llegó a «ir a la boda». Pero nada pudo hacer. En el cara a cara con un Chiqui armado salió huyendo escaleras arriba. «Está traumatizado. Se siente mal porque no ha podido proteger a su padre», lamentaba, apoyada entre las lágrimas y los gritos de desgarro de su madre, Encarna. «Era mala gente», profería, en consonancia

con la descripción que también hacían otros del autor de los tiros.

Después, el presunto asesino se atrincheró en otro piso con un rehén forzando una negociación en la que, según los familiares de la víctima y otros vecinos, comenzó reclamando «heroína». Cuando fue detenido, según fuentes oficiales, con él sólo había otra persona, pero durante las largas horas de angustia de la negociación estuvo presente la duda de cuántos había y hasta si había llegado a mutilar a alguno. «Son los novios de sus hijas», apuntaban los arremolinados en el entorno urgiendo la intervención de la Benemérita, quien reclamó la presencia de los operarios del gas para cortar el suministro al bloque de cara a minimizar riesgos en la operación. Mientras, también fueron evacuando en coches por el garaje a los vecinos que permanecía en sus casas.

«¿Cuándo lo vais a sacar? ¡Lleva doce horas ahí!», gritaba Carolina mientras entraba en un coche para alejarse del lugar. Pocos minutos después, movimiento en el amplio dispositivo policial y sanitario desplegado. Chiqui estaba detenido e iba en uno de los vehículos que salían rumbo a la Comandancia, desatando a la vez los enfurecidos gritos en el entorno del fallecido, que arremetieron contra la intervención y la emprendieron de nuevo con los medios.

ABC 2

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2022-07-02T07:00:00.0000000Z

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https://lectura.kioskoymas.com/article/281930251675970

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