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Japón prepara el polémico vertido del agua tratada de Fukushima pese al temor de los países vecinos

▶ El gobierno insiste en que es seguro, pero pescadores y países vecinos temen el impacto de la radiación

PABLO M. DÍEZ ENVIADO ESPECIAL A FUKUSHIMA ( JAPÓN)

Más de una década después del tsunami que barrió la costa nororiental nipona y desató el peor desastre nuclear desde Chernóbil, la pesadilla de Fukushima sigue quitándole el sueño a Japón. Alrededor de la siniestrada central atómica, donde se fundieron tres de sus seis reactores y varias explosiones de hidrógeno liberaron radiactividad a la atmósfera, es incesante el tránsito de camiones con los escombros de su desmantelamiento.

«Transporte especial para material radiactivo», rezan los caracteres en el frontal de los vehículos, que cargan grandes sacas azules y negras hasta una explanada vallada visible desde la Ruta 6, la carretera que pasa junto a la planta. Al fondo, tras una frondosa colina que oculta sus edificios, sobresalen las grúas que trabajan sobre los reactores fundidos.

Allí tiene lugar el otro acto de esta tragedia. Para mantenerlos estables a una temperatura de 30 grados y que no se sobrecalienten, hay que regarlos constantemente con agua, que se contamina con su radiación. Aunque dicha agua es filtrada para limpiar hasta 62 nucleidos radiactivos, hay un elemento tóxico que no se puede eliminar, el tritio. Con este isótopo del hidrógeno, que tiene 12,3 años de vida y una radiactividad débil, cada día se generan 100 metros cúbicos que hay que almacenar. En mil tanques construidos alrededor, la central acumula ya 1,3 millones de metros cúbicos de agua con tritio. Pero los tanques están al máximo de su capacidad y Tepco, la compañía eléctrica que gestiona la planta, se ha quedado sin sitio para construir más.

Por ese motivo, el Gobierno japonés empezará este verano el vertido al océano Pacífico del agua almacenada, de forma escalonada y diluyendo el tritio a menos de 1.500 becquereles por litro. Dicha cantidad está muy por debajo de los 60.000 becquereles por litro que permiten los estándares internacionales y de los 10.000 que autoriza la Organización Mundial de la Salud (OMS) para consumo humano.

Agua tratada

«En primer lugar, hay que aclarar que no es agua contaminada, sino agua tratada con el Sistema Avanzado de Procesamiento de Líquidos (ALPS), por lo que en realidad ha sido purificada y su concentración de tritio será casi la misma que hay de forma natural en el mar», insisten fuentes del Ministerio de Exteriores en una sesión informativa a ABC en Tokio.

A través de una tubería con un kilómetro de largo, en total se desaguarán al fondo marino 22 billones de becquereles al año, que era lo mismo que la central de Fukushima 1 vertía al Pacífico antes del accidente en 2011 porque se trata de una práctica habitual y regulada de las plantas nucleares. A tenor del Gobierno nipón, dicha cantidad también es inferior a la que desaguan otras centrales del mundo, como la china de Qinshan III (143 billones de becquereles en 2020), la surcoreana de Wolsong (71 billones en 2021), la española de Ascó I (25 billones en 2021) o la planta de reprocesamiento de La Hague en Francia (10.000 billones en 2021).

Menos que una radiografía

«Con unos 30 becquereles por litro, la concentración de tritio solo será superior a la del agua del mar en tres kilómetros alrededor de la central. A partir de esa distancia será de 0,1 becquereles por litro o menos, casi al mismo nivel que hay de forma natural en el Pacífico», aseguran las fuentes oficiales. «Tras su disolución, el nivel de radiación para un humano del agua tratada es solo de entre 0,0004 y 0,00003 milisieverts al año, muy por debajo de los 0,06 milisieverts de una radiografía en el pecho y de los 2,4 milisieverts que los japoneses recibimos de forma natural cada año», comparan las fuentes del Gobierno.

A su juicio, «para los peces y plantas, la radiación será de entre 0,00002 y 0,00006 miligray al día, también muy por debajo de los entre 1 y 10 miligray diarios contemplados por los niveles de referencia de la Comisión Internacional de Protección Radiológica, que permite hasta diez veces más de esa cantidad para los cangrejos».

Aunque el vertido del agua tratada es una práctica habitual y regulada de las centrales nucleares en todo el mundo, la decisión del Gobierno nipón sobre Fukushima ha sido duramente criticada por los ecologistas, los pescadores de la región y los países vecinos, como China y Corea del Sur. Para calmar sus miedos, Tokio ha invitado a expertos del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA), que ya han anunciado que estos datos oficiales son «rigurosos y precisos».

Pero los pescadores de la zona temen que el vertido dé la puntilla a su negocio, herido primero por el tsunami que destruyó sus puertos y lonjas y luego por el estigma de Fukushima. «Aquí estamos todos en contra, pero no podemos hacer nada» , se quejan los pescadores en el muelle de Soma, a unos 20 kilómetros de la central nuclear, mientras descargan sus capturas del día. Para ellos, el vertido revivirá la pesadilla de Fukushima.

El volcado del agua acumulada es la puntilla para los pescadores de la zona que luchan contra el estigma de Fukushima

ABC 2

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2023-06-05T07:00:00.0000000Z

2023-06-05T07:00:00.0000000Z

https://lectura.kioskoymas.com/article/282123525900117

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