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Aprender a combatir los riesgos de trabajar a 40º

Calambres, síncopes, mareos... estar en el tajo a pleno sol en el tórrido verano madrileño es un factor de riesgo de accidentes que una campaña regional trata de prevenir

SARA MEDIALDEA

En pleno atasco, volviendo a casa a la hora de la comida, cuando en el salpicadero del coche se indica una temperatura externa de 39 grados, la mirada se encamina sin remedio hacia ese grupo de obreros que, con el casco calado y pertrechados tras un peto amarillo, aplican el martillo neumático o transportan cargas bajo un sol de justicia. Desde el confortable frescor del interior del vehículo, uno se pregunta cómo pueden soportar semejante tortura. Un equipo del Instituto de Seguridad y Salud en el Trabajo de la Comunidad se encarga de visitar las obras e informar a los trabajadores y sus empresas sobre las medidas a tomar para que trabajar no se convierta, en verano, en un riesgo añadido.

Los trabajos de remodelación del nudo norte de Calle 30 no dan opción: todas las labores se realizan en una enorme explanada donde el sol cae a plomo. Un camión cisterna se pasea por la zona vertiendo agua para evitar que se formen nubes de polvo que hagan aún más complicado el trabajo. «Es duro, sí, y en la semana de la ola de calor se pasó muy mal», asegura uno de los operarios. Descansa junto a un cobertizo donde se han instalado fuentes de agua fría y hasta una nevera donde también se almacenan botellas de agua. Y hasta se ha colocado un tejadillo que aporte algo de sombra adicional para los descansos.

Con la llegada del calor, el Instituto de Seguridad y Salud en el Trabajo de la región pone en marcha su programa para prevenir accidentes laborales debidos al calor. «Hay que extremar las precauciones para evitar situaciones que pueden ser graves, como los golpes de calor», explica Luisa Montesinos, secretaria general del Instituto.

Regular las horas

Aunque no hay regulación normativa sobre el tema, el convenio del sector sí que recoge que, de mediados de julio a mediados de agosto, no se puede trabajar a partir de las 15 horas. Algo que no siempre se cumple: la necesidad de avanzar en las obras y la conveniencia de hacerlo en los meses en que hay más horas de luz y menos probabilidades de que llueva, llevan en ocasiones a que se pacten jornadas de tarde.

El efecto de las altas temperaturas sobre los trabajadores que operan a la intemperie en el tórrido verano madrileño puede ser grande: «Se pueden generar calambres, síncopes o agotamiento por deshidratación». La campaña que lleva a cabo el organismo de prevención regional, que depende de la Consejería de Economía, Empleo y Hacienda, pretende «reducir los factores de riesgo por la climatología en los trabajadores de la construcción».

Para ello, relata Montesinos, «damos asesoramiento a empresas, trabajadores y autónomos en las visitas que hacemos a las obras; les informamos de las medidas preventivas que tienen que adoptar». Envíos masivos de ‘mails’ y una ficha práctica en la web regional se utilizan como apoyo para este fin.

El objetivo es frenar los accidentes laborales por esta causa. Y parece que funciona: desde que el programa se puso en marcha, en 2019, no se ha producido ningún aviso de accidente mortal por golpe de calor. En este tiempo «hemos asesorado a más de 600 empresas del sector».

Las medidas son las que marca el sentido común para estos casos, para prevenir incidentes: sobre todo, poner agua potable en cantidad a disposición de los trabajadores y regular el tiempo de exposición al sol, fomentando las paradas intermitentes en lugares de sombra.

Desde el Instituto Regional de Seguridad y Salud en el Trabajo se envían a las obras técnicos que controlan si se cumplen las medidas. Alicia Prieto es una de ellas; como técnico de la Unidad de Construcción, ha visto la evolución: de trabajar sin casco y hasta sin camiseta, a utilizar ropa adecuada y equipos de protección. «Hay que organizar los trabajos, para que los que requieren de más esfuerzo físico se realicen a primeras horas de la mañana o con sombra».

Asfalto o fundiciones

La presencia de agua es fundamental: «Es preciso para rehidratarse, eso o bebidas isotónicas, pero nunca alcohólicas o excitantes, ni cafeína ni teína», advierte. A los rigores estivales se unen, en el caso de los operarios de la construcción, otros condicionantes: trabajar con asfalto caliente, por ejemplo, o hacerlo con maquinaria, o en tareas de fundición.. «Son factores que aumentan la temperatura por encima de la que hay, que ya es mucha».

Otra recomendación tiene que ver con el riesgo de cáncer de piel: en este sentido, se sugiere utilizar ropa que cubra los brazos: nada de camisetas de tirantes. «El uso de crema protectora es muy recomendable; incluso hay empresas que han puesto dispensadores de esta crema solar, como los de gel hidroalcohólico», relata Alicia Prieto.

La capacidad de adaptación del ser humano es enorme; en las obras de construcción también se nota. «El cuerpo se acostumbra; de hecho, nos dicen que muchas veces hay problemas con los nuevos, que no están expuestos habitualmente a estas temperaturas».

MADRID

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2022-07-02T07:00:00.0000000Z

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