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El barrio que nombró Baroja y que paseó ‘La Bestia’ de Carmen Mola MADRID

▶ Este suburbio de Madrid fue escenario de novelas hace cien años y lo es ahora

SARA MEDIALDEA

Hace algo más de cien años, había un suburbio en Madrid que albergaba a cientos de familias humildísimas en las peores condiciones imaginables. Un foco de miseria y enfermedad que, en su extrema fealdad, fue capaz de inspirar a las mejores plumas, como entonces la de Pío Baroja y, muy recientemente, la multipremiada obra de Carmen Mola. Era el barrio de Las Injurias, entre el paseo de Yeserías y el de las Acacias.

Las crónicas de la época lo sitúan en una hondonada, a la izquierda del puente de Toledo, próximo al arroyo de Embajadores, la fábrica de papel y los lavaderos. Contaba con una cincuentena de infraviviendas, cuyas condiciones higiénicas dejaban mucho que desear. Según la prensa, los alquileres rondaban los 25 céntimos diarios.

«Peor que en África»

Su nombre, relataba la revista Blanco y Negro, provenía de una imagen dedicada al Cristo de las Injurias que se veneraba en un humilladero de la zona.

Las Injurias fue descrito con detalle por Pío Baroja en ‘Crónica: Hampa’, un artículo que publicó en ‘El Pueblo Vasco’ en 1903, donde señalaba que Madrid contaba con suburbios donde «viven peor que en el fondo de África, un mundo de mendigos, de miserables, de gente abandonada. ¿Quién se ocupa de ellos? Nadie, absolutamente nadie».

No fue la única vez que se ocupó del barrio: también lo mencionó en ‘Mala hierba’, y Galdós lo hizo en el prólogo de ‘Misericordia’; y mucho más recientemente, Las Injurias aparecía también en la trama de la exitosa novela ‘La Bestia’, de Carmen Mola.

Según contaba el cronista Julio Vargas el 26 de julio de 1885, el barrio sufría los efluvios perniciosos de un arroyo de aguas negras que «repugnaban los ojos y ofendían gravemente al olfato», y que era la alcantarilla de las Peñuelas que desembocaba en la conducción general que vertía allí al Manzanares. Para colmo, no había agua potable, y sus habitantes se tenían que trasladar a buscarla o la sacaban de pozos negros excavados junto a sus chabolas.

En 1906, el alcalde Alberto Aguilera dictó, dentro del plan de higiene de la Villa de Madrid, la orden de demolición del barrio, y el desahucio de quienes allí vivían. La instrucción se cumplió el 10 de septiembre, tal y como recogió el ABC: los habitantes estaban en «cercana vecindad con los gérmenes palúdicos del río y los miasmas del depósito judicial de cadáveres. Fueron abandonando sus viviendas de forma pacífica, una vez que llegaron los bomberos, cargaban con sus enseres y se marchaban Dios sabe dónde».

Dueño y administrador

Eso sí, aunque poblado chabolista y lugar inhóspito e insalubre, Las Injurias tenía casas y estas dueño: a las 9.30 de la mañana se presentó en la zona, junto al teniente de alcalde del distrito, Santiago Gastón, el caballero Manuel Fernández de la Puente, apoderado del propietario, y el administrador de las mismas.

La primera desalojada aquel día fue Josefa María, viuda y con dos hijos. Le siguieron otras familias, que fueron acumulando sus escasas propiedades a las puertas de lo que fueron sus casas. Luego comenzó a llover. Por orden del alcalde, y de la Asociación Matritense de Caridad, se le entregó un duro a cada uno de los vecinos que se quedaron sin vivienda. De las 91 casas del barrio, 90 fueron desalojadas, cerradas y selladas. Solo quedó un vecino, aquejado de un ataque de reúma, que sería luego trasladado al hospital.

MADRID

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2022-12-05T08:00:00.0000000Z

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https://lectura.kioskoymas.com/article/282613151809433

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