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En peligro el histórico apoyo bipartidista de EE.UU. a Israel

▶ La crisis abierta por la reforma judicial abre grietas entre ambos países

DAVID ALANDETE CORRESPONSAL EN WASHINGTON

La crisis en Israel está rompiendo un delicado consenso que ha imperado en Estados Unidos durante décadas: aparte del proceso de paz con los palestinos, Washington no ha interferido en la gobernanza interna del Estado judío, estuvieran en el Gobierno laboristas o conservadores. Ese equilibrio ha comenzado a resquebrajarse con la ola de malestar que ha paralizado el país en respuesta a la reforma judicial. El domingo, el Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca dijo abiertamente que la presidencia norteamericana está «profundamente preocupada» por las decisiones de Benjamín Netanyahu, pues «los valores democráticos siempre han sido, y deben seguir siendo, un sello distintivo de la relación entre EE.UU. e Israel».

Se trata de un comunicado fuera de lo común, emitido en un domingo porque horas antes el primer ministro israelí había despedido al ministro de Defensa que se resistía a su reforma judicial, Yoav Gallant. Este último había mantenido en semanas recientes reuniones tanto con el secretario de Defensa de EE.UU., Lloyd Austin, como el de Exteriores, Antony Blinken. El comunicado de EE.UU., difundido por la portavoz del Consejo de Seguridad Nacional, Adrienne Watson, nombraba a Netanyahu directamente, y afirmaba, a modo de recordatorio, que «las sociedades democráticas se fortalecen con separación de poderes, y los cambios fundamentales en un sistema democrático deben hacerse con el apoyo popular más amplio posible».

Sacrificios

El domingo 19 de marzo el mismo presidente llamó a Netanyahu, con el mensaje de que tanto demócratas como republicanos le habían expresado preocupación por lo que se percibe como una deriva en Israel por la reforma judicial, y que debía estar dispuesto a hacer sacrificios en nombre del consenso, según revelaron después portavoces norteamericanos que fueron informados de esas conversaciones. A tenor de los hechos de la semana pasada, Netanyahu desoyó los consejos que venían de Washington.

El que fue embajador de EE.UU. en Israel entre 2011 y 2017, Daniel Shapiro, incluso llegó a alertar ayer en la cadena CNN de que crecen las dudas de que Israel pueda quedar «plenamente adherido a los principios democráticos, el imperio de la ley y la separación de poderes», lo que puede dañar la relación bilateral.

El apoyo bipartidista a Israel, que sólo cuestionan de momento algunos de los legisladores demócratas más a la izquierda, es crucial para las ayudas prestadas por Washington a Jerusalén. La más relevante: EE.UU. se ha comprometido a proporcionar a Israel un total de 3.300 millones de dólares en asistencia militar y a gastar 500 millones de dólares anuales en programas antimisiles hasta 2028, con supervisión del Capitolio.

Para mantener esas ayudas, Israel necesita a ambos partidos, pues pocos son los años de control único por parte de republicanos o demócratas del poder Legislativo y el Ejecutivo. Son más frecuentes las situaciones de división como la de ahora, con los demócratas en el poder en la Casa Blanca y el Senado, y los republicanos controlando la Cámara de Representantes, aunque de forma ajustada.

Recelos

La presidencia norteamericana está «profundamente preocupada» por las decisiones de Netanyahu

Dos diputados demócratas han advertido públicamente de que si Netanyahu mantiene su actual curso, la relación bilateral peligra. Son Brad Sherman y Jerrold Nadler, quien a finales de enero publicó un artículo de opinión en ‘Haaretz’, el principal diario israelí, para afirmar: «Como miembro judío más veterano del Congreso, ahora temo profundamente por la relación entre EE.UU. e Israel».

Esos recelos los recoge también un informe oficial del servicio de documentación del Capitolio, preparado para los legisladores el 22 de marzo. Este detalla así los planes de Netanyahu: «Reducir el poder del poder Judicial para frenar las medidas del Gobierno respaldadas por la mayoría de la Knesset [parlamento] podría permitir a la coalición de Gobierno actual promulgar leyes que han encontrado o probablemente encontrarían la resistencia del Tribunal Supremo. Dichas leyes podrían incluir la legalización de los asentamientos judíos en tierras palestinas de Cisjordania, la exención de los judíos ultraortodoxos del servicio militar obligatorio o la modificación de los derechos de las minorías y del equilibrio entre estamentos religioso y laico en Israel».

Netanyahu fue un muy firme aliado de Donald Trump, tras años de boicoteo a Barack Obama y su plan de firmar un acuerdo nuclear con Irán. Con Trump, Netanyahu tuvo carta blanca. Visitó el Despacho Oval al mes de que este lo ocupara, y desde entonces mantuvo línea directa con él. Gracias a esa cercanía, Trump y su yerno, Jared Kushner, negociaron una serie de acuerdos diplomáticos históricos entre Jerusalén y cuatro naciones árabes: Emiratos Árabes Unidos, Baréin, Sudán y Marruecos. Tanto Biden como su equipo han admitido que esos tratados son un logro que preservarán y en el que ahondarán, en la medida de lo posible. Antes, Trump reconoció Jerusalén como capital de Israel y trasladó allí desde Tel Aviv la Embajada de EE.UU. Biden tampoco ha enmendado esa decisión.

Pero Netanyahu demostró ser pragmático, y se resistió a los intentos de Trump de sumarle a su fallida campaña para revertir el resultado de las elecciones presidenciales de 2020. Al llegar al poder Biden hizo esperar a Netanyahu casi un mes, más de lo acostumbrado, para llamarle desde el Despacho Oval, pero esas fueron todas las desavenencias hasta la actual crisis de gobernanza.

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2023-03-28T07:00:00.0000000Z

2023-03-28T07:00:00.0000000Z

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