Cuestión de confianza

El presidente de la Generalitat puede plantear una cuestión de confianza al Parlament «sobre su programa, sobre una declaración de política general o sobre una decisión de trascendencia excepcional», según recoge la ley de Presidencia y del Govern. Si no supera la cuestión de confianza –para ello necesita la mayoría simple de los votos de la cámara–, en el plazo de diez días el presidente del Parlament debe proponer un candidato al cargo. Si no hay elección, en el plazo de dos meses se disuelve el Parlament y se convocan elecciones.

El precedente de Puigdemont

El procedimiento de la cuestión de confianza es el mismo al que se sometió Carles Puigdemont cuando en junio de 2016 no pudo sacar adelante los Presupuestos por el veto de la CUP, el mismo partido que medio año antes facilitó su investidura tras echar a Mas. Para superar la moción, Puigdemont lanzó su órdago: «Referéndum o referéndum». Rumbo de choque hacia el 1-O. Ayer se cumplían seis años exactos.

Moción de ‘autocensura’

«Quien tenga que tomar una decisión, que la tome». El presidente Aragonès invitaba el martes a Junts a decidir sobre su continuidad. Frente a la cuestión de confianza a la que le empujan sus socios, abría la puerta a una salida del Govern o a una hipotética moción de censura que presentaría –última pirueta de la política catalana– un partido contra el propio Ejecutivo que integra.

Junts se planta:

«Así no podemos seguir»

A la vuelta del verano, Junts lanzó una primera amenaza a Aragonès. «Así no podemos seguir», apuntó Jordi Turull. Los socios de ERC exigían un giro independentista frente a lo que censuran como política autonomista. La amenaza, trasladar una hipotética salida del Govern a la decisión de la militancia.

El expresidente fugado marca la estrategia

Junts ha ido más allá, y es ya su dirección, incluidos a quienes se define como pragmáticos, la que plantea de manera abierta la ruptura del Ejecutivo. Puigdemont marca la estrategia.