Cómo el organismo esculpe el cerebro es el leitmotiv del último libro de Nazaret Castel l anos, l i cenciada en Física Teórica y doctora en Neurociencia por la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Madrid. Bajo el título ‘Neurociencia del cuerpo’, esta divulgadora va desgranando cómo la salud intestinal, la respiración o el ritmo del corazón inciden en la buena (o mala) salud de nuestras neuronas.

—Si la microbiota, la respiración o el movimiento del cuerpo pueden afectar o modificar la capacidad neuronal, ¿cómo podríamos aplicarlo a la hora de criar mejor a nuestros hijos? Hagamos un recorrido, como hace usted en el libro, de abajo a arriba, y empecemos por la influencia del intestino sobre el cerebro.

—Hoy esa relación es evidente. Los últimos estudios advierten sobre la influencia que tiene la microbiota intestinal de la madre sobre la maduración cerebral y el factor de crecimiento neuronal y posterior comportamiento de sus hijos. De hecho, la relación es tal que señalan también que una mala microbiota de la mujer puede influir en la posterior presencia de alteraciones emocionales durante la primera infancia, que pueden ser patológicas o no.

—¿Cómo se puede cuidar la microbiota de madre e hijo? —Hay muchos factores que influyen, pero la dieta de la gestante es fundamental. Si esta toma comida basura de forma regular, con gran presencia de azúcares, de sal... Estará afectado al desarrollo neuronal del bebé. Por esto es importante abrir nuevos frentes de educación social que impliquen a la mujer durante el embarazo y que incluyan las primeras etapas de vida del menor. Una dieta pobre aumenta la vulnerabilidad de problemas de salud mental en l os niños. La nueva medicina sugiere incluir avisos y sugerencias tanto en ginecología como en pediatría sobre la importancia de la dieta de la madre y de los pequeños. Consejos que deberían ser escuchados en las escuelas y restaurantes, quizás para incorporar opciones más saludables en los menús infantiles. En la mayoría de restaurantes que yo he visitado, la opción infantil consta de una combinación de diferentes fritos y postres procesados. La herencia que transmitimos a nuestros hijos no es sólo estática o genética. También es dinámica y se forja cada día. —Subimos hasta los pulmones y nos detenemos un momento en la respiración, que usted recuerda que facilita el aprendizaje.

—Sí, las áreas cerebrales invol ucradas en l a emoción, l a atención, l a memoria y el aprendizaje están influenciadas por la respiración. Pero establecer la relación de esta sobre la respuesta cerebral no ha sido tarea fácil. Investigadores norteamericanos han señalado la influencia de la respiración sobre las neuronas del hipocampo que, aunque no es la única zona del cerebro implicada en la memoria, sí es considerada como su principal centro regulador. —Llegamos al corazón, y aquí señala algo muy bonito: que la sincronización es máxima, casi completa, entre la madre y el bebé.

—Sí, y es importante recordar que no solo influye cómo se muestra la mamá, sino cómo se siente. Si estoy estresada hay más producción de determinadas hormonas. Es el correlato biológico de esa situación. Por tanto, es una llamada a l a honestidad: no es suficiente decir ‘voy a comportarme y no voy a gritar enfadadísima’. Si hay estrés, los niños lo van a percibir aunque no lo mostremos con gestos o palabras. Uno de los mejores favores que podemos hacer a un hijo es estar bien, cosa que se olvida a menudo.

“Microbiota intestinal «La comida basura influye en el desarrollo neuronal del bebé»