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Ciudadanos se abraza a la nostalgia y sus fundadores destacan que «ha merecido la pena»

▶ José María Espejo-Saavedra, Juan Carlos Girauta, Begoña Villacís y Edmundo Bal repasan su trayectoria ▶ De la victoria en las elecciones catalanas a la debacle del 10N, los momentos que marcaron al partido

JUAN CASILLAS MADRID

El ser humano responde de mil maneras distintas a la frustración, a las expectativas insatisfechas. Ciudadanos (CS) sabe mejor que ningún otro partido lo que es rozar el cielo con los dedos y precipitarse al suelo brusca e irremediablemente. De casi todo a casi nada, como en un sueño cuando el cuerpo reacciona con un espasmo a la caída al vacío. La historia de la formación liberal está de sobra contada, con la debacle del 10N –cuando pasó de 57 a diez escaños– y la carcoma que ha terminado con una decisión drástica tras el 28M: por primera vez desde su irrupción nacional, no habrá una papeleta naranja en las elecciones generales.

Ese despertar, el abrir de ojos, difiere en cada persona; por el tiempo en que se produce y por la manera de afrontar que la España que llegaron a imaginarse 4.136.600 votantes el 28 de abril del 2019, por ahora, no se hará realidad. ABC ha querido dar protagonismo a cuatro voces de relieve en el devenir de su formación. Desde dirigentes que estuvieron desde que se puso la primera piedra en Barcelona, cuando era el proyecto de unos pocos locos idealistas que creían posible desterrar al nacionalismo, hasta fichajes de la última etapa.

«Posiblemente sea la persona más antigua de Ciudadanos, les conozco a todos como si les hubiera parido, para lo bueno y para lo malo», comenta José María Espejo-Saavedra a este diario, incapaz de ocultar en su voz un hilo de nostalgia por todo lo vivido. Él se acercó al germen fundacional de Ciudadanos junto a un tal Albert Rivera, a quien conoció en Barcelona cuando ambos compartían trabajo en La Caixa. Su amigo Albert fue elegido en 2006 el primer presidente de Ciudadanos por orden alfabético. «Haber construido un partido de la nada y haber conseguido todo lo que conseguimos... eso es lo bonito», añade con orgullo quien ha sido diputado en el Congreso hasta la disolución de las Cortes, por el adelanto electoral de Pedro Sánchez, y quien fue vicepresidente del Parlament en el ‘procés’.

Juan Carlos Girauta, que abandonó Ciudadanos en 2020, pero fue portavoz en el Congreso con Rivera y un hombre de su máxima confianza, recuerda con especial cariño la expansión nacional del partido: «Se demostró que la España que defendíamos en Cataluña, cuando oía su propia descripción, sus valores, el espíritu de la Transición... respondía entusiasmada. Nadie le había transmitido un mensaje tan ilusionante al resto de España desde hacía muchísimo tiempo».

«La llegada de Ciudadanos implica que de repente aparezca algo que llevas mucho tiempo buscando y te parece tan obvio que dices: “¿Por qué no ha aparecido antes?”», coincide Begoña Villacís, vicealcaldesa de Madrid en funciones, que reconoce que ya votó a UPyD, pero que no le generó «la ilusión» que le arrancó el proyecto de Rivera. «Empecé votando y me acabé alistando».

La irrupción y el ‘procés’

Ciudadanos logró en sus primeras elecciones generales, en diciembre del 2015, cuarenta diputados. La repetición electoral de junio del 2016 le pasó factura, pero mantuvo el tipo con 32 escaños que le permitieron ser decisivo durante el Gobierno de Mariano Rajoy. «Todo tuvo mucho que ver con la entrevista de Albert en ‘El Hormiguero’ en 2015. Los españoles ven que no es solo oposición al nacionalismo, hay un proyecto detrás», añade Villacís, a quien no paran de llegarle estos días fotos de esa época.

Sin duda, un papel crucial por el que será recordado Ciudadanos es su oposición al separatismo durante el ‘procés’. Con Inés Arrimadas a la cabeza, el partido se plantó firmemente ante el independentismo en el Parlamento catalán. Espejo era vicepresidente segundo en la cámara autonómica. «Me enfrenté a Carme Forcadell públicamente», recuerda, evocando los plenos del 6 y 7 de

septiembre del 2017, cuando la presidenta del Parlament, a la postre condenada por sedición, permitió la tramitación de las leyes de desconexión.

«El triunfo en Cataluña y los días en los que Ciudadanos contribuyó a que la ruptura constitucional no se consumase son el momento culmen de lo que significó para la sociedad», dice Espejo, haciendo balance. «Soraya Sáenz de Santamaría decía que no iba a haber referéndum porque era ilegal. Las cosas ilegales no dejan de pasar por decirlo; era una cosa de miseria intelectual», apunta Girauta, que apostilla: «Fuimos premiados por ser los únicos que combatieron al nacionalismo de frente».

Curiosamente, cuando se le pregunta a Villacís qué momentos recuerda con especial satisfacción, a pesar de haber gobernado cuatro años Madrid, empieza por lo mismo: «Cuando ganamos las elecciones en Cataluña, la manifestación del 8 de octubre...». Mientras, en el Congreso, Ciudadanos, apoyando a Rajoy y a la vez enfrentado a él, con el listón contra la corrupción más alto que nunca, no para de crecer en las encuestas, hasta que se produce la moción de censura del 1 de junio del 2018 y Sánchez desbanca al PP del poder. «Entonces, según la demoscopia, estamos ganando las elecciones. Tengo la convicción de que así habría sido si Rajoy no hubiese puesto el interés del PP por encima del de España», sostiene Girauta.

El partido se prepara para una campaña decisiva cuando se convocan elecciones en 2019, en la que intenta el asalto al Palacio de la Moncloa. Arrimadas da el paso a la capital y Rivera atrae perfiles potentes de la sociedad civil como Marcos de Quinto, Sara Giménez y Edmundo Bal. «Cuando llegué, llegué a un partido muy pujante. No tenía perspectiva de nada, pero te vas enganchando», afirma el abogado del Estado. A él le toco vivir, en poco tiempo, las mieles de la victoria y la desazón de la derrota.

«Nos presentamos en abril del 19 con un mensaje central: no pactaremos nunca con Sánchez. Al cabo de seis meses, nos castigan por cumplir la promesa», dice Girauta, muy crítico con que se impusiese a Ciudadanos «la obligación moral» de pactar con el PSOE y no al PP, que solo tuvo esos comicios nueve diputados más que los liberales. «¡57 escaños, conseguimos 57 escaños! Estábamos acertando hasta que dejamos de acertar», admite Villacís.

La vicealcaldesa explica que la apuesta del partido fue que Sánchez iba a alcanzar un acuerdo con Unidas Podemos y los independentistas, y no iba a irse a otras elecciones. «Ahí Albert sí acertó en qué iba a pactar y con quién; solo se equivocó en el cuándo», agrega. Entonces llegó la montaña rusa de emociones, hasta la noche del 10N. Diez diputados. «Lo viví con desolación, con frustración, teniendo la sensación de que se me escapaban cosas. Sentí una enorme tristeza por Albert y mucha empatía por Inés, que tuvo que asumir el liderazgo en un momento dificilísimo y embarazadísima», recuerda. Solo señala una noche, para ella, aún peor, más dura: la de este 28M, cuando no logró entrar en el Ayuntamiento de Madrid.

«Ya no tenía sentido»

«Para mí sin Albert no tenía sentido el proyecto», sentencia Girauta, que, como Rivera, dimitió al día siguiente. «Un momento importante para mí fue el día que se fue Albert, cuando nos pegamos un abrazo y me dijo: “Tú no te vayas nunca de aquí”. Luego Inés confió en mí. Me sentí halagado, no la conocía de nada», comenta Bal. Desde el 10N, Ciudadanos comienza una travesía por el desierto en busca de un refugio.

Girauta rompió el carné de militante cuando Ciudadanos respaldó las prórrogas del estado de alarma por el Covid-19. «Para mí Ciudadanos dejó de existir cuando apoyó la segunda», atiza, y enumera otras «infamias» como la moción de censura en la Región de Murcia o haber respaldado «la ley de suelta de violadores», en alusión a la del ‘solo sí es sí’. Desde ese movimiento en Murcia, Ciudadanos fue perdiendo todos sus gobiernos autonómicos, desapareció en la Comunidad de Madrid y Andalucía, e inició una refundación con un paso a un lado de Arrimadas, y Adrián Vázquez y Patricia Guasp asumiendo galones. El 28M, la última estocada.

Los cuatro coinciden en algo: hay un espacio político hoy en España, liberal y de oposición firme al nacionalismo, que no representará ningún partido político este 23J. Bal, de hecho, carga tintas contra la actual dirección y acusa a su secretario general, Adrián Vázquez, de buscar el rédito personal financiándose desde el partido su campaña a las europeas del 2024. «Visto de forma retrospectiva, te das cuenta de que era un plan preconcebido», lamenta, y libra de críticas a Arrimadas, aunque sí apunta que no entiende por qué defendió no presentarse a las elecciones si sabía que no iba a seguir en política. Pese a todo, y desde cuatro miradas distintas, una frase de Espejo resume el sentir que trasladan sobre un proyecto que nació en 2006 y que, por ahora, pervive aún en 2023: «Ha merecido la pena».

José María Espejo-Saavedra Exvicepresidente del Parlament «No doy por muerto el proyecto. Ha sido un enorme privilegio esto»

Begoña Villacís Vicealcaldesa de Madrid «Ser vicealcaldesa me ha permitido lo más bonito: gobernar y hacer cosas»

Juan Carlos Girauta Exportavoz de CS en el Congreso

«Ya no existe el espacio de liberales que plantan cara al nacionalismo»

Edmundo Bal Exvicesecretario general de CS «Me quedo con lo mejor: el equipazo en el Congreso. Nos hemos hecho amigos»

ABC 2

es-es

2023-06-05T07:00:00.0000000Z

2023-06-05T07:00:00.0000000Z

https://lectura.kioskoymas.com/article/281840058058581

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