El nacionalismo vasco utiliza la lengua vasca –el euskera– como un elemento de discriminación. El 33 por ciento de los vascoparlantes ocupan el cien por cien de los puestos en la Administración pública vasca. Los demás no tienen ninguna posibilidad. Esta práctica cuenta además con el apoyo incomprensible del PSE-PSOE, que, compartiendo mesa y mantel en el Gobierno vasco con el PNV, ha abandonado sus principios y la defensa de los derechos de los ciudadanos por un plato de lentejas, hasta el punto de apoyar la imposición del euskera como lengua vehicular en la enseñanza en el País Vasco. A pesar de que la inmensa mayoría de ellos ni la hablan ni la entienden y del daño que se causará a las futuras generaciones.

Por eso somos muchos los vascos no nacionalistas que nos alegramos de las recientes sentencias del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco y del Juzgado de la Contencioso-Administrativo nº 2 de Vitoria que declaran discriminatoria la exigencia del euskera como requisito para optar a las plazas convocadas (en ambos casos, de Policía Local), en lugar de valorarlo como mérito. Confío en que esas sentencias no sean flor de un día.

CARLOS FERNÁNDEZ DE CASADEVANTE ROMANI IRÚN (GUIPÚZCOA)