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Berlanga, sobre el cine español visto desde fuera: «Nuestras historias les parecen ñoñas»

► Blanco y Negro habló en 1966 con el director sobre los falsos tópicos de España

CÉSAR CERVERA abc.es/archivo

El periodista Miguel Pérez Ferrero, conocido por su seudónimo de Donald, comenzó a principios de 1966 una serie de entrevistas para Blanco y Negro enfocadas en grandes personajes del cine español. Para esas fechas, no los había más grandes que Luis Buñuel y Luis García Berlanga. La serie empezó justo por este segundo, «maestro del humor negro», que ya para esas fechas atesoraba obras tan notorias como ‘Bienvenido, Mister Marshall’ (1953), ‘Plácido’ (1961) o ‘El verdugo’ (1963).

Donald y Berlanga charlaron sobre su cine, sobre la naturaleza de los españoles y hasta de los orígenes cinematográficos de un joven que intentó pintar y luego escribir, pero terminó encontrando su inspiración en el nuevo arte.

«El cine me atraía, me fascinaba. A los catorce años me perdía muchas clases, pero ninguna película. Y viendo una de ellas, el ‘Don Quijote’, de Pabst, tuve la iluminación. Aquello era lo mío. Todo esto sucedía en Valencia, hacia el año mil novecientos treinta y cuatro. Después se desencadenó la guerra civil, acaecieron las largas vacaciones y, en aquellas soledades del cuarto incómodo y estudiantil, con la familia desmembrada, se fueron concretando, no ya mi vocación, sino los gustos, las preferencias», señala en la entrevista.

—¿Cómo se definiría?

—Yo me definiría como un hombre óptico. Mi sensibilización estética nace siempre de lo que veo. E incluso estos «traumas» ópticos me condicionan la vida. Yo perdono mejor a una mujer la infidelidad que llevar sobre sí un color, o una nota, que repela.

—¿No cree usted que se le atribuyen intenciones que van más allá de las que usted abrigaba al concebir una película?

—Desde luego. Del mismo modo que yo no quiero sujetarme a ninguna norma a la hora de hacer mis películas, es lógico que conceda la misma libertad al espectador para que interprete subjetivamente lo que he hecho. Y en cuanto a esas interpretaciones, mi anecdotario es extensísimo. Sin ir más lejos, guardo críticas de ‘Bienvenido, Mr. Marshall’ y se alternan aquellas en las que se considera mi película como la primera manifestación de un «maquis» intelectual, con otras que afirman que mi guion estaba escrito al dictado de las más elevadas autoridades del Gobierno, las cuales me suministraban diariamente las escenas escritas.

—¿Cuál es el estado del cine español?

—Es un momento difícil para ser pesimista. Sin embargo, yo lo soy. Aceptemos la euforia del «control» de taquilla. Es lo que todos deseamos. Pero, ¡ojo!, no es el total de lo que algunos deseábamos. Falta la libertad de asuntos, claro está. Una libertad que permitiera al autor buscar una temática fuerte, audaz, moderna, capaz en muchos casos de interesar a grandes masas. Un ejemplo servirá, sin duda, de aclaración. Hoy en día es difícil montar en España coproducciones de «sketches» con países del resto de Europa. ¿Por qué? Sencillamente porque nuestras historias les parecen ñoñas a los productores franceses o italianos, y las que ellos proponen parecen imposibles de pasar en España a nuestros productores.

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2022-07-02T07:00:00.0000000Z

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