El Senado volvió a ser ayer escenario de un duro y áspero debate entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo, dando buena muestra del pésimo estado de salud por el que atraviesan las relaciones entre los dos principales partidos. No se atisba ningún punto de entendimiento. El líder de la oposición desplegó en su primera intervención un discurso muy contundente, con el ánimo de contrarrestar la int er vención i nicial de Sánchez. El presidente del Gobierno había aprovechado la primera intervención para anunciar la subida del salario mínimo, dentro de un discurso muy ideológico en el que se permitió reprochar a las grandes empresas que no trasladen parte de sus beneficios a los salarios de sus trabajadores.

Sánchez defendió que España «está superando mejor la crisis que los países de nuestro entorno», presumiendo de que ahora mismo se registra «la inflación más baja de la Unión Europea» desde el récord del 10,8% que se alcanzó en julio del pasado año. «Los precios se van a reducir pero seguirá impactando en el bolsillo de los ciudadanos» , reconoció. Pero Sánchez quiso centrar el debate como una disyuntiva entre un plan de fortalecimiento del estado de bienestar frente a «un plan para socavarlo» que –dijo– es ejecutado por la derecha política pero «diseñado por ciertas élites económicas». En La Moncloa destacaban a posteriori que era un discurso sobre el proyecto de fondo. Así será todo 2023.

Fejióo salió en tromba a desmontar ese escenario económico planteado por Sánchez. En un discurso muy aplaudido por los suyos, con un grado más de dureza que en otras ocasiones, denunció el triunfalismo de Sánchez y le pidió respeto al Estado de las Autonomías, al entender que sus críticas iban directas a la gestión de las comunidades autonomías.

El líder del PP acusó a su adversario de «rezumar populismo». «Menos mal que España ya no le cree», avisó. Feijóo ve una ‘tensión’ evidente entre la realidad del «sanchismo» y la que viven millones de españoles y desmontó el optimismo de Sánchez en tres frentes: la gestión económica, su prestigio internacional y su «respeto a la palabra dada».

Pero donde estuvo más contundente Feijóo fue al hablar de la ley del ‘solo es sí’, el punto más débil del Gobierno en este momento. Acusó a Sánchez de actuar con «insensibilidad e irrelevancia», al permitir que se aprobara una ley a pesar de que el Consejo de Ministros estaba advertido de los efectos que tendría. Feijóo exigió a Sánchez una rectificación inmediata y una disculpa y le golpeó donde más le duele: «Todos los gobiernos supusieron avances para la mujer. Usted pasará a la historia por ser el primero en dar un paso atrás en la lucha justa del feminismo clásico en España».

Feijóo no soltó la presa: «Usted no pensó en las mujeres ni cuando aprobó la ley ni cuando ha decidido reformarla. No da marcha atrás por decencia, solo lo hace por miedo», acusó.

Es el flanco más débil del Gobierno. Y Sánchez no lo pudo disimular. Renunciando a pedir disculpas, el presidente se refirió a las «consecuencias no deseadas», fruto de cuestiones técnicas «que no refleja la voluntad del Ejecutivo» pero comprometiéndose a un cambio para el que la parte socialista está intentando cerrar un acuerdo con Podemos para evitar tensionar la coalición: «Lo vamos a corregir. Nadie desea aliviar los castigos a los agresores sexuales». En el Gobierno reconocen que se trata de una cuestión que hay que «solucionar rápido» y que en ese sentido la decisión está tomada independientemente de lo que pase con Podemos. «El presidente ha admitido claramente que ha habido defectos, y los vamos a corregir. Es una parte concreta en la que hay que actuar», insistían en La Moncloa.

En realidad, la comparecencia de Sánchez obedecía a «informar sobre las medidas adoptadas por el Gobierno para hacer frente a las consecuencias económicas y sociales de la guerra en Ucrania» . En este cara a cara esta cuestión quedó en segundo plano, sobre todo en la segunda parte, cuando el debate acabó en el barro, aunque Feijóo sí aprovechó para exigir a Sánchez que dé explicaciones a los españoles sobre el envío de carros de combate Leopard a Ucrania y las consecuencias que afronta el país, y pidió una votación en el Congreso de los Diputados. Fuentes del PP explicaron que si el Gobierno no acepta esa votación, el Grupo Popular forzará una iniciativa parlamentaria que incluya el pronunciamiento de los diputados.

«Muy duro»

La sensación es que en el primer intercambio fue el lance más favorable para Feijóo de los tres de formato largo que se habían desarrollado. Desde el propio Gobierno reconocían que había sido «muy duro», si bien en La Moncloa consideraban que se pasó de frenada: «Ha perdido los papeles». Como defensa, Sánchez tuvo que recurrir a descalificar la gestión de Feijóo como presidente de la Xunta de Galicia. Y a desacreditar el plan de regeneración institucional presentado recientemente por el PP, reclamándole un desbloqueo de la renovación del Consejo General del Poder Judicial. «El único partido hoy en España que no cumple la Constitución es el suyo», cargó Sánchez. El presidente del Gobierno incluso tuvo que refugiarse en mencionar a Rodrigo Rato, Jaume Matas o Eduardo Zaplana para desgastar a Feijóo al compararlo con sus tres vicepresidentas. Y, como siempre, Sánchez se quejó de que Feijóo le insulta. Como ejemplo dijo que recientemente se refirió a su Gobierno como mediocre.

Sánchez, sin límite de tiempo, habló un total de 97 minutos, mientras que Feijóo, con tiempo tasado, solo pudo hablar 33. Al terminar el cara a cara, el sexto en menos de un año, incluidas las sesiones de control, los populares mostraron su satisfacción en los pasillos y coincidieron en que se había visto a un Sánchez «desgastado» y con miedo ante su caída en las encuestas.

Pedro Sánchez Presidente del Gobierno

«Los precios se van a reducir pero seguirán impactando en el bolsillo de los ciudadanos» «Lo vamos a corregir. Nadie desea aliviar los castigos a los agresores sexuales»

Alberto Núñez Feijóo Presidente del PP

«Usted pasará a la historia por ser el primero en dar un paso atrás en la lucha del feminismo en España» «Menos mal que España ya no le cree. Tenga un poco de respeto al Estado de las Autonomías»