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Incertidumbre y figuritas manga en la Plaza Mayor

A pesar de las ayudas consistoriales, de la ambientación del centro de la capital, los comerciantes vuelven a cruzar los dedos otro año más tras dos campañas de dudas

JESÚS NIETO MADRID

La Plaza Mayor nunca defrauda por estas fechas. No hay pavos, ni paveros, ni Chencho. Quizá se los tragó el tiempo, quién sabe. Pero las casetas de los belenistas ahí están, en la tradición o adaptándose a la tradición, al descalzaperros mundial, la inflación, el precio de los carburantes y demás. Un día cualquiera de diciembre, desde hoy mismo hasta el 31, permite contemplar al madrileño y al foráneo conscientes de eso mismo; del rito de ir, ver y comprar una figura si hiciera falta.

El cuadro es el mismo, aunque los personajes se han vuelto a completar desde la pandemia. Entrando por el arco según se sale de la posada del Peine no se lancean toros, pero sí que un pakistaní hace volar un pájaro de madera y papel maché que parece sacado de un plano de Leonardo Da Vinci. Un sevillano vende lotería de El Pardo con el mismo timbre que Paco Gandía (q. e. p. d.) mientras que otro, ilegal, oferta «bombatas» que deja a un euro.

Están los sospechosos habituales, con sus gorros calados y los ojos pendientes del detalle y de ‘pegar el palo’. También están las figurillas, los belenistas, los comerciantes de camellos, corcho y musgo que tienen que hacer el agosto en diciembre. A estas alturas, en el encanto de las vísperas, «las perspectivas son buenas, hemos tenido un primer fin de semana muy bueno y esperamos que siga la tendencia».

Así se manifiesta José Luis Jiménez, vicepresidente de la Asociación del Mercado Tradicional de la Plaza Mayor. Reconoce que los autobuses gratis del primer fin de semana «han influido» en las cuentas, pese a que, y será un secreto la cifra concreta, «cuesta mucho mantener el mercado: entre autónomos, parking, comida y demás».

Cada caseta de la Plaza Mayor tiene una potencia eléctrica limitada, y por eso Óscar, que tampoco quiere dar una cifra exacta del balance de su inversión cuando llega diciembre, toma «su caldo calentito» sin estufa y espera que su mujer, Ana Isabel, le traiga «unas manoplas de pelillo así como rusas». Óscar, entre corchos y borriquitas, tiene frío y se le ve. Aunque sonríe porque si después del confinamiento abrió con «limitaciones» en lo que fue un «acto de fe» ; si el año pasado cayó la «Ómicron por estas fechas» , pide que por favor que se den noticias amables, porque él sí que abre su chiringuito. Enciende la tele y sólo ve el terror de Ucrania y toda una escaleta que parece que le hace «culpable por vivir» . Él «vende alegría» junto a su Ana Isabel, que es la tercera generación de este oficio de encerrarse entre maderas y contemplar a muchos que van ‘de miranda’ y no compran.

Cerca de l a Casa de l a Panadería atiende Fernando de Miguel Rodríguez, vicepresidente (demasiados ‘vices’) de la Asociación de Belenistas de Madrid, que recuerda con dicha la fecha del 15 de junio del presente, en realidad el BOE salió el 14, cuando se proclamó al belenismo Manifestación Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial. Allí tienen el belén que los comerciantes le solicitan, y allí que Fernando de Miguel se lo muestra al concejal del distrito Centro, José Fernández Sánchez, que iba a montar el Nacimiento el martes y al final lo haría esa «misma tarde».

Déficit de ovejitas

Son figuras de la escuela de Olot, joyas que pueden tener más de setenta años a las que la pátina del tiempo se les nota. Y es que «unos Reyes Magos como estos pueden costar 5.000 euros». Para De Miguel, no hay belén si no están representados la Anunciación, la cabalgata y la Natividad. Sabe de lo que habla y junto a la escuela de Olot cita a la murciana, tan influida por Salzillo. Nadie quiere dar un presupuesto exacto de lo que a una buena familia de tenderos le cuesta este mes. Si resulta rentable. «No te lo voy a contar», aseguran varios como Óscar o José Luis, pero es «más de lo que te crees». Como en una puja se pregunta si más de 3.000 euros y la cifra, según se ve en el gesto, es mucho más elevada.

Esta Navidad, algunas casas tendrán un Papa Noel trepador, y algunos hogares de Cádiz, como los de Pedro, Pablo o Antonio, «superávit de ovejitas». También se ha puesto de moda una figura a mitad de camino entre Botero y el manga que llaman de estilo naíf, casi japonesa, y que a «a los niños les gusta mucho», explica María con unas gafas de sol a lo Martirio. El día acaba por abrirse en la Plaza Mayor, nadie dice nada concreto sobre el coste pecuniario de estar un mes entre corchos y espumillones. 104 casetas. Fuentes municipales confirman que este año, y es algo que se ha hecho desde la pandemia, están exentos de pagar el suelo. El de la plaza. Parece una ayuda razonable.

MADRID

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2022-12-05T08:00:00.0000000Z

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