Kiosko y Más

El gánster y la consorte

ÁNGEL ANTONIO HERRERA

Afumar nos enseñó Humphrey Bogart, y a llevar gabardina. Raymond Chandler lo dijo de otro modo: «Sabe ser duro sin necesidad de pistola» . El gánster de pitillito se llevó a la mejor rubia, o entrerrubia, de la cartelera, Lauren Bacall, y de ahí se acuñó la maliciosa frase histórica: «Lo mejor de Bogart es su mujer». Viene la pareja a cuento porque acaban de cumplirse 80 años de ‘Casablanca’, y Bogart vuelve sin haberse ido, con Ingrid Bergman de consorte del guion mítico. Bogart tiene dos parejas, Lauren e Ingrid, aunque Ingrid sólo de cine, naturalmente. Con Ingrid puso pasión nula, según avalan los nuevos libros al respecto. Pero si pensamos en Bogart pensamos en Lauren Bacall. Ella es la consorte del gánster.

Creo que alguna vez Bogart se adornó de «feo viril», pero el feo embelesó a la maravillosa que, encima, le sacaba una cabeza, o más. Bogart no fue de vivaquear entre las cómicas de un momento, pero se casó con cuatro actrices, y no despistaba un reojo a un escote cósmico, empezando o acabando por Marilyn Monroe. A Lauren Bacall el primer reojo de descubrimiento se lo echó la esposa de Howard Hawks, al verl a veinteañera en una revista de moda. De ahí la metieron en el reparto de ‘ Tener y no tener’, y de la película salió del brazo conyugal del protagonista, Humphrey Bogart, que era un cuarentón íntegro, distante y casi desengañado, porque la vida a menudo se parece al cine.

Si uno repasa las fotos de Bogart, en plan particular, siempre estamos viendo a un actor de monumento. Quiero decir que Humphrey es siempre Bogart. Lauren Bacall resulta la belleza misteriosa y vertical, con elegancia de esqueleto, que es la elegancia que vale, según Coco Chanel. La hermosura de Bacall tiene difíciles discípulas, porque hay en lo suyo una esencia inasible, una esbeltez interior que no logras con un entrenador personal y el peluquero de Gilda. Ni con eso, ni con ligarte a un Bogart, en caso de que quedara algún Bogart.

Bogart fue corto de estatura, pero se atrevió a usar sombrero, que sólo queda bien a los altos, a los negros, y a él mismo. Bacall siempre llevó tacón de aguja, aunque no llevara tacón. Su belleza es la aristocracia de la belleza, un susto en blanco y negro donde se cruzan el dandismo hembra y una jirafa de ojos verdes.

CULTURA

es-es

2022-12-05T08:00:00.0000000Z

2022-12-05T08:00:00.0000000Z

https://lectura.kioskoymas.com/article/282166475210649

Vocento